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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 11 de diciembre. SEGUNDA SERIE. Musidora y los Surrealistas. El infame Cañero.





Dios (Estado) creó la Idea de “Guerra” y toda su dialéctica interna. La Idea se desplegó y dio a luz a la Idea de “Primera Guerra Mundial”. Los proletarios del mundo la implementaron como historia. La claridad de la Idea se vio enturbiada por las minucias de la materia. Todo estaba previsto en la Lógica, pero Marne reveló como ilusoria la “victoria rápida”… y empezó la guerra de posiciones. ¡Hala! ¡A cavar trincheras! Y cuando estuvieron cavadas y dispuestas para un tiempo indeterminado, surgió el problema de con quién soñar para soportar el aburrimiento, pues la cosa iba para largo. Algo que no estaba previsto en la dialéctica de la Idea.


Esa necesidad recorría el frente. Tampoco las ciudades iban sobradas. La euforia se trocaba en depresión.

Todo esto lo contaba con gracia andaluza “el del tabardo”. Mi asombro no tenía límites ante tanta erudición y profundidad teórica. Las cazallas volaban como ráfagas. El tremendo tres cuartos descansaba, como una res abierta en canal, sobre dos sillas. 

Feuillade se posicionó en la primera fila del Folie Bergères, dijo, oteó la escena y dio con lo que andaba buscando… ¡una verdadera bomba!  




Mientras… André Breton, que se había apuntado en la Escuela de Medicina, hacía de enfermero militar en la Enfermería Municipal de Nantes, descubre a Rimbaud y éste le muestra la teoría de la pasión… y su prima Manon, el bochorno de la práctica.
Apollinaire. Fin de Maintenant... Y recién empezado el 16 conoce a ¡Vaché!, que ha acudido a la Enfermería a curarse una pierna, como Rimbaud. Lo de Rimbaud era tumor. Lo de Vaché, umor




Y, como decía antes, el tal Feuillade, dio con lo que andaba buscando: una mujer de bandera, ágil, misteriosa, valiente, desprejuiciada, inteligente… y dispuesta a vestirse de murciélago. Ideal para dulces sueños y pesadillas de los frentes aliados. Y para hacer llevaderas las tardes ciudadanas. Feuillade, ya conocido por la exitosa serie cinematográfica Fantomas, la contrató para encarnar a Irma Vep (anagrama de “Vampire”). Y así nació la primera vamp de la historia.


Vaché y Breton se aficionaron a lo que podría llamarse el cine-collage: entraban en un cine, veían un trozo de película, salían, entraban en otro, veían otro fragmento y así pasaban las tardes. Si se trataba de una de las diez aventuras de “Vampires” se la tragaban entera. La admiración por Musidora (1889-1957), pues así quiso ser llamada Irma Vep, nacida Jeanne Roques, perduraría siempre. Es claro que Musidora era una gran lectora, entre sus preferidas: Gauthier. "Fortunio" (¿qué si no?) fue su fuente de inspiración.

Vuelto Vaché al frente, Breton siguió frecuentando a Musidora, esta vez con Aragon y Soupault (“los tres mosqueteros”, como los calificó, en un arranque de inspirada fantasía, Valéry). Para él, personificaba una mezcla de sexualidad y muerte que pronto recibiría el nombre de “erotismo” (o “morbo”)… En la estela de la americana Theda Bara o de la mismísima Tristouse Ballerinette.

 Musidora es en verdad la mujer moderna… La figura que representa es lo opuesto a la conciencia.” (A.B.) “Es la fealdad y la belleza; es como todo lo que amamos hoy día” (G.A.) “La décima musa” (L.A.)

Esa mezcla de sexualidad, novedad, misterio, peligro y transgresión, se convertiría en la misma base del concepto surrealista del amor y en la directa inspiración de Última de las Creaciones Dadá, aportación de Breton a una de las provocadoramente aburridas, por previsibles, sesiones Dadá-París. Era octubre del 16. 

Si miran en la Wiki, podrán ver los 10 episodios y concluirán por Udes. mismos. La que va vestida con leotardos negros y que sobrevuela la escena en los momentos más insospechados… ¡esa es!

