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domingo, 27 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 27 de octubre. SEGUNDA SERIE. Livinstone, supongo. Canal de Soez (perdón, Suez). Leopoldo II asoma el morro. Rimbaud. Conrad. Wagner...







De entre los muchos pecados que pesan sobre la cabeza de Bruselas, dos son imperdonables: El genocidio congoleño y la abandonada muerte de Sor Sonrisa. Sobre lo segundo he dicho lo que tenía que decir. Sobre lo primero, algo he dicho y más que diré; ahora una pequeña introducción.

1


–Bonjour, monsieur Courbet.
–Bonjour, Monsieur Bruyas. Bonjour, Monsieur Calas et bonjour beau chiot.
Esto es un saludo educado, gentil. Lo otro fue un abrupto y prepotente encuentro con un diálogo propio de guionistas macarras:
–Livingstone, supongo.
–Elemental, querido Stanley.
Courbet se encontraba en la cárcel acusado de derruir la columna de Vendôme, mientras esos dos siniestros payasos vagaban por Africa, bajo el seguro escudo de la bacinilla y los pantalones cortos, abriendo caminos a la religión y al comercio; el primero predicando enloquecido la palabra de dios y el segundo, sin escudarse en dios, iba directamente al grano. Y, además, sin ponerse de acuerdo en la fecha de la impronunciada frasecita: ¿27 o 28 de octubre? ¿10 de noviembre? El año 1871.

Hoy mismo, hace unas horas, cientos de subsaharianos, amparados bajo chándales y sudaderas de mercadillo, han embestido contra la valla de Melilla. Doscientos han conseguido entrar. Un muerto y varios heridos. Las correrías de aquella pareja, y las de otros inmisericordes, deberían de ser un salvoconducto.

2
–Hegel, supongo.
–¿Supones qué?
–Que eres Hegel, ¿no?
–¿Quién voy a ser, imbécil? Las efemerísticas te van a idiotizar, si es que no lo estás ya.
Así, con ese buen humor y amigable talante, salimos al alba del mediodía hacia la cantina del Día. Hegel tiene cancha libre. Entra y se acuesta, apoyando el espinazo contra la barra.
–Señor cantinero, supongo.
–No me vengas con tus majaderías. ¿Qué queréis? ¿Lo de siempre?
–Sí, supongo.
Un carajillo perrero para mí y un mini bocadillo de jamón para el perro.
–Dé Ud. gracias a que no estoy de humor, de lo contrario no habría venido y estaría tomándome este brebaje en Ujiji, en Tanzania.
–Allí estarías bien, mastuerzo, en el Tanganica… aunque mejor estarías en el Titicaca.

3
En 1869, Leopoldo II, tenía 34 años, hacía 4 que era rey de los belgas, 16 de su boda con María Enriqueta y 10 ó 12 desde que había repudiado a la infeliz. La mujer se instaló en Spa, famosa por sus aguas termales y, precisamente, por ser el refugio de María Enriqueta. Allí se agostó jugando a la ruleta y al bacarrá.  Un viernes de agosto moría Blas de Cubas; Monet y Renoir, anticomomuneros,  ponían las bases, en Les Granouillers, del impresionismo… y en los recién creados Estados Unidos de América se patentaba la parafina endulzada masticable.

Stanley, huyendo continuamente de su infeliz infancia, lleva años corresponsaleando e intentando convertirse de malo en peor. Su fama se ha hecho sólida y elástica, como el caucho o el chicle, sin ir más lejos. El New York Herald (época dorada de la prensa) le propone ir a la búsqueda de Livinstone, teólogo y explo(t)rador, que tras haber descubierto y bautizado (ante el asombro indulgente de los habitantes del lugar y de algunos de sus colegas que ya estaban de vuelta) los lagos Victoria y Alberto, las fuentes del Nilo y la cabecera del río Congo, así como el lago Nyassa y el río Zambezee con sus cataratas (que también ofreció a la reina Victoria), se había sumido en un misterioso silencio. Recorría, solitario viudo melancólico, las orillas del Tanganica, que confundía con el Tiberíades, declamando bíblicos versículos iracundos (bonitos y rubenianos endecasílabos). El bochorno continuado amenazaba con licuarle el cerebro y los mosquitos le producían fiebres vaticinadoras. Conminaba a los peces al arrepentimiento ante su próximo exterminio a manos (¿) de las carpas. ¡Arrepentíos!, les gritaba, y los pececitos asomaban sus cabeza, neciamente,  bisbiseantes. Se creía, estaba claro, continuador de la obra evangelizadora en los reinos acuáticos. En la India el agua de quinina estaba siendo mezclada con Ginebra. Tampoco pudo catar el opio chino. ¡Mala suerte la suya!... 
 

Y mientras Courbet pintaba el Encuentro, Livingstone re-creaba el mundo y repartía nombres y se desarrollaba la innovadora guerra de Crimea, Flaubert empezaba en París la publicación por entregas de Madame Bovary. Sepan ustedes que a la vista de la segunda ¿catarata? del Nilo, ya en Sudán, Flaubert, en un rapto incomprensible de inspiración, exclamó: “¡¡Se llamará Madame Bovary!!”  (Maxim du Champ).

Ahora esa llamada Gran Catarata se encuentra sumergida en el lago Nasser.

