Asteriscos (*) remiten a razones efimerísiticas.
Tal día como hoy, del año 1837, Kierkegaard, de 24 años, conoce a Regina Olsen, una jovencita de catorce años y se inflamó. Vean Vds. mismos:
“Vos
soberana de mi corazón guardada cual tesoro en lo más profundo de mi pecho, en
la completitud de mi pensamiento, allí... ¡desconocida divinidad! Oh, puedo
realmente creer los relatos del poeta, que cuando uno ve por primera vez el
objeto de su amor, imagina que lo ha visto hace mucho tiempo, que todo amor,
como todo conocimiento, es reminiscencia, que el amor también tiene sus
profecías en el individuo. ... creo que habría de poseer la belleza de todas
las chicas para poder dibujar una belleza igual a la tuya; que habría de
navegar alrededor del mundo entero para poder encontrar el lugar que me falta y
hacia el que apunta el más profundo misterio de mi completo ser, y al momento
siguiente estás tan cerca de mí, llenando mi espíritu tan poderosamente que me
glorifico y siento que es bueno estar aquí.”
Con un nombre tan “gargarítico” y con un físico entre
Toulouse-Lautrec y Lovecraft fue capaz de enamorar a un “yogurcito" desnatado-natural. (¡valga el múltiple rodolí!).
D. Quijote y Dulcinea; Beatriz y
Dante; Petrarca y Laura; Matilde y Comte; Eloísa y Abelardo; Kierkegaard y Regina; Sergio y Estibaliz…
Pero también Sócrates y Jantipa.
Modigliani y Hebouterne; Rodin y
Camile; Robert Schumann y Clara; Los Gall; Eluard y Gala; Dalí y Gala; Asja
Lacis y Benjamín; Lou y Nietzche; Lou y Rilke; Lou y Ree (¡¡); Lou y…;
Gonxarova y Larianov; Villanueva y la Geltrú; Ernst y Carrington. Los Delaunay; Frihda y
Diego; Orfeo y Eurídice; Dafnis y Cloe; Alfeo y Aretusa… Zeus y la tierna
vaquita blanca… ¡Parejas que en el mundo han sido!... ¡Faemino y Cansado! a
quienes, por cierto, debo mi interpretación del pensamiento del filósofo. Mis
conocimientos no superan los límites marcados por la pareja. Pero si Vds.
quisieran profundizar en el tema, acudan a Adorno, Sartre, Deleuze o a su, pese
al ateísmo militante, “semejante” Max
Stirner. Y si quieren caña: Lukács.
El deforme Kierkegaard quedó
satisfecho con saber que pudo conquistar a una beldad. Conseguida, rompió el
compromiso de una manera “trampera” y
algebraica. La “espina en su costado”
bien pudo ser una rémora de la sífilis o una simple homosexualidad. Lo cierto es que esperó a tenerla a sus pies
para revelar su incapacidad y un “carácter sádico-masoquista” de primer
orden.
Lean vds. “Diario de un seductor” (o lean la propuesta, inédita, para el 25 de septiembre).
Roto el compromiso se puso a estudiar filosofía con Schelling que, por deseo del monarca prusiano, pretendía “extirpar las semillas del dragón del panteísmo hegeliano”. La filosofía de Hegel se había convertido en la perfecta cobertura del absolutismo prusiano….Y pese a todo…
Roto el compromiso se puso a estudiar filosofía con Schelling que, por deseo del monarca prusiano, pretendía “extirpar las semillas del dragón del panteísmo hegeliano”. La filosofía de Hegel se había convertido en la perfecta cobertura del absolutismo prusiano….Y pese a todo…
Desde las filas de la religiosidad
más estricta y del cristianismo más heterodoxo, Kierkegaard lanza sus
piedras contra el Todo. Cree anular
la dialéctica hegeliana mediante unas gotas de lógica formal y un torrente de “subjetividad”: La dialéctica “cuantitativa” disuelve lo “humano” que sólo puede ser salvado
mediante la transición individual de lo estético
a lo religioso, pasando por lo ético… Tres etapas que no son, en rigor,
sucesivas. La Historia Universal sepulta al individuo y le impide ver el
dilema: “O lo uno o lo otro” que
rasga su espíritu: o esteticismo o religiosidad….una decisión que continuamente
ha de tomar el “sujeto”. Por lo demás
reconoce la primacía de la existencia
sobre la esencia, pero la existencia es tan abstracta como la esencia. Se trata de una existencia que olvida las condiciones
materiales en las que se desarrolla. Para K. de lo que se trata de combatir al “cristianismo” vulgar, con el fin de
devolverle la verdadera “religiosidad”
perdida. Una vez alcanzada la etapa “religiosa”…
¡todo estará resuelto! Su conciencia “antiburguesa”
se muestra profundamente reaccionaria. Los hechos del 48 le darán la ocasión de
proclamarlo.