Musidora no se conformó con eso, siguió con la dirección, la producción, la escritura, la escultura, la pintura… 

… Y mientras tanto, déjeme que le cuente, dijo echándose al coleto la enésima copa de cazalla, la tal Musidora tuvo una aventura o un romance, como lo llamábamos, con un personaje siniestro, con un hijoputa redomao que quiso, al final de su vida, ponerse a bien, también, con la corte celestial y regaló, o cambió, qué sé yo, unas tierras al Ayuntamiento. Y aquí estamos. ¿Cómo se prendó del señorito?... ¡Pues, no lo sé! Pero sé otras cosas…

–¿Qué edad me echa Ud.?–Preguntó de sopetón.

–Así, después de comer y con las cazallas, pues… unos sesenta y cinco pasaditos.

–Dio en el clavo: 74 y medio. Nací en el 38.

–El medio pa los burros ¿n’est-ce pas?

–¡Pues, sí! ¡Pues, eso! Con la edad que tengo he visto muchas cosas y las que no he visto me las contó mi padre y mi abuelo, que trabajaron para esa bestia en su finca de Viñuela…  y antes.

El señorito era Antonio Cañero, continuó. Nació en el número 31 de la calle Puerta Osario, nada… a cuatrocientos metros del Cristo de los Faroles, el 1 de enero de 1885; su padre, Manuel, era un militar de cierta importancia y se dedicaba a los caballos, algo que esta gente lleva en la sangre. Todos los hijos fueron caballistas. Estoy por decir que todos salieron con un belfo un poco equino. Nosotros también teníamos animales, no crea: una yegua y un burro, pa las faenas del campo n'est-ce pas? Lo suyo era otra cosa.

El tal Antonio, que era el más pequeño de los hijos, fue siempre un mimao. Y quizás por eso siempre mostraba tanta corajina cuando le llevaban la contraria. Se aficionó a los toros (y al ejército) y a punto estuvo de quedarse sin piernas, precisamente por los años en que Musidora triunfaba como Irma Vep. Por mí como si se hubiera muerto. Pero no se murió, no. El ejército lo aceptó. Y hacía las dos cosas. Y supo, con el tiempo, conjugarlas, como ya verá Ud.






Como el toreo a pie no le iba bien, es más, amenazaba su vida, se pasó al rejoneo. Por entonces Musidora, enamoradas del sur (aunque para nosotros sea norte) estaba dirigiendo, produciendo y actuando en el País Vasco. Nada, una película de carlistas, La capitana alegría, ella muere al final. Lo curioso es lo gran caballista que era. Como he dicho, le gustaba el sur, así que se fue a Andalucía a rodar películas de toros y tal… y así, supongo, fue como conoció a Antonio. Las películas no están nada mal, no crea. Pero ver a la bestia parda de Antonio actuando, porque Musidora le convenció de que valía pa eso…, es que te dan ganas de pegarle fuego a la pantalla. 




Hizo dos películas, Sol y sombra… que no sé si se refiere a las circunstancias del redondel o al mejunje mañanero, al que supongo aficionado al funesto Antonio, que, por cierto, hacía de galán… ¡galán! El éxito de la película la animó a rodar el documental-ficción, pionero, Tierra de toros, rodada en las fincas del susodicho (y del Lagartijo, apodado El Califa)… y con los caballos del mismo. Él, por entonces, ya era una figura del rejoneo moderno, vanguardista. Los dos estaban en la cresta de la ola. Triunfadores (¡22 festejos en el 22 y 60 en el 24!). Amantes. Hasta que el hijoputa abandonó a la mujer por una princesa rusa… ¡princesa rusa!… habría que ver qué princesa rusa era esa, cuando, como Ud. sabe, los bolcheviques habían liquidado a la realeza. ¡Princesa rusa! Musidora lo pasó mal. Pues al abandono le acompañaba la penuria. 



–¿Y cómo era eso del rejoneo moderno, vanguardista?– pregunté con una cierta aprensión, pues veía que su discurso podría alargarse hasta la cena.

–Pues, mire Ud. – Miré y continuó. Lo que me contó fue más o menos lo siguiente:

Antes de Antonio se rejoneaba al estilo portugués, dijo. Antonio introdujo el estilo andaluz, con traje campero y sombrero cordobés. Implantó los tres tercios, normales en el toreo a pie; poner las banderillas a dos manos desde el caballo; matar con estoque desde el caballo (y si no lo conseguía, remataba la faena pies en tierra y acababa con el animal a sablazo limpio). 

Ha sido escrito: “Nadie antes que él supo unir la gracia majestuosa de la jineta con la valerosa gallardía del lance taurino”.

Está de más decir que hizo las Américas, los Portugales y las Francias. El trabajo se le amontonaba, así que pidió la retirada del ejército. ¡Ay! ¡Ay!