Hablando de cataratas. En las de Reichenbach acabó (provisionalmente) la vida de Sherlok Holmes, unos días después de la muerte de Rimbaud (1891)

Por cierto, operado de cataratas del ojo derecho, ya tengo madura la del izquierdo: mi segunda catarata (en si sostenido mayor). No está de más añadir que Eugenia de Montijo, la emperatriz, también fue operada nada más y nada menos que por Ignacio Barraquer, cuya inacabable saga cuida amorosamente de mis ojos. Decir que semanas después, la mujer murió (toco madera) por otras causas, entre las cuales la longevidad.


Europa, refundada en Viena, tiene que encontrar-crear nuevos mercados y, sobre todo, materias primas, entre las cuales, la más preciada, la mano de obra (bueno esto se presta a un umor excesivo, dada la compulsión por amputar que se impuso…). 


La incipiente revolución industrial…etc, etc… La acumulación (“primitiva”) capitalista tiene que exportarse. Los viajes exploratorios-explotatorios se ponen de moda y los exploradores-explotadores-aventureros-descubridores-misioneros, se convierten en mitos-timos vivientes. Hasta el monstruo de Frankenstein es conducido por las erinias a las ditescas soledades del Ártico. Allí es encontrado por el capitán Walton que busca el paso del norte que facilite las rutas de navegación… y comienza, así, un magnífico flash back. Mucho podría decirse de la suerte del monstruo sin nombre y el destino del incipiente proletariado industrial. 

El trasiego de mercancías impulsó la construcción de canales marítimos. Se abría, así, en canal, la época más negra del universo mundo. 

Hay que decir, con Rendueles, que el esclavismo no es un residuo del mundo antiguo, sino un elemento central del desarrollo capitalista… Fue la economía industrial la que produjo una expansión sin precedentes del comercio de seres humanos.

4
Como decía, en 1869 le fue encomendada a Stanley la misión de encontrar a Livingstone. A ese objetivo final se le fueron sumando otros, accesorios… pero no menos efectistas; entre los últimos: cubrir la inauguración del Canal de Suez. Tras Suez, viajó por Constantinopla, Jerusalén, Crimea, India… donde los soldados británicos, cansados del amargor de la quinina, empezaban a rociarla con ginebra, hasta recalar en Zanzibar. Wagner componía El oro del Rhin y Tchaikovski Un sueño sobre el Volga. Está claro como el agua que los ríos tenían su momento de gloria.




Bueno, pues, como decía, vuelvo a decir, Stanley aceptó el encargo. Decir, que Stanley se encontraba, según él, en Madrid, en una pensión de la calle de la Cruz, y en Valencia, según la verdad, siguiendo las vicisitudes de la política española, incluyendo las vicisitudes de la malquerida y bienfollada Isabel II… Vean como ejemplo las acuarelas de Bécquer, que entre cuadro y cuadro iba lanzando Rimas y Leyendas

Salió para París tal día como hoy del año 1869. Y allí recibió instrucciones. Su maleta, a causa del salacot, parecía la boa del principito. Exactamente dos años después alcanzaría su objetivo.


El proyecto de unir un brazo del Nilo con el mar rojo era antiguo. Sólo ahora su conveniencia se hizo necesidad. Los saintsimonianos, apoyados en las virtudes fusionantes del comercio y de la industria, se convirtieron en adalides precursores de estas obras de ingeniería. Enfantin, sin ir más lejos, veía en el Canal de Suez el matrimonio entre Oriente y Occidente. Ismail Pashá, conocedor de las pocas simpatías que Enfantin profesaban por el matrimonio, y de no haber sido por Lesseps, lo hubiera martirizado por su ligereza.
Las obras habían empezado en el 59 y la inauguración tuvo lugar el 17 de noviembre de 1869. Y allí estaba Stanley, Eugenia de Montijo (sin Isabel II), saludando al futuro y despidiéndose de la grandeza de Francia… y todos aquellos que constituían la pútrida espumilla, también llamada crême de la crême. Aida no se representó. En su lugar se había representado unas semanas antes, en el Khedivial opera house, construido e inaugurado para los fastos acuáticos, Rigoletto. No era la primera vez que Rigoletto hacía tal papel. 


Las delegaciones oficiales viajaron a Port Said en buques de guerra y el resto de las luminosas personalidades embarcaron en Marsella en barcos de menos empaque. Otros fletaron navíos charters. De Valencia, según anunciaba El Imparcial desde septiembre, zarparía un crucero rumbo a Port Said. Las 1.700 pesetas exigidas fueron el obstáculo definitivo, aparte de la renuencia a lo extranjero que es propia del lugar. El Pelayo, más económico, no sólo consiguió llegar a Egipto sino que fue uno de los 120 barcos comerciales que honraban al Aigle, encabezado por Eugenia de Montijo, como mascarón de proa y el mismo Lesseps. 



 La Berenguela, fragata de hélice del glorioso ejército español, superviviente de la campaña de México, tuvo que dar la nota: Su calado era excesivo para las poco profundas aguas del canal y no tuvieron más remedio que desartillarla, que se dice, cargar el carbón a lomos de camellos y animales humanos que, a su paciente paso, a través del desierto, lo transportaron a Suez... y acomodar parte de la oficialidad en el Pelayo. El ingenio español no tiene límite… Ni su inquebrantable voluntad de hacer el ridículo. Y así fue cómo los bravos oficiales españoles atravesaron el canal: Haciendo de tripas corazón y como vulgares comerciantes de higos secos.
Antes de iniciar tan egregia travesía, y para mostrar el amor que profesaban a la granadina, por nacimiento, emperatriz y al folklore inolvidable de la tierra (a pesar


de los 45 días de travesía), le habían cantado unas inoportunas coplas:

Con las bombas que tiran
 los fanfarrones
 se hacen las gaditanas
tirabuzones





Gran problema es en las Cortes
Averiguar si el consorte
Cuando acude al excusado
Mea de pie o mea sentado…




Isabelona
Tan frescachona
y don Paquita
tan mariquita…

Eugenia a punto estuvo de cañonear el Pelayo y la Berenguela.

