1.
Enjaezo a “Hegel” como a jaca cartujana “pa” la feria de Jerez y le cuelgo un ojo
azul contra el mal de la envidia. Y de ese jaez, nos dirigimos a Barcelona
(échense al coleto una copita de orujo…con tanta” jota”…).
Hay allí, donde
se corta la calle Villarroel con la calle París, una cafetería-snack-bar de nombre arrebatador en su desarmada simpleza:
“Yaya” (no si yo…ya… yayo… ), que a esta hora debe de estar, ya, a parir. Y es que la efeméride lo merece. Los clientes quedan
paralizados por la belleza del cánido y por su donosura. El dueño, captando la
singularidad del momento (y, por qué no decirlo, la camaradería), hace una
excepción y nos permite sentarnos a una mesa junto a la cristalera. La cafetera
ruge como una locomotora transiberiana. Los cafés y cortados; los “sol y sombra” y los carajillos… van que
vuelan. La repostería desaparece a ojos vista. El dueño sabe conmemorar el
hecho: ha colocado sobre la barra una radio-casete Grundig, restos de la emigración alemana, y nos deleita con
canciones de los Chichos y los Chunguitos. El sonido sale “afillao”. A las 11’45 todos nos levantamos y hacemos un brindis
emocionado por el “Vaquilla” y toda
aquella “generación perdida”. Entre
los presentes algunos tienen toda la pinta de haberse salvado por los pelos.
Brindamos también, pues, por nuestra supervivencia.
El Vaquilla (que
embestía como un Miura) y los suyos,
huidos de la prisión de Lleida, venían de intercambiar unos tiros con la
policía en la plaza Francesc Macià (Calvo Sotelo). Salieron de la plaza y
giraron a toda velocidad por Villarroel, pasaron Buenos Aires, pasaron Londres,
pero no pudieron llegar a París: El semáforo estaba en rojo y chocaron con un
Renault 11 y un Simca 100 que esperaban el verde. Su Simca 1200,
B-5125-DL se quedó sin fuelle. Fueron rodeados, arrojados a tierra,
enmanillados, insultados, golpeados, y conducidos a la comisaría de Universidad;
“el Vaquilla”, al Clínico. Este es el
momento que TV3 inmortalizó y la lanzó al estrellato. Y este es el momento que,
cada año, se celebra, en esta cafetría-snack-bar
de nombre arrebatador e imaginativo.
Habría que
proponerle al conceller de Cultura de la Generalitat una ruta (les regalo el
nombre: “Ruta de la Fatalidad”) que
uniera todos los rincones por los que “el
Vaquilla” y los suyos transitaron para convertirse en NADA, tras haber
salido de la miseria: Torre Baró, Camp de la Bota, La Mina, con incursiones a
la Costa Brava y Perpignan (sin contar reformatorios ni cárceles). Una
Catalunya diferente, pero con posibilidades de atraer turismo de masas, e,
incluso, bandadas de sociólogos y criminalistas.
¡Qué les voy a
contar de “el Vaquilla” que Vds. no
sepan! Aunque es posible que lo desconozcan TODO. También en este caso sería
inútil, pues me exigiría páginas y páginas…que rompería el formato al que,
desde meses, me voy ajustando.
Lo más
interesante: Una biografía del héroe, prologada y editada por José María
Huertas Clavería, que coincidió con él (¡¡de 14 años!!) en la Modelo de
Barcelona. Manuel Vázquez Montalbán escribió: es una historia “excepcional porque documenta el sistema
carcelario de la democracia y cómo se gesta un delincuente común por causas
perfectamente antidemocráticas”. Una historia de la C.O.P.E.L. debería
dedicarle un capítulo a estos bóvidos.
Hubo en su vida
dos hechos que lamentó profundamente: la muerte de la señora a la que atropelló
al darle un tirón y no poder actuar en “Perros
Callejeros” y su saga. Fue su antiguo amigo Antonio Fernández Franco
(apodado “el Torete” por Antonio de la Loma), quien hizo su personaje. Él estaba
en la cárcel. “El Torete” dejó su
simiente en Archena (Murcia)… Ya no queda nadie a quien preguntar nada.
Cirrosis, sida, tiroteos, accidentes automovilísticos…Se desvanecieron
inútilmente en el aire como el humo que surge de las fogatas nocturnas de las “Casas Baratas”.
Bueno, pues el
tal “Vaquilla”, dejó de existir tal día como hoy del año 2003.
En “Can Ruti”…¡¡como los grandes!!
Lástima que la
normativa antitaurina llegara con
retraso.
Acabada la
ceremonia, volvemos a casita.
–Bueno
Domigo…¡ya nos veremos al año que viene!
–Que
no soy Domiiiiiiingo que soy Danieeeel.
–¡Vaya! Siempre se me va el santo al cielo.
De camino al parquin el perro sigue levantando
oleadas de admiración (y de envidia). En una carnicería compro un rabo de vaca
con lo que daremos por concluida la efeméride.
