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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Propuesta para la mañana de hoy, día 25 de septiembre. “Diario de un seductor”. Alejandra Pizarnik-


A estas alturas mi vida ha perdido toda originalidad y se mantiene de prestado.  Puedo consolarme diciendo que mi vida “revive” el pasado. La realidad es que no puede crear nada nuevo. Así son las cosas y ya he decidido que así serán. Pero incluso la rememoración se hace cada vez más tragicómica. “La vida puede ser comprendida viendo hacia atrás, pero sólo ha de ser vivida hacia delante”, eso decía Kierkegaard. Lo segundo es imperativo…excepto en el caso de Benjamin Button.

Hoy toca excursión a Barcelona… ¡esto es un no parar! Antes, sin embargo, tengo que arreglar cuentas con nuestro viejo conocido (y, no obstante, amigo) y deforme Kierkegaard. Lean Vds., si quieren, las propuestas del 5 y el 8 de mayo y continúen con la que propongo para hoy.
25 de septiembre (“Diario de un seductor”. Incluido en “O esto o lo otro”, 1843.)





“¿Por qué no puede durar más una noche así? Si Electra se pudiera olvidar, ¿por qué en estos casos el sol no puede sentir compasión? Ya se ha acabado todo, y yo pido de no verla más. Una vez que una jovencita ha dado todo, está rota, lo ha perdido todo; pues, si en el hombre la inocencia es un momento negativo, en la mujer es la esencia de la vida. Ahora es imposible toda resistencia, pero mientras exista es bonito amar; cuando cese, amar se convierte en hábito y debilidad. No deseo recordar esta relación con ella; ella ha perdido el aroma, y ya pasaron los tiempos en que una jovencita, por el dolor de la infidelidad del amante, se transformaba en heliotropo. No me despediré de ella, ya que no hay nada que me moleste más que las lágrimas y las súplicas de las mujeres, que confunden todo y en el fondo no significan nada. Es verdad que la he amado, pero de ahora en adelante ella ya no puede ocupar mi alma. Si fuera un dios haría lo que Neptuno hizo con una ninfa, la transformaría en un hombre.

Valía la pena saber si estaba en grado o no de engatusar a una jovencita hasta el punto de que tuviese tanto orgullo de imaginarse que era ella la que se cansaba de la relación. Podría ser una farsa muy interesante, que por sí misma tuviera también un cierto interés psicológico y, desde ese punto de vista, nos enriquecería con muchas observaciones eróticas”. FIN.

Se trata de la última entrada del “Diario…” y acaba de tirarse a Regina. Es para romperle (acabar de) la espalda y las piernas. En su descargo decir que quien habla es Johann, la encarnación del estadio estético, de ese vivir poéticamente que te conduce, por falta de objetivos, a la repetición de lo mismo…al límite mismo de la melancolía. Los estadios (estético, ético y religioso) no son momentos hegelianos, son cursos posibles del río que constituye nuestra vida. Son resultado de una elección consciente y angustiosa resultado de un correcto aprendizaje. Eligiendo nos construimos y participamos, desde la subjetividad, en lo general…etc…etc. En fin que la vida es una continua ansiedad (desde Adán), un “mareo de libertad”, que sólo se calma con el absurdo de la fe, con la confianza plena en “Dios” (Abraham. “Temor y Temblor”). La ansiedad nos informa sobre nuestras opciones, nuestro propio conocimiento y nos conduce desde la autoconciencia inmediata a la conciencia de reflexión (conciencia pre-reflexiva / conciencia reflexiva de Sartre).

Es justo lo que acontece en el Condis. Siempre he dicho que el Condis es un microcosmos que refleja la totalidad del universo. Te ves arrojado a ese espacio siempre mal climatizado y enseguida te asalta la angustia de la elección: “esto o lo otro”. ¿Brócoli o coliflor? (ambas opciones son equivocadas). ¿Qué hacer? ¿ir al chino?... porque lo que es el huerto ya está en las últimas.

Por eso, para evitar la angustia, me he establecido un ritual raramente alterable: tostada de pan con aceite y orégano griegos y un fifti-fifti. Un poquito de angustia, ¡vale!, pero sólo cuando dudo entre coñá u otro espirituoso.

Con “temor y temblor”, tanto que derramo el carajillo, rememoro la figura de Alejandra (Flora) Pizarnik, aquella madrugada del 25 de septiembre del 72 en la puso fin a su angustiada vida con una muerte seconalmente sódica. En el número 980, apartamento 7º C, de la calle Montevideo, Buenos Aires, naturalmente. En su apartamento, un  pizarrón verde y escrito en él:

                                                        No quiero ir
                                                        nada más
                                                        que hasta el fondo
Oh vida
Oh lenguaje
Oh Isidoro                                                                       Septiembre de 1972.                               

               

Clavadas en la pared, unas fotografías de Breton y de Rilke. Muñecas pintadas, disfraces, papeles desordenados…

Sobre la mesilla de noche alguien había depositado la piedra de la locura… y un trapo de lino empapado en celedonia, de la familia de las adormideras.

Se la llevaron, sin vida, al Hospital Pirovano. Allí se la veló según el rito judío (Infórmense Vds. de su procedencia y del destino de buena parte de su familia). Al día siguiente se hizo la vela “normal” en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores. Y el 27 fue enterrada en el cementerio judío de La Tablada.

En los bajos del edificio, feo donde los haya, han puesto un despacho de lotería.

PARA JANIS JOPLIN
“A cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

Así como duerme la gitana de Rousseau.
Así cantás, más las lecciones de terror.

Hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
Me pregunto si eso no aumentó el error.

Hiciste bien en morir.
Por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo







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