Suez abrió la veda: Corinto, Panamá, Kiel… hasta llegar al abyecto Canal del Mar Blanco. Decenas de miles de muertos arrojados como combustible en las calderas de la acumulación capitalista. Y siempre estuvo presente la crême de la crême

5
Sin el Canal, Phileas Fogg, no hubiera podido ganar su apuesta. Tal día como hoy del año 1872, Fogg y Picaporte, seguidos de cerca por el inspector Fix, van rumbo a Hong-Kong. Parece evidente que si la novela se publicó por entregas en noviembre y diciembre del 72, fuera ideada en 1871.


Y así nos plantamos en 1971. Sultanato de Zanzibar, centro ya de distribución de esclavos. El sultán Majid había afianzado el papel de la isla en el asunto.
Y allí estaba Stanley. 

Las últimas noticias de Livingstone lo situaban por allá o por las orillas del Tanganica. No encontrándolo en ninguna taberna del lugar ni en ninguna iglesia, se dirigió, a desgana, hacia el continente, a la recientemente bautizada Dar es Salam (“Refugio de Paz”) por el casi difunto sultán Majid.

Mientras Stanley y los suyos atravesaban selvas y tomaba buena nota de todo, Chicago ardía por los cuatro costados. Sobre sus ruinas, y con el acicate de la especulación del suelo, se levantaron edificios nunca vistos (Escuela de Chicago): ¡Edificios de más de diez plantas! Qué digo diez… ¡más de quince!... sobre pilares de hormigón; estructuras metálicas, ventanas corridas, e, incluso, eliminación de los muros de carga. Predominio de la ortogonalidad, la simplicidad ornamental y la limpieza de líneas: Inicio del futuro. New York.



 En Viena, en el Ring, el movimiento de tierras es incesante: Es el canto de cisne de la arquitectura historicista.
En París, Hausmann, ha simplificado la cosa y ha introducido un nuevo modelo de gestión del espacio urbano. La Comuna pagará las consecuencias.

Stanley, mascando, displicente, savia de manilkara, tomaba nota: elefantes por aquí, bosques de caucho por allá, minerales preciosos por acullá…
–¡Ah, y babuinos!– y anotó el sonoro nombre para donárselo a uno de sus descendientes, precisamente al más tonto: Balduino, granaíno por muerte. 



 La comitiva parecía un circo ambulante… o un hospital de campaña en marcha… o la corte errante de un reyezuelo… o la oficina rodante de un agrimensor sin escrúpulos. Avanzaba dejando una estela de destrucción y muerte.
Sin embargo, a Stanley lo que más le martirizaba era el seco, poco delicado, traqueteo de su carromato. Las ruedas de madera escueta, o recubierta de caucho macizo aunque ya vulcanizado, eran un suplicio. 

Cuando, mermada, la troupe llegó a Ujiji, cesó el zarandeo y la risa floja se le desató. Los habitantes del lugar, que aún no tenían práctica, en vez de una cruz sobre el rostro, pergeñaron, entre gritos de espanto, la silueta de un reptil. Livinstone, puesto en aviso, se encasquetó el salacot y fue a su encuentro. Stanley esperaba a la sombra de un magnífico mango.



 Livingstone, supongo–aulló (con una media sonrisa de asco que le producía masticar la goma) para dejar constancia; y le tendió la mano.
 
–¿Quién voy a ser, si no?– contestó el residente, cogiendo la mano que se le tendía– ¡Oh, Stanley, Stanley, aquí está el manantial de la fuerza y del poder que transforman!». Stanley creyó entender que se refería a las fuentes del Nilo. Y así era. 

De la comitiva sólo sobrevivió el 10 %.

Era el 27 de octubre del año 1871. Acaba de publicarse Rimas y leyendas de G.A. Bécquer. Bruselas se llena de comuneros y Leopoldo II afila las garras con una educación y elegancia superlativas.

En marzo del 72 se separaron. Stanley volvió a Londres vía Zanzibar y Livingstone se quedó. La malaria y la disentería se lo llevaron palante. La pestilencia inundó todo el lago Banweulu. Comenzaba mayo del año 1873. Su cuerpo fue conservado en sal, como en un episodio de La sinagoga de los iconoclastas, hasta su traslado a la abadía de Westminster. Su corazón, sin embargo se quedó, literalmente, en África. El club de los corazones solitarios tiene más miembros que rutas del vino existen. De entre todos me quedo con el Chopin, sumergido en coñac. 


Stanley volvería para completar lo iniciado y facilitar la misión humanitaria de Leopoldo II.

6
Ya los incas y los aztecas conocían el caucho y sus amables aplicaciones.
Los españoles, asombrados por los grandes saltos que daban las pelotitas aztecas, llevaron una muestra del material a la corte. El grandísimo ingenio hispano utilizó el material como goma de borrar las letras escritas con grafito. En Inglaterra la cosa se convirtió en negocio y vendían los, recientemente mejorados, lápices con su pedacito de goma-caucho incorporado. 



 Al mismo tiempo se empezó a utilizar para fabricar moldes y recubrir, ya vulcanizado, ruedas de carros y carruajes. Se ganó en resistencia, pero no en comodidad. Stanley tenía toda la razón del mundo. Su maldad inefable estuvo justificada.

