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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 25 de septiembre. Riada del 62. Puig Antich.



La tarde del 25 de septiembre está marcada con una cruz en el calendario de los pobres. En realidad todos los días están marcados con cruces rojas en el calendario de los pobres. Pero, oigan, es que aquellos pobres eran de mi pueblo. La cosa empezó con cuatro gotas. Antonia retiró la ropa que acababa de tender. Pepe Luís sacó las macetas para que calmaran la sed de semanas. Ginés y el señor Bonet entraron en un bar de la rambla de Egara, pidieron unas cervezas y unos boquerones en vinagre esperando que descampara.




 Aquello acabó como acabó… ¡Ya saben Vds.!

La “Riada de Franco” acabó con las esperanzas de cientos, de miles (diría) de personas y animales que pensaban (sí, también los animales lo pensaron) en un futuro mejor. La esperanza, como Vds. saben, es lo último que se pierde. Las autoridades hicieron caso omiso a la afluencia incontrolada de emigrantes. Los propietarios vendieron, con la anuencia de los ayuntamientos, tierras inapropiadas en las que los pobres desgraciados construyeron sus chabolas. Hablaron de “guetos”… ¡pero, ¡oigan!, es que ningún nativo quería vivir con ellos! ¡No tenían vocación de eremitas, no les gustaba especialmente las paredes de latón ni los techos de uralita de desecho!

Todo bajo la sombra protectora de Porcioles (¿Parcelas?), gracias al cual (régimen mediante), Barcelona fue tomando proyección internacional. Amante de la sardana y la sardina murió en su ciudad natal, Vilassar, de un ataque cardíaco…Fue entonces cuando nos enteramos de que tenía corazón. Si hay Infierno… ¡ahí os queméis tú y los de tu ralea!

¿Qué decir del destino de las indemnizaciones?  ¡La de niños que fueron dados en adopción de forma incontrolada y fraudulenta! ¿Sabían Vds. que llegaron a venderse colchones destinados a los damnificados en los barracones dels Encants?

Toda una vida pagando el “Ocaso” para, ahora, ser sepultado bajo el lodo o, en el mejor de los casos, en una caja de pino resinero. Los muertos aparecían por doquier. Por fin habían conseguido engordar. Era una gordura, sin embargo, extraña, tersa, violácea…como si padecieran una enfermedad desconocida.

Una novia, ataviada al uso, apareció, como algodón en su rama, entre los ramajes de una morera. Alguien dijo, gracioso: “En martes, ni te cases ni te embarques”.

En Barcelona todavía sonaban los ecos de los fuegos de artificio dedicados a la Virgen de la Mercé. Desde Rubí, desde Sant Adrià… los tomaron por broncos y martirizantes truenos de tormenta. Allí no se enteraron hasta el día siguiente, aunque esa misma madrugada tuvieron un susto importante. Los bomberos rescataron decenas de niños de las chabolas de Montjuich, lugar destinado a futuros fastos. Porcioles, por cierto, consiguió que Franco le “regalara” el castillo.



La Vanguardia recogió el desastre en la edición del día 27. El día 26 aparecía en primera página una imagen de la península vista desde un satélite. Nada se decía del peligro que se cernía. El 27 volvía a anunciarse “intervalos de sol” y restos tormentosos en Cardedeu. “Tómbola” llevaba semanas de éxito en el cine Novedades: a los pobres les tocó una muñeca. Sonny Liston acababa de derrotar por KO en el primer asalto a Patterson. En el “Cerro de los Santos” descubren una cabeza de caballo y otros restos arqueológicos. En Yecla alguien, lloroso, reconocería en esa cabeza al descendiente de su yegua “Colorá”. Los cubitos de doble caldo “Potax” hacían furor y Villalonga acababa de ser elegido “seleccionador nacional” de fútbol. Ben Bella era elegido primer ministro de la recién República de Argelia. El cinturón metropolitano yacía bajo metros de barro. Dentro de siglos, arqueólogos desmemoriados, hallarán…

Después vinieron las riadas de noviembre y la gran nevada. Y sin hablar de la Talidomida.

