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sábado, 9 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 9 de noviembre. SEGUNDA SERIE. Apollinaire. Velocidad de la luz.


(Los asteriscos * remiten a razones efemerísticas)

Si alguna tarde les da por pasear su melancolía por Saint Germain (París, naturalmente), deténganse ante el 202. Eleven la vista. ¿Ven los ventanucos que miran asombrados? ¿Los ven? Bueno, pues en un de esas buhardillas habitaba Apollinaire desde 1913. Y allí murió tal día como hoy del año 1918.

"Pero Guillaume
APOLLINAIRE
acaba de
morir"
(Breton a Aragon)

"El poeta asesinado", que había sobrevivido a un obús, hacía días que se encontraba mal. Una fiebre infernal lo consumía. Sus amigos iban y venían, menos Max Jacob, que no se movió de su lado. Se llamó al prestigioso dr. Capmas, quien no puedo hacer más que diagnosticar: Gripe española, procedente de USA. Mató más que la metralla y más indiscriminadamente.

En los bajos del edificio está el Café-Brasserie Le Bizuth. Pídanse un cóctel "Apolinaire" (sic) y pidan a continuación una bacinilla para vomitar: vodka, zumo de fresa, licor de fresa, zumo de limón y champagne. Comprueben que sean las cinco en punto de la tarde.




La cosa empezó en Montmartre... Picasso llevó a Max Jacob al Bar Austin Fox, en la Amsterdamm, con el fin de presentarle al poeta de nuestro tiempo. Y alli estaba el, por el momento apátrida, Kostrowitz (Guillaume). Les tendió su mullida manita y pasó a relatarles aventuras de Fantomas, confidencias sobre Nerón y Petronio, les habló de Búfalo Bill y, sin duda, les citó la segunda catilinaria* de Cicerón. Picasso pagó las consumiciones con resignación.... Y acabó, como saben, en la Rive Gauche. Entre estos dos escenarios, toda una acumulación de prodigios... y en todos estuvo presente el polaco-romano-francés que, en ese momento entregaba, caligramáticamente fastidiado, su alma (?): ¡No quiero morirme!, decía; ¡Aún no! ¡Tengo mucho que decir! (y calló para siempre). No te quejes, gordinflón, ¡mira cómo quedó la pobre Marie Jane Kelly *!: Le robaron el corazón... y ¡hasta sus últimas palabras! Por lo demás, ¡TÚ elegiste voluntariamente la guerra!


lean la entrada 31 de agosto http://kinomoriarti.blogspot.com.es/2013_08_31_archive.html

Cubierto con la tricolor fue conducido a la cercana iglesia de Santo Tomás de Aquino y, hecho lo que tuviere que hacerse, conducido al Père Lachaise. Le fueron rendidos honores militares y poéticos, mientras la multitud festejaba el armisticio victorioso al grito de "Mort á Guillaume!!". El "encantador putrefacto" lo atribuyó al éxito universal de sus "Once mil vergas" y de "Las mamellas de Tiresias", sin caer en la cuenta de que el Káiser era su tocayo y que la guerra habia terminado.. El pájaro de Benin y Tristouse Ballerinette le construyen una estatua de vacío en los bosques de Meudon. Su muerte cerró una época; la nueva se había abierto con la muerte de Cravan y la inmediata de Vaché. "Los tres mosqueteros" esperaban a Tzara.

En estos momentos el último rayito de sol, el verde (que diría el otro), chocará contra la cristalera y rebotará en la vergonzosa copa del cóctail. ¿O ha sido al revés? Un inaudible sonido cristalino dará siete vueltas a la mesa y se disolverá euridicianamente. No puede medirse el tiempo que tarda el rayo de sol de ir de la cristalera a la copa (o al revés), sin embargo, creemos que algo ha sido antes y algo después. Galileo lo intentó en las colinas de Florencia. Tampoco pudo, y concluyó que la velocidad de la luz era infinita. Y, tras él, todos lo creyeron... hasta el 9 de noviembre del año 1676.

Cassini (italo-francés), fue un especialista en Júpiter y sus lunas, descubiertas por Galileo. Nada ocurría por allí sin el conocimiento (¡cuando no el permiso!) de Cassini. Algo había, sin embargo, que le consumía: el caprichoso comportamiento de la joven y torturada Io. No era capricho, era errancia...impuesta por la necesidad. Mandó emisarios a Uraniborg con la esperanza de recuperar los instrumentos y estudios de Brahe. Sólo encontraron ruinas atravesadas por la humedad de los estrechos .... y un joven prodigio: Roemer.



