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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Propuesta para la mañana de hoy, día 11 de diciembre. 2ª SERIE. Betty Page. Sam Cooke. Se cita a Musidora.




Asteriscos* remiten a efemerísticas razones.





Cuando nació Betty Page, Irma Vep* (¿Qué no les suena Irma Vep? Pero ¿con quién me las estoy viendo?) abandonaba París por su África particular, España, en pos de un señorito matarife que dará todo lo que tiene dentro en la inminente contienda. Cañero se apellidaba, para más señas.

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La belleza, como he dicho muchas veces, abre puertas… y cierra mundos. Vean un ejemplo: La hermosa Betty Page le cerró el mundo de la pedagogía: Los siniestros adolescentes estaban más pendientes de la turgencia de sus carnes que de las del encerado. Le abrió, sin embargo, las puertas de la publicidad y le entreabrió las del cine sórdido.

Y le abrió, sobre todo, las puertas de la locura.




Santa Betty Page decoró cabinas de camiones TIR, habitaciones de apestosos adolescentes, imaginaciones escuetas de productores de espectáculos. Y siempre se mantuvo dentro de sus hermosísimos límites. No es fácil controlar un físico extraordinario: te llueven piedras. Betty fue la modelo “pop” por excelencia (¿sus pin up?). Playmate de enero del 55. Tenía 22 años. Una verdadera vamp.

Y se retiró cuando el “pop” hacía su presentación pública.

Acababa el año 1957 y le dio por la religión… Su pasado no ayudaba. La Iglesia la rechazó, pero ella, dicen, pudo ordenar sus deseos y viajar a Angola a servir a los nuevos designios que la vida le tenía reservados. Sam Cooke, recorría el camino inverso: abandonó la Iglesia y sus cantos por el canto profano dando origen al aún no nominado “Soul”.

En París, tal día como hoy, de aquel mismo año, fallecía Irma Vep*. Y en Córdoba se entregaban las últimas llaves a los vecinos del Barrio Cañero.

Mientras, en Londres, se mostraba “el mañana” lleno de electrodomésticos y espíritu deportivo; en Cholame, James Dean estropeaba definitivamente un Prosche Spyder; Pollock, en Long Island, hacía lo propio con su Oldsmobile descapotable y Rosa Park, en Alabama (¡hay que tener desfachatez…y negra la tez!) se negaba a ceder su asiento a un blanco.
El K.K.K. intentaba renacer cual Ave Fénix sembrando el terror en las oscuras tierras la Unión. Wonderful World…



Tal día como hoy, del año 1964, Sam Cooke era acribillado de un tiro certero, calibre 22 que le rompió la columna vertebral.  La encargada del hotel donde se había registrado Sam y su chica (que superaba por poco el límite establecido en Only Sixteen) dijo haber vaciado su revólver calibre 32 sobre el cuerpo de su hermano de raza. Eran las 3’30 cuando fue levantado el cadáver que, a más de ese neto destrozo de las vértebras, presentaba signos, por decir algo, de una monumental paliza que, sin ayuda de la artillería, también hubiera resultado fatal. Se habló de la mafia del disco y del K.K.K., que intentaba renacer cual Ave Fénix. Ardía Missisipi… y California. Matar un ruiseñor.

Sam no fue nunca un angelito negro de los que otrora popularizara Machín. Por cierto, el poema convertido en canción fue escrito, con toda la buena intención antirracista, por alguien apellidado Blanco.

Su música sonó en el entierro, inmediato, de Malcolm X… y por delante de su cadáver pasó desde Muhammad Alí, hasta Ray Charles… Aretha se vestía de gala cada vez que se disponía a verlo en televisión y Obama hizo sonar A Change Is Gonna Come el día de su toma de posesión.



En aquellos años se puso de modo la recolecta del “Domund”, aquí en este país de dios (?). Los niños pedíamos para los negritos. Yo me preguntaba de qué estarían faltos que no lo estuviera yo. A mí sólo me faltaba una capa de pintura para pasar por abisinio. Y, para colmo, no tenía a una Betty Page que me acariciara la mejilla. Cosas de niños.