Con “temor y temblor”, por la calidad del aguardiente y por el pulso, me
preparo el fifti-fifti cotidiano y doy gracias a la divinidad por este lujo.
Marcado desde el inicio por la
desgracia: Una caída le deformó la columna y afectó a la médula. Tras su
colapso (¿qué le dirían en el banco a cuyas puertas se desplomó?) en el hospital,
los diagnósticos se sucedieron: desde que fue un justo castigo divino, hasta
una tuberculosis generalizada, pasando por epilepsia, psicosis o fin de su
misión en la tierra. En la pesada
post-mortem había perdido “21 gramos”.
De admirar su tremendo “salto de fe” que, para sus condiciones
físicas fue toda una proeza. Un salto al vacío. No hay certeza en el objeto de
fe…si la hubiera, ya no sería fe… ¿dónde estaría el mérito?... Hubiera sido como la tontería esa de Ives Klein.
No se puede negar que fue un
fenómeno de exuberancia literaria…un caso de locura: miles de páginas en un
tiempo tan breve… sólo comparable a mi caso ¡que llevo 3.000 páginas en un
año!... y a Nietzsche…
El
8 de mayo de 1793, 28 “fermiers”
fueron guillotinados en la Concorde. Lavoisier fue el cuarto, le precedió su
suegro. También se casó con una niña… ¡y fueron felices! (hasta que a muerte
los separó).
Como
miembro de la Real Academia Francesa de las Ciencias llevó a cabo múltiples
trabajos e informes supuestamente útiles para la Nación: desde la adulteración
de la sidra, hasta el cultivo de coles, pasando por la naturaleza del gas que
emana de los pozos ciegos (¡si se vieran…!).
Sin
embargo su nombre está inscrito a fuego en la historia de la ciencia por su
descubrimiento en torno a la combustión-oxidación
de los cuerpos y por dar nombres “lógicos”
a los componentes químicos.
Sus trabajos sobre el tema (y el azufre), sin duda, influyeron en Strindberg que, en su particular “Infierno”, demostró la presencia de “carbón” en el azufre. La cosa casi le cuesta las manos… ¡y la cabeza! Se debatía entre un “lo uno o lo otro” tan angustioso como el de Kierkegaard: “Amor o Ciencia”… ¡Las dos cosas las hizo desordenadamente!
Sus trabajos sobre el tema (y el azufre), sin duda, influyeron en Strindberg que, en su particular “Infierno”, demostró la presencia de “carbón” en el azufre. La cosa casi le cuesta las manos… ¡y la cabeza! Se debatía entre un “lo uno o lo otro” tan angustioso como el de Kierkegaard: “Amor o Ciencia”… ¡Las dos cosas las hizo desordenadamente!
Desterró
(Lavoisier) definitivamente la simpática “teoría
del Flogisto”. Un cuerpo oxidado no pesa menos que antes, ni igual, sino…
¡más! El sobrepeso corresponde al
oxígeno incorporado y que ha dejado de estar en el aire: La “materia” no desaparece; la “masa” se conserva. Un poco antes, Faraday había demostrado “la conservación de la energía”. Fueron pasos necesarios para
que Einstein estableciera la ecuación fundamental de la relatividad. Sin ella
no hubiera sido posible la explosión de las decenas de bombas que explosionaron
tal día como hoy (de diferentes años).
Esto
es un ejemplo de cómo la unión hace
la fuerza.
Lavoisier
tuvo mala suerte. Hubiera podido, con su fortuna personal, la que sacaba del
monopolio de (“les fermes generaux”)
exacción de impuestos y un poquito de
oportunismo, hubiera podido, decía, conservarse íntegro. Sin embargo la natural
buena conciencia de “los ricos” y de
todas “las fuerzas vivas” le empujó
hacia intervenciones cada vez más arriesgadas. Y así, ideó un sistema más
eficiente de fiscalidad (que naturalmente dejaba fuera a las clases
dominantes). Fue con ocasión de la guerra de Independencia americana. El rey
quería apoyar la campaña de B. Franklin… ¡pero no había dinero! Tampoco existía
la IDEA de “Bonos”, así que, en su
defecto, ideó una especie de “Telón de Acero”, un “Muro de Berlín”, una “Valla
Ceutina”, que rodeara todo París: Una “barrière”
interrumpida aquí y allá por odiadas puertas en las que se declaraban todas las
mercancías que entraban y salían de París…y se recogían los correspondientes
impuestos.