El rejoneo, sabe Ud. ha sido cosa de señoritos sin alma. Las garrochas siempre se han usado, pero eran para conducir al ganado… ¡no para matarlas! El rejón es otra cosa, es algo vanguardista, moderno. Casi de la escuela de Stanislavski. Cuando mi padre me contaba los destrozos que hacía, sólo ensayando, en las pobres reses, me comían los demonios.



A todo esto, la llegada del cine hablado, acabó con Musidora… ¡lo que le faltaba a la pobre! Por suerte era valiente e instruida no un bruto como Antonio… aunque de algo cojearía ella cuando pudo enamorarse de ese malafollá. Así que se pasó a la pluma. Y no lo hacía mal. Quizás influyera su amistad, ¿qué digo amistad? ¡faternidad!, con Colette, a quien, por cierto, enseñó a nadar. Bueno, este detalle no viene mucho a cuento, pero fue así. Fue cuando la guerra aquella que ha aparecido al principio. Las dos y la Moreno vivían en una especie de falansterio femenino, demasiado avanzado para la época.


Bueno, pues eso, que la llegada del cine sonoro le dio la puntilla… ¡y los años! Ya no estaba para ir con esas mallas apretás.

Aun así, fíjese Ud., sus amigos surrealistas pensaron en ella y escribieron para ella una especie de sainete El tesoro de los jesuitas con el que querían homenajear (mujenajear) a su “décima musa”: Aventuras, alguna muerte, ambiente vintage… y tal. Ensayaron y ensayaron, incluso en el hotel donde se hospedaba Musidora, pero todo quedó en un proyecto. Todos los personajes tenían como nombre anagramas de “Musidora”.

Que cuándo ocurrió eso. Pues, ya le digo, en el 28, cuando lo del sonoro y tal. Aquel verano sería inolvidable para Aragon. Suerte tuvo el burócrata. Fue, siguiendo a su novia, a Venecia, pero ella se largó (y ¡bien que hizo, creo!) con el pianista negro del establecimiento. Y, al mismo tiempo, en París, un amigo al que había encargado vender un Braque para sufragar los gastos, lo vendió; sí… pero se quedó con el dinero y se fue en pos de una tía. A Aragon sólo le quedaba dinero para un tubo de barbitúricos. Se los zampó, y, cuando estaba a punto de exhalar el último aliento, en prosa, lo descubrieron y lo devolvieron a la vida. Cuando volvió a París, destrozado sentimental y económicamente, se juntó con Breton, que tampoco estaba para echar cohetes, e idearon la cosa. Al final Musidora aún tuvo un poco de suerte. La colocaron en la Cinématéque Française, n’est-ce pas?

–¡Ud. me apabulla!

–¿Apabullar? ¡Ahora verá Ud. lo que es apabullar! Recuerde que ha sido Ud. quien me ha preguntado y pedido explicaciones. Yo iba tan tranquilo a tomarme una cañita a la plaza cuando he oído que me llamaba. N’est-ce pas?

–Y ese toque afrancesado?

–¡Ná! Restos de las vendimias.

–¡Mozo! ¡Tráiganos otra botellita!

-- Agárrese fuerte a la silla, porque lo que viene es la hostia.

Viendo llegar la magna oportunidad de dar un paso más en el rejoneo moderno, vanguardista y, coincidiendo con su retirada de los ruedos, pidió reingresar en el ejército. Lo hizo con el grado de teniente de caballería, como era natural. 

Ha sido dicho: "Al Algabeño y a Cañero los he visto yo tirotear con fusiles de montería a los presos de la cárcel de Antequera, donde yo estaba de guardia..."  Bueno del Algabeño no hablemos… ¡era mucho peor! 

Tirotear entra dentro de lo comprensible; si de tirotear a presos se trata, la cosa se hace más difícil, pero lo que le contaré supera todos los límites de la crueldad, sólo comparable con la que implementaron, ¿se dice así?, los nazis. Pero Cañero fue pionero.


Cañero y su batallón que, por cierto, recibió todo el armamento e impedimenta del mismísimo Queipo de Llano, recorrían los campos al amanecer rejoneando virilmente a todo aquel sobre cuyo nombre hubiera recaído una sombra de sospecha de rojo. Cañero demostró su experiencia. Hasta el culo de sol y sombra y de cocaína. Sólo pensar en el ruido de las monturas se me ponen los pelos de punta. Entraban a las casas de campo, sacaban a sus moradores y entre todos los lanceaban como al toro de Tordesillas. En Baena, haciendo honor a su segundo apellido, se empleó a fondo y su recuerdo perdurará por los siglos de los siglos.