La industria del caucho tenía futuro… pero no mucho.

Desconozco la razón que impulsa al género humano a masticar y a masticar… desde el neolítico, sino antes. Los aztecas, los incas… Ya los griegos masticaban la benéfica mastija desde los tiempos homéricos y por estos lares, la almáciga de lentisco ha curado tremendas diarreas. En este terreno tuvo oportunidad el ingenio hispano de dar otra muestra de su amplitud y profundidad. El que fuera presidente de México, Antonio López de Santa Ana, exilado en Nueva York, llevó consigo una muestra de chicle (savia el árbol homónimo) que entregó a Thomas Adams, su secretario, con el fin de que mirara a ver qué se podía hacer para convertirlo en sustituto del caucho y hacer de México una potencia industrial. 

Mira a ver qué se puede hacer–le dijo.


 Adams, con una visión anglosajona del negocio, lo patentó como goma de mascar dando, así, origen al primer chicle moderno. Era el año 1871. En El Cairo se estrenaba Aida (la guerra franco-prusiana retrasó el acontecimiento). La parafina quedó relegada y la heterodoxa  fecundia hispana quedó nuevamente de manifiesto.

Dos años después de que la Conferencia de Berlín reconociera el Estado Libre del Congo como propiedad personal de Leopoldo II, en Belfast, Dunlop, un padre afectuoso y atento, a más de barbudo impenitente, aceleraría la historia. Con el fin de hacerle a su hijo más llevadero el camino a la escuela, se imaginó una cámara de aire que separara el caucho y las llantas de su velocípedo. Así se (re)inventó el neumático.
Y así empezó una carrera descontrolada por el control de las plantaciones.
Leopoldo II ya había tomado posiciones.



Por cierto el velocípedo fue inventado por los días en que Frankenstein y su criatura desaparecen en los hielos del Ártico.
 


BONUS

Estreno de Aida, 24 de diciembre 1871. Justo esa noche, víspera del cumpleaños de la nariguda (y mío), Nietzsche agradecía la hospitalidad de Wagner y consorte en su palaciega residencia suiza, tocando al piano algunas cositas suyas. La pareja no paró de reírse por lo bajini y a carcajada limpia cuando estuvieron solos.

El año anterior, en la misma fecha, Wagner estrenó como regalo de cumpleaños el idilio de Sigfrido. Nietzsche escuchaba arrobado. No hacía mucho que había sido declarado inútil (disentería lo llaman los médicos) y tuvo que abandonar el ejército alemán y la guerra franco-alemana. Ninguna referencia a la Comuna que siguió a la derrota.

 Rimbaud planeaba con desespero su huida a oriente.

Unos años después (1876), Leopoldo II, rey de los belgas, enterado de las posibilidades de la región que de forma tan altruista había recorrido Livingstone, Stanley y otros, crea una (PRIVADA) asociación científica y filantrópica internacional, a la que había denominado Sociedad Africana Internacional. El rey exponía sus intenciones de introducir la civilización occidental y fue muy bien recibida por la flor y nata europea que se aprestaba a repartirse el mundo, confirmando los análisis de Marx.

Deseando establecer en un espíritu de entendimiento mutuo, las condiciones más favorables al desarrollo del comercio y de la civilización en determinadas regiones de África, y asegurar a todos los pueblos las ventajas de la libre navegación por los principales ríos africanos que desembocan en el océano Atlántico; deseosos, por otra parte, de prevenir los malentendidos y las disputas que pudieran suscitar en el futuro las nuevas tomas de posesión efectuadas en las costas de África y preocupados, al mismo tiempo por los medios de aumentar el bienestar moral y material de las poblaciones indígenas, han resuelto (…): Alterar el significado de las palabras y de los actos. Fundir las tablas de Moisés y convertirlas en estiletes de matarife. Enviar a la “ciencia y a la religión” por delante… para desbrozar el camino, que se dice.

Esta Asociación Africana Internacional, (PRIVADA) se transformó en la Asociación Internacional del Congo (PRIVADA) paso previo para la conversión, bajo los auspicios de la Conferencia de Berlín (1885), en Estado Libre del Congo (PRIVADO). En 1908, se cedió a Bélgica como colonia, pasándose, coincidiendo con la muerte de Leopoldo, a llamar Congo Belga.

En Bayreuth se inaugura el teatro del festival y suenan los primeros compases del Oro del Rhin. Nietzsche huyó. Verdi nunca asistió al festival.


Y aquí y ahora, con ese espaldarazo, Stanley dio todo lo que tenía. Otra vez a sueldo del monarca dio rienda suelta a su imaginación. Casament y Conrad (también contratados) fueron testigos y ambos denunciaron lo impronunciable, el primero con un informe demoledor y el segundo en una novela tremenda que, pese a todo, es incapaz de describir las atrocidades y se limita al escalofriante “¡Horror! ¡Horror!”. (Pueden ustedes leer también al cínico nihilista Céline).

Finalmente, Rimbaud, tras varios intentos, llega a Alejandría a finales de 1878. En el 80 está en Adén y en el 84 se encuentra en Abisinia. Su hermano se refiere a “Harar, o bien Horor” como residencia de su hermano. Tal día como hoy, del año 1891, muere, incompleto, en el hospital de Marsella:

 

Mientras que los gargajos rojos de la metralla

silban surcando el cielo azul, día tras día,

y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe

se hunden batallones que el fuego incendia en masa;

mientras que una locura desenfrenada aplasta

y convierte en mantillo humeante a mil hombres;

¡pobres muertos! sumidos en estío, en la yerba,

en tu gozo, Natura, que santa los creaste,

existe un Dios que ríe en los adamascados

del altar, al incienso, a los cálices de oro,

que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.