Ahí se vio la mano de un científico, cuya idea-generatriz era la conservación de la “masa”: nada se pierde… ¡Sólo cambia de manos! Sin embargo había introducido una pequeña corrección: La “masa” (dineraria) puede estirarse a voluntad. Lavoisier no se distinguió por su “avaricia”, al contrario, quiso modificar el sistema con el fin de hacerlo más sostenible y humano. El sistema era, sin embargo, tan miserable y coercitivo que poco pudo hacer: ¡nada!
Ahí se vio la mano de un científico, cuya idea-generatriz era la conservación de la “masa”: nada se pierde… ¡Sólo cambia de manos! Sin embargo había introducido una pequeña corrección: La “masa” (dineraria) puede estirarse a voluntad. Lavoisier no se distinguió por su “avaricia”, al contrario, quiso modificar el sistema con el fin de hacerlo más sostenible y humano. El sistema era, sin embargo, tan miserable y coercitivo que poco pudo hacer: ¡nada!
¿Es
necesario decir que “la barrière” fue
el objeto más odiado por los revolucionados? ¿Es preciso recordar que de ella no
quedó piedra sobre piedra cuando empezó a “llover
piedras”? ¿Merece la pena insistir que el nombre del “inventor” fue
inscrito en la lista definitiva? En su defensa, que propició la existencia del
vino, perrero pero barato, de “barrière”.
A
esta culpa objetiva y metafísica se añadía otra que, no por personal y
mezquina, iba a ser menos determinante. Un joven doctor franco-suizo con ansias
de inmortalidad, creyó haber descubierto una máquina de utilidad cósmica: Un
detector de infrarrojos, “avant la lettre”.
Colocaba el aparato cerca de la calva de Benjamín Franklin y el calor que
desprendía era recogido en forma de “trémulas
ondas de calor”. Lo colocaba junto a una cerilla y las ondas aparecían
más firmes. Una bala de cañón…o cualquier otra cosa que desprendiera calor. El
joven, tímido y escurridizo, se empleó a fondo en la explicación de las
bondades y utilidades de la “máquina”.
No miraba de frente, su cara tenía el brillo mate de las escamas de
pescado de cinco días. No paraba de rascarse y de taconear como “el cojo Marchena”.
¿Quiere
vd. decirme que Marat aún no había contraído la “enfermedad”?…¿que la “enganchó”
en las Catacumbas?... ¿Qui lo sa?
Aquel día se comportó como si la tuviera.
La
Academia no tomó el asunto en consideración. Lavoisier reprochó la vaguedad de las mediciones… ¡Con
lo meticuloso que había sido él y su querida Marie-Anne en pesar los gases
intervinientes en ese intercambio letal esencia de la oxidación!
El
joven, escupió por la comisura izquierda y se retiró sombrío… decidido a dar el
siguiente paso. Sus desacompasados pasos se perdieron en la sala en la que
todos los pasos se pierden, volvieron, pues nada se pierde, a concentrarse en
el pasillo y salieron volando en cuanto entraron en contacto con el “gas oxidante”.
En
esto que llegó lo de la Bastilla y la “disolución”
de la “Barrière”. Su nombre volvió a primer plano. Lavoisier por entonces
dirigía la fábrica de pólvora que servía al Ejército Revolucionario y era una
especie de socialista europeo del siglo XXI… Es igual, las cosas iban tendiendo
hacia su equilibrio. Algo se había “perdido”…
¡Pues, tenía que “encontrase”!: Un
joven había perdido su confianza y las oportunidades de éxito y un científico
había ganado justamente lo perdido.
Cuando
el proceso se radicalizó y los
“jacobinos” tomaron las riendas, el “Amigo
del Pueblo” atacó duramente a “La real Academia de las Ciencias” y a
Lavoisier en particular. Las acusaciones tomaron “masa”: que si humedecía el
tabaco para que pesara más…que si impidió (con su cerca) airear París…que si
servía pólvora mojada al ejército revolucionario…que si era de la “pequeña nobleza”…etc…etc
Marat,
“el amigo del pueblo”, fue
acuchillado en Julio del 93 mientras confeccionaba sus famosas listas e
intentaba quitarse las pútridas escamas: En la última aparecía el nombre de
algunos miembros de la Academia y de famosos “fermiers”: Lavoisier era de los primeros. La Academia fue cerrada
en agosto y el químico y su suegro
detenidos en noviembre. La mano del Dr. franco-suizo era larga. Ahora vería ese
engreído y feliz químico de lo que era capaz, incluso muerto, un científico
despechado. Vería las oleadas de calor naciendo de su cuello. Todo se
equilibraba: ¡me hundiste, pues ahora te corto la cabeza!