 ¡Dele dios (¿) mal galardón! 

 “Guardias rurales, aperadores de fincas, señoritos aficionados a la equitación.” 

Como la Cruzada de Pedro el Ermitaño. Aquellos años las rapaces engordaron.
Paulino Uzcudun hacía otro tanto por las costas vascas.
Después se integraron en el batallón Gran Capitán formado por "falangistas, jóvenes de acción popular y otras procedencias oligárquicas".

Vamos un genocidio en toda regla.
Todo lo que le cuento de este hijoputa lo tiene escrito Moreno Gómez.

... Seguía en la cresta de la ola. Héroe nacional. El corazón, cosa rara, empezó a fallarle y se retiró a su finca de Viñuela. De esta manera el mundo se enteró de que Antonio tenía corazón. Aun así ejerció como concejal en el ayuntamiento de Córdoba. 


Viéndose con un pie en el estribo, y siguiendo ancestrales costumbres, se preparó para bien morir. Entre unas donaciones de tierras que hizo al obispo Fray Albino y unos arreglos que consiguió con el ayuntamiento, se empezó a construir el barrio, éste, que lleva su nombre. Acudieron familias desheredadas, humildes de la tierra y, poco a poco, fueron habitando las casas sociales. Antonio murió antes de ver florecer el barrio. Estaban con los desmontes y movimientos de tierras. Murió el invierno del 52 y a su entierro solo asistieron los cuatro caballos enjaezados que conducían el vehículo y los curas de San Lorenzo. ¿Qué quiere? ¡Así es la cosa! Y seguramente los caballos irían obligados o engañados. Es en estos casos cuando echo en falta la existencia de dios (¿).
Para más mortificación, el ayuntamiento de Córdoba, presidido por Herminio Trigo de Izquierda Unida, bautizó la plaza del barrio con el nombre del verdugo. 


–¿Y la gente qué dice?
–Pos hay de todo. Hay algunos que vomitan por las esquinas, hay otros que están contentos y otros que prefieren no remover la mierda, dicen. Pero, vamos algo se va haciendo. El otro día, sin ir más lejos, hicieron limpieza en el Museo Taurino. De todas maneras el barrio es un barrio popular, como Ud. mismo ha podido comprobar y, es más, ha sido decisivo en la elección y mantenimiento de ayuntamientos de izquierdas. Nosotros mismos hemos tenido que acabar de poner en marcha los servicios que dejaron sin acabar. Y le digo más, fuimos los primeros en crear una asociación de vecinos, pero de las de antes, ¿eh?

El tabardo se había dormido de forma trágica. Parecíamos el contenido de sus sueños. En un momento determinado mi compañero pidió la cuenta:
–¡Niño! Si se debe algo dilo, que ya pagará aquí el guiri.
–¿Guiri? Pero… si soy de Barcelona.
–¡Pues eso!
Era noche cerrada cuando salimos de la bodega. Brillaban las estrellas; sin embargo el suelo de pavés estaba húmedo y brillaba con brillo mate, como de navaja tras cortar una loncha de jamón serrano. Nos despedimos delante del tonelete. Yo me dirigí a la plaza y mi contertulio, embutido en el tremendo tabardo, se fue en dirección contraria, siguiendo la calle de Lázaro Navajas.
En la plaza esperaban mis Custodios. Silleta de la reina y… ¡a casa! Cuando sobrevolábamos Albacete, Chiara, señalando con uno de sus preciosos dedos un puntito brillante, dijo: ¡Mirad!... ¡La estrella de Sam Cooke!




         Cañero,
ya que has caído tan bajo,
ponle una moña a Cascajo
en lo alto del lucero.
Entre los cuernos fascistas
Cañero rejonea.
Entre cornudos de pista
la jaca caracolea.
Capitán de chulería,
señorito picador,
si afino la puntería,
no habrá rejoneador.
Llena las calles de Córdoba
con regodeos de los finos;
fascistas de a caballo
entre escuadrón de asesinos.
Majadero de cuatro patas,
caballista de tronío,
comandante de las ratas,
traidor de mucho sonío.
Todo lo debes al pueblo;
hasta tu nombre, Cañero.

Prepárate a devolverle
nombre y vida, majadero.


Pepe Tito, uno de Caballería, Venceremos, Jaén, 30-8-36).