Pero se sobresalta, cuando madres uncidas

a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras

le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.

 

Todo ocurrió poco después de la última gira-masacre de Stanley por aquellas tierras (1889).

Y Nietzsche pierde la razón. El capitalismo la había perdido ya hacía tiempo. Casament había llegado al Congo Libre en 1883, el año de la muerte de Wagner y de Marx.

 

 

 

 





sábado, 26 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 26 de octubre. “O.K. Corral” y algo más.


Alguna hermosa canción la incorpora. “Corral” es una sonora palabra castellana y universal que reúne de forma prodigiosa lo topológico y lo onomatopéyico: recuerda a “cercado”, “círculo”, “cordel” y a la algarabía y correrías de los gallináceos (y de los espectadores de teatro). Así pues, estaremos de acuerdo, en que es una palabra que merece su reconocimiento internacional y así ha sido. ¿O.K.?

Aquiles, Ulises, Áyax…Jesse James, Billy the Kid, Doc Holliday… he ahí dos mitologías de frontera. El “duelo”, más bien “balacera”, de OK Corral es como la venganza de los “Epígonos” de Tebas. Y la geografía no le va a la zaga: secarrales en los que el espíritu (¿) anda sediento. Apolo ya había tenido tiempo para desarrollar su nefasta técnica del “matar de lejos”.






Yo, de naturaleza pacífica, también sería capaz de matar, si alguien me obligara a pasar un fin de semana en Tombstone, de premonitorio nombre, Arizona. Aquello parece un camping de tercera. O un aparcamiento de caravanas. Pensar que aquí se reunieron en los años de la plata diez mil  personas da escalofríos. Ahora no llegan a dos mil y se respira mal. Cuando ocurrió lo que me ha traído aquí, estaban registrados 5.300 personas (sin contar chinos  ni niños), y los hermanos Earp, ayudados por un dentista loco (Doc Holliday), intentaban imponer el orden (ya saben Vd. en qué consiste, en general, eso de imponer el orden).

Mis Ángeles Custodios se han negado en redondo a acercarse a esta madriguera de tornados. Que si quieres ir vete tú solo, nosotras no ponemos los pies, ni las alas, en aquellas inhóspitas tierras, que si tal y más cual. Así que, ni corto ni perezoso y para mantener intacta mi reputación, así como para dejar claro que no necesito a mis aladas compañeras, he metido una muda en mi bolsa de las Olimpiadas de Méjico y me he calado la budyonovka al grito de ¡a Tucson, Arizona!... y estoy dando tumbos desde las tres de la mañana, ocultándome en tabernas oscuras.

Para empezar les diré que lo de O.K. no tiene nada que ver con el pulgar levantado. Son las iniciales de Old Kindersley, antiguo nombre de Tombstone, lugar en el que, tal día como hoy, del año 1881, tuvo lugar uno de los hechos más renombrados del Far West. Era miércoles y la luna se encontraba en fase “nueva”.

Tombstone no está lejos de Tucson. Así que pueden coger un avión desde el Prat hasta Madrid. En Madrid cogerán otro hasta Londres. De Londres les conducirán a Dallas y de Dallas a Tucson. 18 horas que parecerán un trimestre. Sin mentar el dinero. A no ser que quieran ir por Méjico. Recorrer Chihuaha, Sonora (y ya que están en Sonora, les aconsejo una visita a la Bahía de Kino, frente a la isla Tiburón) y todos los mortíferos desiertos del norte. Llegarán a Agua Prieta por navidades…. ¡Pero qué nombres les saldrán al paso!

La familia Earp (incluyendo a los tres hermanos, Wyat, Morgan y Virgil), atraída por el oro y la plata se instalaron en aquel poblado fronterizo. Las vetas menguaron y se dedicaron a la hostelería. En torno a la antigua riqueza se formó una ciudad de medianas proporciones con su correspondiente división de clases. La lucha de clases se deja ver empuñando revólveres, espadas, picas, pancartas…

Los Earp dejaron la hostelería y se hicieron con el negocio del “Orden”. Por entonces daba los últimos coletazos la forma de vida “vaquera”. Los “Cowboys”, gente libre y pendenciera, tenían los días contados.

Las escrituras de propiedad se iban imponiendo y “Billy, el niño” había muerto (¿) el 14 de julio.
A los Earp se les unió un dentista loco llamado Doc Holliday, que fue a pasar unos días de asueto y casi se queda para siempre.

Por aquellos andurriales era famoso un grupo que se hacía llamar, precisamente, los “Cowboys”: los hermanos Mc Lauty (Frank y Tom), los hermanos Clanton (Billy e Ike), más un pistolero avezado con nombre de pionero de rock: Billy Claiborne.

Bueno, ya tenemos los personajes. Añádanle una pizca de “sexo”, algún asalto a la diligencia, presuntos robos de cuadrúpedos y ya tenemos el cóctel preparado. Decir que el Tombstone no estaba permitido circular con armas de fuego ni con otras igualmente peligrosas. Habían de ser depositadas en los corrales-liveries, especie de aparcamiento y posada para de caballos. En Tombstone había siete. El OK estaba en la calle principal, la Fremont Street, que ahora es la carretera local AZ-80 que te conduce a la Interestatal de Tucson. Limítrofe estaba el Fly’s Photo Shop. De más está decir que todo aquello está reconstruido siguiendo una lógica consumista que ha alterado un tanto las posiciones originales.