Suegro
y yerno esperaron en el convento de Port-Royal, convertido en prisión (Port
Libre), al sur del Luxemburg donde se
creó la primera escuela de comadronas.
El verdugo tardó media hora en despachar a los 28. Cuando le llegó el turno al cuarto lo pesaron con una romana cochinera: 278 kilos y 42 gramos. Pesaron el lote entero: máquina, capazo y víctima. Subió, el verdugo, la cuchilla y la dejó caer. Un ruido de mosquito gigante y frenético, sometido al efecto Döpler, dio una vertiginosa vuelta a la inmensa plaza y volvió al punto de inicio con un chasquido. La cabeza cayó en el capazo color vino. Volvieron a pesar el lote: ¡faltaban 21 gramos!
Marat
se removió en su tumba: ¡Lavoisier no tenía alma! Esos 21 gramos se irían con
el último aliento. Pero ¿qué último aliento, si le habéis sajado el cuello?...
¡El aire de las venas… las burbujas de sangre al reventar…una última y terrible
ventosidad!... ¡A saber!... ¿Dónde están esos 21 gramos?
La
cabeza, desde el capazo color burdeos, reprochaba, en silencio, la desidia y la
vaguedad de las mediciones: Si la escena hubiera sido hermética…estaría
flotando en forma de gas carbónico. ¡Nada puede perderse!...
Cuando
cayó la quinta, la cuarta cabeza le dijo al oído: ¡Les he creado un problema! Y sonriendo expulsó la última bocanada
que, con dificultad, había estado conservando.
(Lean ustedes el capítuo 24 de "El abuelo", de Aleksandr Chudakov...)
Si hubiera sido el año 1886, hubieran probado la Coca-Cola (*) con el inoxidable verdugo. Pero como estamos en 1794, cuando acabó la faena le ofrecieron, además del estipendio, un vaso de agua con gas, fresquita, para que expulsara, con un erupto definitivo, los demonios que lo habitaban. La cabeza aún dijo más: “Sin mí, no beberías soda, idiota”. Y, ahora sí, cerró los ojos por sí mismo.
Si hubiera sido el año 1886, hubieran probado la Coca-Cola (*) con el inoxidable verdugo. Pero como estamos en 1794, cuando acabó la faena le ofrecieron, además del estipendio, un vaso de agua con gas, fresquita, para que expulsara, con un erupto definitivo, los demonios que lo habitaban. La cabeza aún dijo más: “Sin mí, no beberías soda, idiota”. Y, ahora sí, cerró los ojos por sí mismo.
Finiquitada
la sesión es el momento de tomarnos un copuzo en ”L’Academie de la Bière”.
Enfrente de lo que fue Prisión: Boulevard Port-Royal. La Coca-Cola ni en plan
conmemorativo…así que un güisqui con soda, en vaso largo y con hielo duro… ¡para
hacer el cateto!
––Aquí sólo servimos cerveza! ¡Está
Vd. en la “Academia de la Cerveza”!
––Pues póngame una cerveza con soda.
¡La quiero culta! ¡Especializada en termodinámica!
––Nuestras cervezas son de
social-humanístico
Salimos
de la Academia y peripatéticamente nos dirigimos a Chatelet a tomar el metro a
Lilas.
DVD:
“Sócrates” y “Pascal” de Rossellini (*)…Por aquello de Port-Royal.
Para
coger el sueño (¡difícil!): podemos hacer un grupo con los bateristas que se
conmemoran hoy: Talking Head, Fleetwood Mac, Van Halen, Blur… Podrían organizar
una batucada para acompañar a la antigua y sincopada voz de la Remiti (*). Si como es previsible, Morfeo no acude,
pónganse algo de Keith Jarrett (*) …y
si ni así… ¡¡inténtenlo con Marta Sánchez!!
……………………………………….Bona
nit………………………………………….
Muerte de Marat
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/07/propuesta-para-hoy-dia-17-de-julio.html
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