Bueno.
Ya hace tres años exactos desde que quien esto escribe comenzó una aventura que
pensó fugaz y simpática. No ha sido así: la empresa me ha engullido de tal
manera que mi vida se ha convertido en un revivir. Comenzó como “Propuestas ¡”Quién pudiera!”, pero
el desarrollo del proyecto me ha
obligado a suprimir el “¡quién pudiera!”,
pues nada desearía menos que repetir algunas de las propuestas que propongo.
A
lo largo de estos tres años (450.000 visitas) ha cambiado la forma y el
contenido de esto que puedo calificar de “Tratado
de la estupidez humana”, arribando, desde la ligereza inicial, a pesadas y
pedantes rememoraciones, sólo amortiguadas por la presencia de mi nuevo perro,
Hegel.
Mi
última voluntad será que encuadernen esta obra magna y la depositen en la “Oficina de Pesas y Medidas” de París, si
es que existiera tal entidad; de lo contrario, que se deposite en cualquier
academia de teratología.