Propuesta para la mañana de hoy, día 11 de diciembre. 2ª SERIE. Betty Page. Sam Cooke. Se cita a Musidora.




Asteriscos* remiten a efemerísticas razones.





Cuando nació Betty Page, Irma Vep* (¿Qué no les suena Irma Vep? Pero ¿con quién me las estoy viendo?) abandonaba París por su África particular, España, en pos de un señorito matarife que dará todo lo que tiene dentro en la inminente contienda. Cañero se apellidaba, para más señas.

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La belleza, como he dicho muchas veces, abre puertas… y cierra mundos. Vean un ejemplo: La hermosa Betty Page le cerró el mundo de la pedagogía: Los siniestros adolescentes estaban más pendientes de la turgencia de sus carnes que de las del encerado. Le abrió, sin embargo, las puertas de la publicidad y le entreabrió las del cine sórdido.

Y le abrió, sobre todo, las puertas de la locura.




Santa Betty Page decoró cabinas de camiones TIR, habitaciones de apestosos adolescentes, imaginaciones escuetas de productores de espectáculos. Y siempre se mantuvo dentro de sus hermosísimos límites. No es fácil controlar un físico extraordinario: te llueven piedras. Betty fue la modelo “pop” por excelencia (¿sus pin up?). Playmate de enero del 55. Tenía 22 años. Una verdadera vamp.

Y se retiró cuando el “pop” hacía su presentación pública.

Acababa el año 1957 y le dio por la religión… Su pasado no ayudaba. La Iglesia la rechazó, pero ella, dicen, pudo ordenar sus deseos y viajar a Angola a servir a los nuevos designios que la vida le tenía reservados. Sam Cooke, recorría el camino inverso: abandonó la Iglesia y sus cantos por el canto profano dando origen al aún no nominado “Soul”.

En París, tal día como hoy, de aquel mismo año, fallecía Irma Vep*. Y en Córdoba se entregaban las últimas llaves a los vecinos del Barrio Cañero.

Mientras, en Londres, se mostraba “el mañana” lleno de electrodomésticos y espíritu deportivo; en Cholame, James Dean estropeaba definitivamente un Prosche Spyder; Pollock, en Long Island, hacía lo propio con su Oldsmobile descapotable y Rosa Park, en Alabama (¡hay que tener desfachatez…y negra la tez!) se negaba a ceder su asiento a un blanco.
El K.K.K. intentaba renacer cual Ave Fénix sembrando el terror en las oscuras tierras la Unión. Wonderful World…



Tal día como hoy, del año 1964, Sam Cooke era acribillado de un tiro certero, calibre 22 que le rompió la columna vertebral.  La encargada del hotel donde se había registrado Sam y su chica (que superaba por poco el límite establecido en Only Sixteen) dijo haber vaciado su revólver calibre 32 sobre el cuerpo de su hermano de raza. Eran las 3’30 cuando fue levantado el cadáver que, a más de ese neto destrozo de las vértebras, presentaba signos, por decir algo, de una monumental paliza que, sin ayuda de la artillería, también hubiera resultado fatal. Se habló de la mafia del disco y del K.K.K., que intentaba renacer cual Ave Fénix. Ardía Missisipi… y California. Matar un ruiseñor.

Sam no fue nunca un angelito negro de los que otrora popularizara Machín. Por cierto, el poema convertido en canción fue escrito, con toda la buena intención antirracista, por alguien apellidado Blanco.

Su música sonó en el entierro, inmediato, de Malcolm X… y por delante de su cadáver pasó desde Muhammad Alí, hasta Ray Charles… Aretha se vestía de gala cada vez que se disponía a verlo en televisión y Obama hizo sonar A Change Is Gonna Come el día de su toma de posesión.



En aquellos años se puso de modo la recolecta del “Domund”, aquí en este país de dios (?). Los niños pedíamos para los negritos. Yo me preguntaba de qué estarían faltos que no lo estuviera yo. A mí sólo me faltaba una capa de pintura para pasar por abisinio. Y, para colmo, no tenía a una Betty Page que me acariciara la mejilla. Cosas de niños.



Su esquizofrenia fue, seguro, producida por su preciosa figura, por su sonrisa, por sus curvas… que chocaban con la recta y árida realidad; por su aspiración a la pureza en lucha contra las babas cotidianas de los reyes de la dentadura postiza; por haber vivido en la época de la “caza de brujas”. ¿Intento de asesinato?... ¡Es lo mínimo! Su inocencia desamparada la hizo culpable de los oscuros pensamientos que brotaban en los cráneos masculinos (y femeninos, pues ya la moda unisex daba sus primeros pasos). Y desde entonces todo fue según lo previsto.