Bueno, en realidad, yo soy un científico. La Astronomía, así en general, y la física de partículas (en particular), son mis verdaderas pasiones. No le hago ascos a la biología, ni a la geología y la neurociencia es otro campo en el que me muevo con atrevimiento. Por ese motivo, porque soy un científico, he venido a París, hoy domingo 9 de noviembre del año 2014, acompañado por mi mujer; hemos tomado una habitación (180 del ala) en el Austin-Fox y, tras sincronizar nuestros relojes, le he dado instrucciones claras y concretas (y una linterna): "A las 17'30 deberás encender la linterna en la segunda planta de la Tour Eiffel... ¡y enfocar hacia Notre Dame! Yo estaré en el Pont des Arts." 


Dejo la bacinilla llena y el ojo izquierdo, y corro hacia el puente. A las 17'30 en punto veo la luz (de la linterna). Conclusión: la luz se transmite de forma instantánea. Ven qué fácil. Pero...¿Qué pensarían Vds. si la luz hubiera sido vista por mí a las 17'33? Podrían responder que nunca se ha dado ese caso. Entonces yo les contestaría explicando el "caso Cassini".

Vuelvo adonde la bacinilla y espero a mi mujer para comentar el resultado del experimento y acabar de quedarme ciego. Llega mi mujer y pregunta si lo ha hecho bien. Pedimos la merienda-cena: una ensalada para ella y un plato de caracoles para mí. Vino a discreción para los dos. El camarero, desde la puerta de la cocina, amenaza con estrangularme cuando me pille solo.

Cassini, como todos, estaba convencido de la velocidad infinita de la luz. Sin embargo, en el caso e Io las observaciones nunca coincidían con las previsiones teóricas: O aparecía un poco antes o un poco después. Con el fin de no alterar el postulado fundamental, se propusieron hipótesis ad hoc. Roemer, el genio venido de Dinamarca, supuso, en un estupendo giro copernicano, que la velocidad de la luz era finita, así que tardaría más en llegar a la Tierra si esta se encontraba más lejos de Jupiter y para contrastar la hipótesis y solucionar de una vez la errancia de Io, propone un experimento crucial que se llevaría a cabo tal día como hoy del año 1676.

Según los cálculos de Cassini, la luz de Io tendría que llegar a las 17'30 en punto. Dieron las 17'35 y la luz no había llegado. Pasó otro minuto...¡y nada! 49 segundos después de las 17'37 pudo verse el resplandor de la atormentada Io. Así lo había predicho Roemer, bueno más o menos. En lo esencial la razón cayó de parte del danés. Quedó demostrado que la velocidad de la luz era altíiiisima, pero finita: 300.000 Kms. Por segundo, kilómetro más o kilómetro menos.



Las consecuencias de este descubrimiento fueron cruciales y, según me ha contado mi mujer, que en este momento se lleva un brote de canónigo a la boca, llegado a ese límite, cualquier intento por incrementar la velocidad (aumentando la energía) revierte en aumento de la masa. Eso es algo que, claro, Roemer no sabía. Hizo falta que Faraday uniese al campo de la "energía" (electricidad y magnetismo) y que Lavoisier hiciera otro tanto con la "masa" para que Einstein hiciera saltar todo por los aires unificando "energía" y "masa" mediante un factor de conversión, que no era otro que la cifra calculada por Roemer y que, por respeto a la antigüedad, llamó "celeritas" (c). Así, rotos los principios de conservación de la energía y de la masa, por separado, quedó establecida la conservación del continuo energía-masa. ¿Qué les parece? O sea que la energía se convierte en materia y la materia en energía, según la famosa ecuación de Einstein.

Cuando nos levantamos de la mesa, ya sin ojos (y con un riñón menos), un cliente, a quien parece que la energía se le va convirtiendo en masa, ocupa la mesa con premura. Si fuera martes, tomaríamos el (pen)último alcohol en el Flore.

No crean que me olvido: he votado Sí Sí... aunque lo haya hecho por mi querencia hacia el Imperio Austrohúngaro... ¡y qué!







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