Les había anunciado una excursión a Barcelona… ¡y así será!

Luce el sol “a intervalos”. Como homenaje cojo mi paraguas negro, grande como sombrilla de playa. Tarjeta dorada. Lado mar. ¡Déjenme paso por favor…soy un pobre jubilado que va a sus inútiles quehaceres! Bajo en Arc de Triomf y, flaneurando, subo paseo de San Juan hasta Consell de Cent. Giro a la izquierda, por la acera de la izquierda y sigo hasta el cruce con Girona. Un paseo gratificante. Resisto al Condis que me sale al paso. Esquivo decenas de “restaurantes” chinos. Voy con una idea fija. En el chaflán de Consell de Cent con Girona había un bar (¡y lo hay!) llamado “El Funicular”. Entro y ocupo mesa junto a la ventana. Descorro el visillo. Pido un carajillo de coñá con remolque y el periódico. El camarero me parece salido de los 70’s: pantalón estrecho de cintura y acabado en pata de elefante, camisa entallada… bigote caído, pelo lacio que le cubre las orejas, gafas de carey…Suena “walking on the…” de Lou Reed. Acaba y enlaza con la pérfida “Nunca llueve al sur de California”. Esto parece un flash back. Me trae el café y deja encima de la mesa una botella de Espléndido a la que aún se le puede exprimir un poquito más.

–Extravegante camarero, ¿podría traerme el periódico y un bolígrafo?

–Quizá lo sepa o quizá no, pero se ha metido Vd. en un sitio histórico. Algo pasó aquí hace muchos años y yo pago las consecuencias. ¿Cree Vd. que a mí me gusta ir vestido de esta guisa? ¿Cree Vd. que este bigote mejicano me favorece?

–¿??????

–¡Pues no! –Vuelve a la barra y me trae una Vanguardia color sepia.

–Pero…¡Oiga… este periódico está periclitado!... ¡Y no tiene sudoku!

–¡Pues ESO!

Bien sé yo de qué se trata y por eso de lo que se trata estoy aquí ahora, sentado a la espera de los fantasmas que, a la hora exacta, harán acto de presencia en mis circuitos neuronales. Ya les he dicho muchas veces que mi existencia es virtual. Y como es virtual y no temo por las transaminasas, me pimplo los brebajes en un pis-pas. El reloj del establecimiento marca las 4 y cinco. Tengo tiempo de hacer otra visita. Le digo al camarero que me guarde el sitio y que me reserve el periódico. Le dejo el paraguas como “penyora”.

Lo sienta en la silla y parezco talmente yo.



En la Plaza Gala Placidia justo en el rincón que ahora ocupa el Colegio de Economistas de Barcelona, allí donde la plaza se estrecha para convertirse, otra vez, en avenida, estaban las “atracciones Caspolino” (el nombre no tiene nada que ver con la vetustez y el desfase del recinto, sino con el lugar de procedencia de su propietaria-gestora: Caspe). Era un oasis, o mejor, un espejismo: coches de choque, tiovivo, futbolines…en un espacio mínimo, que se ampliaba por obra y gracia del inexistente Altísimo. Pegado estaba (¡y está!) la cafetería “Placidia”. Mesitas de aluminio. Trasiego de peatones que bajan y suben de los ferrocarriles Catalanes. Coches que se sumergen. Gente con capazos de pitanzas frescas compradas en el mercado de la Libertad.

Todos los bares de Barcelona tenían su clientela fija: los del FOC-FLP habían tomado el “Liceu de Sants” (el de la barra de 32 metros), el “Loreto”, el “Velódromo”, así que a estos pobres del MIL sólo les quedaba las atracciones Caspolino y algunos bares que, a salto de mata, iban concertando. He dicho pobres… en realidad sus asaltos a bancos eran de los más limpio y exitoso. Los del MIL no paraban quietos. No había domingo que no la armaran en la fuente de Canaletas y alrededores. Su enseña: consejismo y situacionismo.