Tanto secarral me está dando una sed de la hostia. Me dirijo a la cantina mejicana de la calle Encarnación, la primera que se abrió en Barcelona, de tan gratos recuerdos. Está cerrada, así que voy al bar de la esquina con Escorial y me siento a una mesita del bar-restaurante homónimo. Pido unas tostadas con aceite y un carajillo. Y antes de que se marche el camarero le conmino a que me sirva un “remolque” en cuanto vea que concluyo el “fifti-fifti”.




Los Earp, con el juez al frente, fueron a desarmar a los “Cowboys”, que venían de dejar los caballos en ¡otro corral! Pero fueron vistos en una armería. La cosa es que sin querer queriendo alguien sacó el revólver y empezó la balacera. Wyatt mató a Tom y a Frank. Claiborne disparó a Wyatt, erró. Después disparó a Virgil y a Morgan, a los que hirió. Morgan, herido, disparó contra Billy y lo dejó tieso. Doc Holliday lo remató. Una bala perdida hirió a Doc. Ike se largó a las primeras de cambio. Cuando se desvaneció el último eco del último disparo, es decir, después de 30’’ y 30 balas, sobre el terreno había 3 muertos, tres heridos, uno escondido detrás de un carromato y, de pie, Wyatt que se quejaba de una herida en un brazo. Había también el hueco donde debería haber estado uno de los Clanton…. ¿Cómo se llamaba la tía abuela del huido?

¡¡Picasso acababa de nacer!!

La cosa no acabó ahí. De haber acabado, no hubiera, el suceso, desembocado en el río de la historia. Al poco, Morgan fue asesinado y Virgil herido en un brazo. Wyatt y Doc se tomaron la venganza a pecho y la ejercieron con sus propias y malparadas manos: un reguero de muertes indiscriminadas recorrió los secarrales de Arizona… Y Doc fue haciéndose un nombre. Cuando murió (6 años después) en un hospital de Colorado, no llevaba las botas puestas. Wyatt murió en 1929, a los 80 años…en Los Ángeles. 
El “Crack” se estaba incubando y tal día como hoy, 26 de octubre del año 1929, aunque sábado, estaba claro de qué se trataba…¡y no era “el Pánico de 1907”!. Lo que se había manifestado el jueves 24, duraría una década y desembocaría en la segunda gran matanza mundial. Por suerte aquellos aguerridos personajes criaban malvas, de lo contrario aún les hubieran echado las culpas.

Lean lo recogido por La Vanguardia

Parece que oigo la persiana de “la Cantina”. Me traslado.

–¡Buenos días, mi cuate!

El camarero, se repone de la primera impresión y:

–Bon dia, señor! Què volia?

–¡Chihuahua!

–Si vol dinar, segui si us plau.

Pues nada, me quito la gorra y tomo mesa en el patio interior. Estoy solo. Más solo que la hostia. Son las dos y parece que estemos en la semana próxima. Leo la carta del establecimiento. Años que no leo otras.

–Podría ponerme una “Coronita”. Me la merezco. Y para comer  tráigame, sin prisas, un ceviche.
–Tenemos veinte tipos de ceviche.

–UUUUUUmmmmm!  Pues un “Vuelve a la vida”

–¡Molt adient, sí senyor!

Por poco no meto la cabeza en el ceviche. Y ahora me espera bajar a Arc de Triomf y andar todo el miserable paseo marítimo hasta mi casa.

Cuando llego, mis Ángeles están viendo “La Pasión de los Fuertes” y compartiendo un chupito de tequila… con su rodajita de limón y su pizca de sal. No me hacen ni caso… Estoy más solo que la hostia…la budyonovka no ayuda. Y de sopetón me viene a las mientes que en un pueblo de Georgia (URSS) hubo una pista de patinaje dedicada a Doc Holliday…¡Algo se me escapa!



N.B.
Cuando vuelvan, si quieren, pueden tomar unas copitas y bailar unas cumbias mejicanas o unos corridos en el "OK Corral-Disco" de Dallas. Díganle que van de mi parte y tal...







viernes, 25 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 25 de octubre. San Frutos. Storni. “El misterio del cuarto amarillo”


 Una nube de estorninos ha proyectado su sombra sobre la terraza. Una nube espesa y multiforme. Otoño.



Las golondrinas hacen verano, los tordos son, sobretodo, de otoño-invierno. Estos pájaros tienen una gran facilidad para imitar las voces humanas… ¡que se lo pregunten a Mortimer! Mozart tenía uno que era capaz de “silbar” parte de su concierto en sol mayor. Cuando murió, el músico lo lloró y le hizo un funeral de altura. Se interpretó el concierto entero. La “imperfección” musical de su “Broma musical” (K 522) quizás se deba a que iba destinada al estornino.

En verano sus picos son amarillo limón. En invierno, negros.

No es que sea una carne exquisita, ni de lejos, pero más de una vez me he zampado una cazuela de tordos… ¡y después los he vomitado!

Mis Ángeles Custodios, celosas, acuden.

–¿¡Qué ves en esos pajarracos estridentes!?

–Me divierte mirarlos mientras tomo mi tentempié matutino. ¿Algo que objetar?

–No, nada. ¿Por qué lo dices?

Desde hace una temporadita hablan todas a la vez.

–¿No te apetecería dar una vueltecita, así en plan turista y tal?