DVD: “Yo, el Vaquilla” (José Antonio de la
Loma). Infumable. Se salva por unas estupendas tomas de aficionado que recrean
aspectos del desaparecido “Camp de la
Bota”.
2.
Tal día como
hoy, Robinson Crusoe abandonó la “Isla de
la Desesperación”. Un islote a 9º o 10º de latitud norte frente a la
desembocadura del Orinoco que no tuvo nombre hasta que este indocumentado
imperialista tomó posesión de ella.
“Así
abandoné mi (en
sentido literal) isla el 19 de diciembre
de 1686, como vi en el cálculo que hice en el buque, después de haber vivido en
ella 28 años, 2 meses y 19 días (J. Sabina). Fui libertado de este segundo cautiverio el mismo día del mes que me
había fugado anteriormente, en una barca, de la esclavitud de los moros de
Salé”.
¡Ven Vds. cómo
hasta el final todo es toro! Robinson
acabó su “aventura” felizmente, ya
que contó con magníficos y bondadosos administradores de sus posesiones y no se
contaba con los futuros artificios financieros.
El náufrago nos
quiere demostrar que cualquier humano (en tanto que poseedor de Razón), ayudado
por la experiencia, las herramientas necesarias y apoyado sobre el trabajo y la
paciencia, es capaz de reconstruir el mundo ordenado y “confortable” que ha dejado atrás… Aunque tarde un año en hacer una
azada o varios en concluir el “ciclo del pan”. No responde, sin embargo, a la
pregunta ¿para qué, por qué? Se
desprende: para evitar la locura. La civilización como barrera contra la
locura.
Descartes había
fundamentado la veracidad esencial del mundo con la ayuda de la Razón (coherencia) y el Método (y Dios como
piedra angular). Robinson (Hume) lo construye. La experiencia nos llevaría al conocimiento de las ciencias útiles. El
sufrimiento, a la invocación divina y al reconocimiento de la Providencia.
¿Quién o qué
introdujo en su espíritu (¿) el gusto por las segundas residencias, o por el
placer de cazar, o el gusto por el paisaje, los horarios establecidos o lo
incuestionable del derecho de propiedad (incluyendo la personas)? Si los que
nos quiere enseñar, desde esa “Isla de la
Desesperación”, es que el orden pre-capitalista, esclavitud incluida, es el
único natural, yerra. Es necesario echar la vista atrás si se quiere comprender
algo. Y, después, hacia adelante.
“La naturaleza y la Experiencia nos enseñan…
que las cosas son buenas hasta tanto que bastan para nuestro uso…” Y se
convierten en mejores, cuando desvelan su valor de cambio (¿eh que sí?).
Bueno, y ahora
viene lo mejor: Todo el mundo sabe que el “salvaje”
al que domestica y convierte en esclavo, se llama “Viernes”, por ser ese el día en que lo encontró. Pues bien, el
anónimo traductor de la versión publicada en Austral en 1959…¡¡lo llama “Domingo”!! Es una de las más graciosas y
significativas “traiciones” de la historia
de la traducción. En la edición del 70
se mantiene esa “interpretación”.
Recuerdo que en una película en blanco y negro, se hablaba de alguien que había
llegado a convertirse (metafóricamente) en el “rey de Universo”; pues bien, en los subtítulos se convirtió en el “rey de la Universidad”, él, que no sabía
hacer una “O” con un canuto.
El tal Robinson
resulta ser meticuloso con eso de la fechas. Le gusta anotar las fechas
importantes y ponerlas en relación con otras. Y gracias a ese gusto descubre
correspondencias placenteras para las naturalezas “efemerísticas”. Tournier, siguiendo esta veta, hace coincidir la
salida de la isla con el nacimiento del ”héroe”.
Así, podría haber empezado esta propuesta con: “Tal día como hoy, nació en York, conocida ya en los alrededores por
el jamón dulce, Robinson Kreutznaer, después Crusoe, que añadiría fama
universal a aquel “conocimiento” local.”
Domingo se
convertirá en un buen y divertido esclavo. Aprenderá, tras ímprobos esfuerzos,
un inglés defectuoso, lo que le dará la gracia característica y unos modales
que siempre recordarán su primitiva naturaleza, aumentando así sus atractivos
como posesión.
Si quieren Vds.
un “Domingo” más interesante, lean “Viernes o los limbos del Pacífico”
(Tournier)
La isla de
Robinson Crusoe, perteneciente al archipiélago chileno de Juan Fernández, no
tiene mucho que ver con la novela de Daniel Defoe. Fue el “hogar” del abandonado Alejandro
Selkirk,
que vivió por allí durante años y en cuya experiencia se basó el autor de
Robinson. Al “original” no le hizo
mucha gracia.
DVD: “Yo,
Viernes” O “Robinson Crusoe” de Buñuel.