Me amorro a la barra. Pido un orujo de hierbas. Giro de muñeca espectacular. Golpeo el mármol y, por arte de magia, la copa vuelve a estar llena.

A los chicos del MIL les gustaba el futbolín. Apoyada en una de las patas de uno de aquellos artefactos alguien encontró algo y ese alguien entregó ese algo a la policía. Salvador habría ganado y arrastrado por el ardor de la victoria, habría olvidado ese algo. Era un bolso de aquellos que nos colgábamos al hombro en aquellos años. Dentro, la documentación falsa de Puig Antich, un telegrama de Francia, un recibo de alquiler de un piso, un número de buzón postal, dinero y una pistola… ¡suficiente!

La perspicacia de la policía española dio sus frutos. Detuvieron a Santiago Soler y le sacaron a hostias el lugar y la hora del encuentro con Garriga que venía de Francia de firmar la disolución del grupo.  El día, el 25 de septiembre (1973); el lugar, el “Funicular” y la hora, las seis de la tarde… ¡ y son las 5 y cuarto!



Llego al “Funicular” con el bofe fuera. Mi sitio está libre. El camarero me trae el periódico y me devuelve la sombrilla playera. Suena “Améeeericaaaa”. En la mesa de mi derecha un individuo que huele a policía, ese olor rancio mezcla lograda de Varón Dandy y pura mierda, a metros a la redonda, lee el “Barrabás”. Un bulto extraño donde el corazón. No se le escapa ni una ligera sonrisa. Acodado en la barra un chaval con la cabeza entre las manos y escoltado por dos clientes que llevan escrito en la chaqueta: SECRETA. Hay dos mesas más ocupadas: jubilados que, como yo, quizás, rememoren. Es barato y te mantiene activo.

Garriga y Salvador (a quien no esperan) se acercan por la confluencia de Girona y Consell de Cent. Unos tiparracos le salen al encuentro. Uno se deja (¿) prender y el otro se revuelve como una iguana. Parece un arreglo de cuentas. En este momento suena “Eres tú”, de Mocedades. Salen a relucir pistolas. Quieren introducirlos a la fuerza en el colmado “Betlem” (hoy, bar) y tal como ocurrió entonces, tampoco hoy les dan posada. Así que los arrastran al número 70 de la calle Girona. El pobre Soler ha intentado avisar pero el “Barrabás” le ha arreado una hostia. Los jubilados pegan sus arrugadas caras a las cristaleras. Se oyen unos tiros. Dos tios tumbados en el suelo: el inspector Anguas y Salvador. Soler y Garriga, a la Vía Layetana. Salvador, al Clínico y el inspector Anguas …¡al cementerio!

El resto ya lo saben. Pasó lo de Carrero y etc…etc.
Cojo el paraguas, pago y, chino-chano me dirijo a “Arc de Triomf”. Tarjeta dorada. Lado mar. Abro el periódico color sepia, del miércoles 27 de septiembre del año 1973.
(ya lo devolveré el año que viene).
Llega la noticia de la muerte de Neruda:

“Yo no quiero la patria dividida
Ni por siete cuchillos desangrada…”


Triunfo aplastante del frente justicialista. Los socialistas franceses avanzan en las cantonales. Tres mil soldados rastrean el centro de Santiago. El Barça le ha ganado por 3 - 0 al Español.

Propuesta para la mañana de hoy, día 25 de septiembre. “Diario de un seductor”. Alejandra Pizarnik-


A estas alturas mi vida ha perdido toda originalidad y se mantiene de prestado.  Puedo consolarme diciendo que mi vida “revive” el pasado. La realidad es que no puede crear nada nuevo. Así son las cosas y ya he decidido que así serán. Pero incluso la rememoración se hace cada vez más tragicómica. “La vida puede ser comprendida viendo hacia atrás, pero sólo ha de ser vivida hacia delante”, eso decía Kierkegaard. Lo segundo es imperativo…excepto en el caso de Benjamin Button.