–Pues ahora que lo decís…

En un pis-pas estamos en Carrascalejo del Río (Duratón). Me han depositado a la puerta del bar Pablo, el único, por lo demás.




–¡Hala, a divertiros a las Hoces! Ya os llamaré. Y cuidado con ahogaros. Como se ahogue alguna… ¡la mato!

–Adiós, amor nuestro.

Carrascalejo del Río (no lo confundan, ¡por dios!, con el Carrascalejo de la Cuesta) es un pueblo estancado en el declive demográfico: en el 2000 tenía 210 habitantes censados y el año pasado se sumieron en los 162. Sin embargo sus ganas de jarana y su devoción al santo patrón siguen intactas.

–¡Ah de la casa!

–Pero, hombre de dios (¿) no chille que despertará a todo el vecindario. Las fiestas causan destrozos.

–Buenos días, señora mesera y perdone mi indiscreción. ¿Podría ponerme un rico carajillo con un licor típico de la zona?

–(para sí misma) ¡Otro que viene a las fiestas! ¿Qué le parecería con orujo “El Afilador”? lo fabrican aquí mismito.

–¡Sea! Y que sea al 50 %.

Leo en el encerado que preparan, por encargo, el famoso Bacalao “a la Carrascaleña”.
Me trae el carajillo.

–Y ¿no podría ser un bacalao de esos que anuncia…para las dos y media más o menos?

–Mínimo dos personas.

–Me hago cargo. Seremos cuatro ángeles y un jubilado. Así que prepare un bacalao según su usanza como si fuera un quinteto para cuerdas y trompa.

–Si se da Vd. prisa podrá almorzar gratis en la ermita.

–¿Ermita?

–Pero, hombre de dios (¿), ¿qué le ha traído a Vd. a este apartado rincón?

–Pues…el campeonato de tute. Y también (¿por qué no?) el jamón y el lomo con que lo premian.

–Eso es en Burgomillodo, caballero.

–¡Pues allá que me conduciré!

–Y, además, se celebra mañana al caer la tarde. Y por si no lo sabía hay que abonar 6 euros.

–¿Serà per diners?

Y así de esta manera tan relajada pasan las horas. Aprovecho el relax para rememorar las glorias del santo: San Frutos… ¡que son muchas y portentosas! Vean, si no, lo que llaman por aquí “la cuchillada de san Frutos”, digna de un Chuck Norris anfetamínico. Trazó una raya en el suelo y les dijo a los musulmanes: “¡No sus paséis!” Los infieles se reían y el que iba para santo, convirtió aquella raya en un abismo infranqueable.




O aquella vez que un marido celoso aprovechó la romería a la ermita para arrojar a su mujer al tremendo vacío de las Hoces…Lean Vds. lo escrito en un sillar de la ermita:

“AQUÍ YACE SEPULTADA UNA MUGER DE / SU MARIDO DESPEÑA /DA I NO MORIO I HIZO / A ESTA CASA LYNOSNA DE / SUS BIENES”. 

El marido, al ver lo que pasaba, se arrojó al hueco ante la indiferencia del santo. De esta desesperada desgracia no queda constancia.

–Buena señora, ¡tráigame una cervecita “San Frutos”!

Mientras tanto han ido acudiendo los vecinos que se han perdido la romería y el almuerzo gratis. Todo esto que les cuento, en realidad, acabo de oírlo de sus bocas.

Esta familia era bastante “sui generis”. Los tres hijos fueron santos eremíticos. Como no se soportaban unos a otros, cada cual se buscó una cueva diferente, a kilómetros de distancia…adonde no llegaran los ronquidos de Frutos ni la pedorrera de Engracia. Cuando murió el patrón, los otros dos se retiraron a Caballar, aquí en la contorná.

La mesera llega con una cerveza “de los Alpes, de Storni y Cía”. Me explica que es un remanente de comienzos del siglo XX, traída a estas tierras por indianos sin suerte. La cerveza sabe a levadura mezclada con caca de la vaca, pero huele a “dama de negro” y te deja un lírico regusto amargo.
Los estorninos parece que nos han seguido. Y rompiendo la negra formación aparecen mis inmaculados Custodios.

–Hola, amor nuestro. Ya estamos de vuelta. Ha sido estupendo. ¡Tanta gente bailando!... y tú aquí pimplando. ¡Cómo se desvanece tu espíritu poético!

–¿Euridicianamente?

–¡Lastimosamente!

Tal día como hoy, de diferentes años, han ocurrido (¿han ocurrido? ¿Así como por casualidad?) diferentes desgracias marítimas:

Un transbordador filipino: más de 500 ahogados.

El transatlántico “Pincipesa Mafalda”, que unía las costas ligures con las porteñas, se hundió en aguas de Bahía. Cientos de muertos. “La Nación” lo publicó al día siguiente, salvando lo que iba a ser un número bastante anodino. “El enigma de la calle Arcos” estaba en prensa. Su autor, Sauli Lostal italiano establecido en Buenos Aires.

En 1938, la Storni se lanzó desde la escollera del Club Argentino de Mujeres de Río de la Plata…así se lo había anticipado a su querido amigo y suicida Horacio Quiroga. Su dolor era tan intenso y continuo que no creo que pensara en puestas en escena. Se arrojó como Safo. “La Nación” lo publicó al día siguiente.




“Voy a dormir” (Antisoneto)

“Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...”




