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jueves, 17 de octubre de 2013

Propuesta para la mañana de hoy, día 17 de octubre. Avito.Varios: Chopin. Cléo de Merode...


Me permitirán que empiece el día de forma un poco grotesca (e insegura). Les aseguro que el día de hoy es uno de los más aciagos, de los más lúgubres y vergonzosos (no consigo formular correctamente) de la historia de las “democracias de postguerra”.

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Que me aspen si logro hacer claro entre los diferentes pueblos germánicos que se introdujeron en la parte occidental del imperio romano y sus proezas. Sólo me suena aquello de la “Batalla de los campos Cataláunicos” y porque se desarrolló en la Champagne que, por lo demás, es una región rica en cereales y otras hierbas. Aquellos pueblos me suenan a especies ornitológicas: Gépidos, alanos, sármatas, hérulos. Vándalos y sus subconjuntos (silingios, omanos, buros, varinos, didunos, helvecones, charinos, manimios, elisios, najarvales…). Godos, visigodos. Suevos, Francos…Todo esto coincidía con (y causaba) la desintegración de la parte occidental del Imperio. El papa León I evitó que los hunos dieran el golpe de gracia. ¿Qué les diría? Lo cierto es que se retiraron y desaparecieron melancólicamente como neandertales, entre epidemias y hambrunas.

Me suena “Gala Placidia”, no tanto por su relación (muy provechosa) con el visigodo Ataulfo, sino por las atracciones Caspolino (R.I.P.) que tanto tuvieron que ver con la detención de Puig Antich. La hija de Gala, Honoria, también pacificadora, y harta de la santurronería de la corte, quiso ser raptada por Atila y dejarse ya de abstinencias. Valentiniano III, su hermano, lo impidió y Atila, enfurecido (algo así como Chuck Norris anfetamínico), arrasó la ciudad de Aquilea, la del terremoto.




¿A qué viene todo esto?, dirán Vds.

¿A qué viene todo esto?

Pues no lo sé muy bien, pero intentaré salirme airoso.

Asesinado el emperador, de muerte natural, la sucedió Avito (y el enésimo saqueo de Roma por Genserico.) ¡¡Basta!! El tal Avito tuvo que huir, por las razones que fueren, a Arlés y desde allí, enloquecido y con las orejas intactas, contraatacó. Fue derrotado en Piacenza. Le perdonaron la vida pero lo castigaron con saña: le obligaron a tomar el Hábito y hacerse cargo, tal día como hoy, del año 456, del obispado de la ciudad. Al final, por no sé qué motivo, lo encerraron en su residencia y lo mataron de hambre: ¡Lo peor que le pueden hacer a un obispo!

¿Ven Vds.? Una desconsideración con la ortografía puede llevarte al martirio. “Avito” sí que suena a pájaro. Con ese nombre no tenía más remedio que acabar de forma afrentosa. ¡Para que después defendamos la futilidad de la “H”!
Tengo para mí que los germanos cruzaron el “limes” cuando constataron la continuada desidia que los romanos adoptaron al escoger el nombre de sus retoños. ¿Cómo puede un futuro emperador llamarse “Honorio”?...como si de la “tasca Honorio” se tratara; “Mayoriano”, como si ejerciera de mayoral de cornúpetas; “Antemio”. “Avito” (que suena a complemento vitamínico para aves de corral). ¡Vergüenza! Frente a éstos: “Alarico”, “Ataulfo”, “Genserico”, “Odoacro”… ¿Qué sonoridad! ¡Qué potencia fonética!

¡¡Basta!!

¡Lo que hay que hacer para poder tomarse unas copitas de cava de la zona (ya que no “Champagne”)! Esto de envolver cada gesto, cada paso, con un chascarrillo, es agotador. A estas alturas creo que ya no hay remedio. Se ha apoderado de mí una verdadera compulsión que no tiene muy buena pinta. Se resiente el sueño, el camaderil solaz. Las relaciones se mustian como las acelgas del Condis. El huerto se abandona…E incluso el convulsionado mundo pierde importancia. Así se va configurando, poco a poco, la personalidad del “intelectual”.

Hoy es un día apropiado para zamparse unos calamares “a la romana” (con limón de Murcia, naturalmente). Voy a la “lonja” de Monsolís (“Mongat Nord”, si van en ferrocarril) y espero que coloque las “platas” tomando una cerveza en el bar de enfrente. Ruego a dios que no esté el chino de siempre. Los chinos tienen unos reflejos metafísicos. Antes de que el “¡YOOOO!” reglamentario pase de mi cabeza a la lengua, ya ha tenido tiempo de decir su nombre completo y hasta el destino que le espera al cefalópodo. Y se larga, el muy cabrón, sin decir ni adiós, con su presa bajo el sobaco.