Hoy toca excursión a Barcelona… ¡esto es un no parar! Antes, sin embargo, tengo que arreglar cuentas con nuestro viejo conocido (y, no obstante, amigo) y deforme Kierkegaard. Lean Vds., si quieren, las propuestas del 5 y el 8 de mayo y continúen con la que propongo para hoy.
25 de septiembre (“Diario de un seductor”. Incluido en “O esto o lo otro”, 1843.)





“¿Por qué no puede durar más una noche así? Si Electra se pudiera olvidar, ¿por qué en estos casos el sol no puede sentir compasión? Ya se ha acabado todo, y yo pido de no verla más. Una vez que una jovencita ha dado todo, está rota, lo ha perdido todo; pues, si en el hombre la inocencia es un momento negativo, en la mujer es la esencia de la vida. Ahora es imposible toda resistencia, pero mientras exista es bonito amar; cuando cese, amar se convierte en hábito y debilidad. No deseo recordar esta relación con ella; ella ha perdido el aroma, y ya pasaron los tiempos en que una jovencita, por el dolor de la infidelidad del amante, se transformaba en heliotropo. No me despediré de ella, ya que no hay nada que me moleste más que las lágrimas y las súplicas de las mujeres, que confunden todo y en el fondo no significan nada. Es verdad que la he amado, pero de ahora en adelante ella ya no puede ocupar mi alma. Si fuera un dios haría lo que Neptuno hizo con una ninfa, la transformaría en un hombre.

Valía la pena saber si estaba en grado o no de engatusar a una jovencita hasta el punto de que tuviese tanto orgullo de imaginarse que era ella la que se cansaba de la relación. Podría ser una farsa muy interesante, que por sí misma tuviera también un cierto interés psicológico y, desde ese punto de vista, nos enriquecería con muchas observaciones eróticas”. FIN.

Se trata de la última entrada del “Diario…” y acaba de tirarse a Regina. Es para romperle (acabar de) la espalda y las piernas. En su descargo decir que quien habla es Johann, la encarnación del estadio estético, de ese vivir poéticamente que te conduce, por falta de objetivos, a la repetición de lo mismo…al límite mismo de la melancolía. Los estadios (estético, ético y religioso) no son momentos hegelianos, son cursos posibles del río que constituye nuestra vida. Son resultado de una elección consciente y angustiosa resultado de un correcto aprendizaje. Eligiendo nos construimos y participamos, desde la subjetividad, en lo general…etc…etc. En fin que la vida es una continua ansiedad (desde Adán), un “mareo de libertad”, que sólo se calma con el absurdo de la fe, con la confianza plena en “Dios” (Abraham. “Temor y Temblor”). La ansiedad nos informa sobre nuestras opciones, nuestro propio conocimiento y nos conduce desde la autoconciencia inmediata a la conciencia de reflexión (conciencia pre-reflexiva / conciencia reflexiva de Sartre).

Es justo lo que acontece en el Condis. Siempre he dicho que el Condis es un microcosmos que refleja la totalidad del universo. Te ves arrojado a ese espacio siempre mal climatizado y enseguida te asalta la angustia de la elección: “esto o lo otro”. ¿Brócoli o coliflor? (ambas opciones son equivocadas). ¿Qué hacer? ¿ir al chino?... porque lo que es el huerto ya está en las últimas.

Por eso, para evitar la angustia, me he establecido un ritual raramente alterable: tostada de pan con aceite y orégano griegos y un fifti-fifti. Un poquito de angustia, ¡vale!, pero sólo cuando dudo entre coñá u otro espirituoso.