Su esquizofrenia fue, seguro, producida por su preciosa figura, por su sonrisa, por sus curvas… que chocaban con la recta y árida realidad; por su aspiración a la pureza en lucha contra las babas cotidianas de los reyes de la dentadura postiza; por haber vivido en la época de la “caza de brujas”. ¿Intento de asesinato?... ¡Es lo mínimo! Su inocencia desamparada la hizo culpable de los oscuros pensamientos que brotaban en los cráneos masculinos (y femeninos, pues ya la moda unisex daba sus primeros pasos). Y desde entonces todo fue según lo previsto.

Tal día como hoy, del año 2008, desaparecía de la faz de la tierra esa hermosura de mujer que fue Betty Page. También perteneció al club de los “muertos dos veces”. Era el año internacional de la patata y en los cines triunfaba la segunda entrega de la nueva serie de Batman, ese Musidoro sin gracia.



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En Córdoba, la llana y caracolera, encajonado entre la nacional IV, el parque Fidiana, la provincial 31, la autopista del sur, el Carrefour, el Guadalquivir y la nada, se encuentra el Barrio Cañero. Y dentro del barrio, como es connatural a cualquier amontonamiento humano, existen diferentes establecimientos hosteleros cuyo aforo total supera con mucho el de los centros educativos y culturales en general.

Allá donde hay río, mis Custodios van encantadas. Y si es el Guadalquivir… ¡ya ni les cuento!



Udes. pueden tomar el AVE desde Sants y en cinco horitas se plantan en la mismísima plaza del barrio homónimo. Es un barrio tipo colonial, años cincuenta. Casas bajas; calles de adoquines que no pueden ser disimulados por una miserable capa de alquitrán; aceras salpicadas de naranjos bordes y una plaza desproporcionada que más parece el Zócalo mejicano que una humilde plazuela andaluza. Una iglesia con toques amarillos la cierra por uno de los costados. Cuando lleguen acérquense a la bodeguilla de cañero. Desde la esquina de la plaza podrán distinguir el barril de vino que, como emblema y reclamo, está plantado justo en la puerta. Pídanle un taburete al tabernero, pues seguro que anterior se lo ha llevado algún desaprensivo. Abríguense bien y líense un cigarrillo a lo Luky Luke.

Mi proverbial facilidad para las relaciones me abre puertas (y me cierra mundos).

¡Oiga! ¡Buen hombre!– a un transeúnte que transita embutido en un tres cuartos forrado, por dentro, de piel de borrego, y eso lo sé porque las solapas, tremendas, lo evidencian.

–¿Es a mí?– mirando aterrado al cielo oscuro de tormenta.

–¡Aquí! ¡Sí es a Vd.! Tiene pinta de buen hombre ¿no?

–Si Ud. lo dice…

–No le apetecería acompañarme y tomar una copita de fino. Yo invito.



–Pero… ¿quién paga? Porque aquí hay mucha guasa: Se invita pero acaba pagando uno.

–Yo soy forastero.

–Pues una cañita… ¡por el barrio cañero!

–¡Por el barrio cañero!

Se acerca con cautela, mirando a ambos lados de la calle y se planta delante del barrilete. El camarero sale, saca un cigarrillo, lo enciende y atiende nuestro pedido. Después de cinco minutos, arroja la colilla junto al tonel y entra a cumplir con su cometido.
Cuando están los vasitos sobre la madera:

–Me llamo Kino– digo tendiéndole la mano.

–Y yo Antonio, aunque me conocen como “el del tabardo”– contesta desviando la mano de la cerveza hacia la mano que le tiendo. Me ahorro preguntar por la razón.

–¿Podría, sr. Antonio, darme razón del nombre del Barrio?

–¿Y eso?…¿A qué viene tanta ansia de conocimiento?

Pasaron los minutos y las horas. Y mientras nos pimplamos una botella, seis cañas y, dentro, dos botellas de vino acompañando una hermosa tortilla de patatas, (y una fuente de caracoles congelados (recuerden que estamos fuera de temporada)), el paseante, ahora comensal, me fue explicando el origen del barrio y, cosa insospechada, todo lo que hizo relación con Musidora. Lean Udes. y vislumbrarán la sabiduría que se encierra en las personas anónimas (para nosotros, pues ellos, y los suyos, bien saben quiénes son) que circulan extraviadas por nuestras calles.

Fue sobre todo con las cazallas cuando entramos en harina.

Pues, mire Ud. este barrio tan humilde y combativo…   

Pero, déjennos seguir pimplando y estrechando nuestra amistosa relación y ya les haré un resumen después.




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