Tal día como hoy, del año 2008, desaparecía de la faz de la tierra esa hermosura de mujer que fue Betty Page. También perteneció al club de los “muertos dos veces”. Era el año internacional de la patata y en los cines triunfaba la segunda entrega de la nueva serie de Batman, ese Musidoro sin gracia.



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En Córdoba, la llana y caracolera, encajonado entre la nacional IV, el parque Fidiana, la provincial 31, la autopista del sur, el Carrefour, el Guadalquivir y la nada, se encuentra el Barrio Cañero. Y dentro del barrio, como es connatural a cualquier amontonamiento humano, existen diferentes establecimientos hosteleros cuyo aforo total supera con mucho el de los centros educativos y culturales en general.

Allá donde hay río, mis Custodios van encantadas. Y si es el Guadalquivir… ¡ya ni les cuento!



Udes. pueden tomar el AVE desde Sants y en cinco horitas se plantan en la mismísima plaza del barrio homónimo. Es un barrio tipo colonial, años cincuenta. Casas bajas; calles de adoquines que no pueden ser disimulados por una miserable capa de alquitrán; aceras salpicadas de naranjos bordes y una plaza desproporcionada que más parece el Zócalo mejicano que una humilde plazuela andaluza. Una iglesia con toques amarillos la cierra por uno de los costados. Cuando lleguen acérquense a la bodeguilla de cañero. Desde la esquina de la plaza podrán distinguir el barril de vino que, como emblema y reclamo, está plantado justo en la puerta. Pídanle un taburete al tabernero, pues seguro que anterior se lo ha llevado algún desaprensivo. Abríguense bien y líense un cigarrillo a lo Luky Luke.

Mi proverbial facilidad para las relaciones me abre puertas (y me cierra mundos).

¡Oiga! ¡Buen hombre!– a un transeúnte que transita embutido en un tres cuartos forrado, por dentro, de piel de borrego, y eso lo sé porque las solapas, tremendas, lo evidencian.

–¿Es a mí?– mirando aterrado al cielo oscuro de tormenta.

–¡Aquí! ¡Sí es a Vd.! Tiene pinta de buen hombre ¿no?

–Si Ud. lo dice…

–No le apetecería acompañarme y tomar una copita de fino. Yo invito.



–Pero… ¿quién paga? Porque aquí hay mucha guasa: Se invita pero acaba pagando uno.

–Yo soy forastero.

–Pues una cañita… ¡por el barrio cañero!

–¡Por el barrio cañero!

Se acerca con cautela, mirando a ambos lados de la calle y se planta delante del barrilete. El camarero sale, saca un cigarrillo, lo enciende y atiende nuestro pedido. Después de cinco minutos, arroja la colilla junto al tonel y entra a cumplir con su cometido.
Cuando están los vasitos sobre la madera:

–Me llamo Kino– digo tendiéndole la mano.

–Y yo Antonio, aunque me conocen como “el del tabardo”– contesta desviando la mano de la cerveza hacia la mano que le tiendo. Me ahorro preguntar por la razón.

–¿Podría, sr. Antonio, darme razón del nombre del Barrio?

–¿Y eso?…¿A qué viene tanta ansia de conocimiento?

Pasaron los minutos y las horas. Y mientras nos pimplamos una botella, seis cañas y, dentro, dos botellas de vino acompañando una hermosa tortilla de patatas, (y una fuente de caracoles congelados (recuerden que estamos fuera de temporada)), el paseante, ahora comensal, me fue explicando el origen del barrio y, cosa insospechada, todo lo que hizo relación con Musidora. Lean Udes. y vislumbrarán la sabiduría que se encierra en las personas anónimas (para nosotros, pues ellos, y los suyos, bien saben quiénes son) que circulan extraviadas por nuestras calles.

Fue sobre todo con las cazallas cuando entramos en harina.

Pues, mire Ud. este barrio tan humilde y combativo…   

Pero, déjennos seguir pimplando y estrechando nuestra amistosa relación y ya les haré un resumen después.




Propuesta para hoy, día 6 de enero. NACIMIENTO, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE SHERLOCK HOLMES.

   6 DE ENERO 2025                                                            1. NACIMIENTO. En ninguna de las obras canónicas se cita...