Ha habido suerte. Sólo había jubilados lentos y amodorrados bajo este templado sol de octubre. Esperan la morralla. De vuelta paso por el condis y me hago con una botellita de verdejo y un cuarto de mejillones. Comida perfecta, como corresponde a este “Veranillo de los Arcángeles” que, los prosaicos, denominan de “san Martín” o “san Miguel” y los poetas primerizos y rústicos: “de los membrillos”. Acompáñenlos con un poco de Mahonesa (*)

Aunque vean medias sandías envueltas en celofán a precios de saldo, ni se les ocurra catarlas. Recuerden el destino de John Reed. De vuelta del Primer Congreso de las Naciones Oprimidas de Oriente (¿PC? ¡NOO!) celebrado en Dagastan, compró una sandía roja como su apellido y la mordió con tanta pasión como puso Eva en su mordisco. El resultado fue parecido: unas fiebres tifoideas lo llevaron a la tumba en dos días. Era el 17 de octubre del año 1920. Al año siguiente Dagastan sería incorporado a la URSS. Su muerte estremeció al mundo unos cuantos días...¡no sé exactamente cuántos!
(¿Recuerdan Vds. aquel poema de Edgar Lee sobre Taylor, el diácono, cuya muerte fue atribuida por sus feligreses a las traidoras sandías, pero que, en realidad, había muerto de una cirrosis acumulativa? )

La mañana del 17 de octubre del año 1968, después de que las elecciones de junio echaran agua sobre los rescoldos de mayo, fui expulsado, DEFINITIVAMENTE, de los escolapios. Aquellos días circulaba (yo) por entre las desmochadas palmeras, la maleta siempre dispuesta, sin encontrar acomodo definitivo en ningún aposento de la institución educativa. Sabía que se tramaba mi destrucción. Los curas jugaban y me iban cambiando cada día de lecho. Querían sangre antes del golpe postrero. ¿Raro? ¡No me hagan contarles a Vds. de lo que son capaces esos cuervos!

Y a mí aquello me gustaba. Me imaginaba como Rimbaud en Oriente. Esperaban de mí una muestra de arrepentimiento, tras la cual expulsarme como a un perro que se humilla y te lame, aún incluso, cuando lo estás apaleando. Sádicamente. Yo no pertenecía a aquella raza. Yo tenía una gota de la estirpe de Lilith. Así que cuando me lo comunicaron, saqué un paquete de “46” que llevaba en el bolsillo, contraviniendo toda norma. Saqué un cigarrillo, me lo puse en los labios, lo prendí y los miré con los ojos entornados (por el humo) y entre convulsiones logré articular: “¡Ahora ya puedo fumar sin esconderme!”. La música de aquellos días era la “Gran Polonesa” y la polonesa “Heroica” de Chopin. Alguien tenía un tocadiscos a pilas y no sé cómo conseguí ese “single”. Oía a Chopin en todo tiempo y, como era a pilas, en todo espacio.



Pues bien, tal día como hoy, del año 1849, moría en París (¡Plaza Vêndomme!También el padrastro de Baudelaire murió en esta plaza y tampoco fue guillotinado) el músico polaco. Cuando supe de esta coincidencia se reforzó mi querencia. Lo enterraron el Père Lachaise arropado por su “marcha fúnebre” (sonata nº2). Su corazón, sin embargo, está depositado en la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.



También se podría hacer un club de aquellos cuyos corazones reposan separados de sus cuerpos.

Seguro que han visto Vds. la imagen “gore” del corazón de Jesús, cercado por una corona de espinas y envuelto en llamas ¿verdad? Pues eso fue lo que vio María de Al(b)a(ri)coque. Era tal día como hoy del año del señor de 1690. Y así muríó.

El 17 de octubre, una hora antes de su muerte, hizo llamar a su superiora y le rogó que le administraran la unción de los enfermos. Dio las gracias por todo”. Exhortó a sus hermanas: “Amad al Amor, pero amadle con perfección”. Es su último legado. Y añadió que “ya no tenía nada que hacer en este mundo, sino ir a abismarse en el Sagrado Corazón de Jesús. Luego, tras pronunciar el santo nombre de Jesús, entregó dulcemente su espíritu”.


A ella se le debe el culto a los despojos divinos.

Pero es que además, la mañana de tal día como hoy, del año 1966, el año en que tocó la lotería de navidad en Fortuna y el pueblo se sumía en la mayor borrachera que recuerda el siglo XX, moría en París, en la “hausmeana” rue Teheran (nº10, haciendo esquina con la plaza Narvik, rntre Manceau y Hausman) la mujer más hermosa de todos los tiempos, la más bella del universo-mundo, de la vía láctea, del universo…más que Ava Gadner. Más que Rita Hayworth (*): ¡Cléo de Merode! Eso no impide, lo cortés no quita lo valiente, que la desprecie por haber tenido relaciones con el bandido más grande de la vía láctea, del universo: Leopoldo II “del Congo”. (Sobre este personaje…¡volveremos!). Vean las fotos y la talla de Rodin…





Expulsión. Chopin y Cléo: tres elementos que constituyen una constelación merecedora de todo un firmamento (como diría “Manué”).

Jean Seberg no cuenta.

La música para esta mañana: La citada de Chopin. Repitan el “Réquiem”…porque la cosa lo merece…


















 




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