A la misma hora que, del año 1892 (el mismo en que nació Alfonsina)  se producía el siguiente suceso luctuoso y así aparecía en “Le Temps”:

“Un crimen espantoso se acaba de cometer en el castillo de Glandier, en el linde del
bosque de Santa Genoveva, al norte de Épinay-sur-Orge, en casa del profesor Stangerson. Anoche, mientras el profesor trabajaba en su laboratorio, intentaron
asesinar a la señorita Stangerson, que descansaba en una habitación contigua a dicho laboratorio. Los médicos no responden por la vida de la señorita Stangerson.”

Aquí hace su aparición Rouletabille, el joven periodista émulo de Sherlock Holmes y de Lupin.
Les supongo enterados del argumento de “El misterio del cuarto amarillo”. Quizás, sin embargo, no hayan caído en un detalle. Un detalle, por lo demás, muy frecuente en ciertos autores cuando pretenden crear atmósferas inquietantes: la luna, las nubes, las sombras,  el claro de luna…Pues bien ¡aquella noche no había luna! Selene estaba en su fase “nueva”. Así que el “extremo bueno” de su lógica le jugó una mala pasada.





Ya saben Vds. que el relato pertenece, dentro de la novela policíaca, al subconjunto de “enigma de la habitación cerrada” y compite con “Los crímenes de la calle Morgue” (Poe) y con “La cinta moteada” (C. Doyle) por llevarse el jamón o, por lo menos, el lomo. Yo le daría el jamón. Agatha Crhistie también. Son verdaderos ejercicios-divertimentos de lógica (inductiva en Poe y Doyle, deductiva en Leroux)…

Hay un rechazo consciente y evidente de lo sobrenatural y una sospecha (más intensa en Leroux) sobre las apariencias. Nada es lo que parece. Etc, etc. ¡Y muy instructivas desde el punto de vista epistemológico!

En “La habitación amarilla” todavía se huele a “Rojo y Negro” (pese a la referencia a Filadelfia), a Flaubert (¡¡). En Poe, sin embargo, se respira el aire ciudadano del comienzo del capitalismo imperialista (en un mismo edificio vive gente de cinco nacionalidades; alguien ha traído un mono de Borneo…).

–¡Abuela…!

–No nos avergüences con tus salidas de tono. La cosa está yendo de maravilla. Sigamos así.

La mesonera sale y me lanza una mirada afilada como cuchillo de carnicero.

–No, que decía que mi abuela…

–Cuando deseen les sirvo la bacalá.

–¡Sea!.. ¡Y una botella de tinto del terruño!

Los vecinos no salen de su asombro. El bacalao huele diferente. Es un olor a dama de blanco, pero vestida de negro…Y con trazas de cabello de ángel. Les alegra el mediodía. Suerte que no han ido al campo a bailar jotas… ¡se hubieran perdido este aroma que no olvidarán en sus vidas!

–¿En qué piensas, amor nuestro?

–Pues en que a mí me parece que la solución de Sauli Lostal o  Luis Stallo (como prefiráis. No, ¡no fue Borges!) es mucho más ingeniosa que ninguna otra. Si Vds. conocieran al perro que tendré, “Hegel”, no les parecería una solución extravagante. Es más, les parecería muy ingeniosa. Un contrapunto humorístico a la sordidez de “tot plegat”. La puerta aparece cerrada porque el perro, amaestrado, a la voz de “Hop”, se levanta y corre el pestillo. ¡Genial! O como decía el otro: “¡Es un genio! ¡Qué dentista!”

–¡Que corran los aguardientes!

–¡Que vuelen!

La mesera saca “El Afilador”. Los vecinos arriman las sillas  y apoyan los codos en la mesa. Pasan las horas. Alguien:

–Pues, sí. Esta noche toca “el príncipe del teclado” en Burgomillodo. Yo y mi señora estamos por no perdérnoslo.

–Sería un bonito fin de fiesta, ¿eh? ¿Qué decís arcangelitos míos?

–Nosotras estamos para hacerte feliz. Nuestra felicidad está garantizada por toda la eternidad.

–Pues… ¡Hala, a bailar!

Burgomillodo está encajonado a los pies de la presa del Duratón. Cualquier día pasará una desgracia.

Sobre el escenario un pelao con orejas de soplillo y ataviado con un chándal color marrón, saca sonidos de sinfónica con sólo dos dedos. De algún rincón sale un chorrito de ¿nitrógeno líquido? que repta por el suelo como una babosa. Unas bombillas se encienden y se apagan, como si fallara la corriente. La cosa no tiene pinta de durar mucho. Hay una fisura evidente entre las expectativas y lo que puede dar de sí este “príncipe de los teclados”. Más parece un recital de Maurice Jarre amputado, que la verbena de Burgomillodo.

–¿Nos vamos?–a coro.

Me hacen la silleta de la reina. Subo. Nos elevamos. Con el nitrógeno líquido esto parece Cañaveral. ¡Adiós Carrascaleños! Burgomillodo en pleno agita el pañuelo de llorar.

…y me arrullan con la tristísima “Te vas Alfonsina…”

–A veces os pasáis, ¿no?

NB. ¿Saben Vds. en qué se parece “El misterio del cuarto amarillo” con “Invierno en Pekin”?  Pues en que en el folletín policíaco no tiene ninguna pertinencia que la habitación sea amarilla o rosa y que en la novela de B. Vian no aparece NUNCA Pekin en invierno (ni en verano…).











Propuesta para hoy, día 6 de enero. NACIMIENTO, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE SHERLOCK HOLMES.

   6 DE ENERO 2025                                                            1. NACIMIENTO. En ninguna de las obras canónicas se cita...