Con “temor y temblor”, tanto que derramo el carajillo, rememoro la figura de Alejandra (Flora) Pizarnik, aquella madrugada del 25 de septiembre del 72 en la puso fin a su angustiada vida con una muerte seconalmente sódica. En el número 980, apartamento 7º C, de la calle Montevideo, Buenos Aires, naturalmente. En su apartamento, un  pizarrón verde y escrito en él:

                                                        No quiero ir
                                                        nada más
                                                        que hasta el fondo
Oh vida
Oh lenguaje
Oh Isidoro                                                                       Septiembre de 1972.                               

               

Clavadas en la pared, unas fotografías de Breton y de Rilke. Muñecas pintadas, disfraces, papeles desordenados…

Sobre la mesilla de noche alguien había depositado la piedra de la locura… y un trapo de lino empapado en celedonia, de la familia de las adormideras.

Se la llevaron, sin vida, al Hospital Pirovano. Allí se la veló según el rito judío (Infórmense Vds. de su procedencia y del destino de buena parte de su familia). Al día siguiente se hizo la vela “normal” en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores. Y el 27 fue enterrada en el cementerio judío de La Tablada.

En los bajos del edificio, feo donde los haya, han puesto un despacho de lotería.

PARA JANIS JOPLIN
“A cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

Así como duerme la gitana de Rousseau.
Así cantás, más las lecciones de terror.

Hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
Me pregunto si eso no aumentó el error.

Hiciste bien en morir.
Por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo







martes, 24 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 24 de septiembre. Pipino el breve. “Moscú 2042”.


 –Bonjour, tristesse! (*)

–¿Y eso? Yo, querido mesonero, le veo como siempre: rancio, indolente, desaborío, ajeno a las pasiones y pendiente sólo del sonido de la registradora.

–Gracias, amable cliente. Pero es que recuerdo que tal día como hoy, del año 1984, los de la secta Osho, contaminaron de salmonella las ensaladillas de 10 bares de la ciudad de The Dalles (Orego). Los bares estamos expuestos a esos actos de gente sin alma que pierde la calma…

–Entiendo. No veo, sin embargo, motivo para su melancolía. Sus ensaladillas están infectas, los boquerones en vinagre son gelatina, los “morros” son como suela de zapato y los pepinillos en vinagre  parecen gominolas… ¡no se preocupe, amigo, que no perderán el tiempo con Vd.!

–¿Vd. cree?

–No se trata de una creencia… ¡es una evidencia científica!

–Gracias nuevamente. Me quita Vd. un peso de encima.

–Pues eso. Póngame un carajillo matinal y páseme el periódico y un boli.

–¿Le hace el Sport?

–Si tiene sudoku…

Y así, de esta guisa, va pasando la mañana. Los clientes del Día se cruzan con los del Condis, y en el punto en el que se entrelazan se forma un remolino, algunos que se dirigían al Condis salen lanzados en dirección al Día y viceversa. “El mundo está loco”, acota el tabernero, encontrando en lo que ve, un argumento de peso: “Esos son capaces de todo”…

– ¡Hasta de comerse sus (de Vd.) pepinillos!



“Regresé a Múnich el 24 de septiembre de 1982, por la tarde. Mi mujer no sabía que iba a llegar, así que tuve que coger un taxi.
Mientras atravesaba Múnich, me sorprendió y hasta me abrumó la diversidad de luces anuncios y automóviles de todos los colores, así como la muchedumbre con vestidos de fiesta en la Marienplatz. Se me hacía difícil creer que había llegado al pasado desde el futuro, y no al revés”.

El personaje (Kártsev) de “Moscú 2042”, reducido a 457884300, se ve lanzado al Moscú soviético del año 2042. El resultado es una combinación de Huxley, Zamiatin Orwell…pasado por el desgarro grotesco propio del lugar. Voinóvich, autor de “Vida e insólitas…”, expulsado de la URSS, hacía tiempo en Múnich y mientras…escribía esta estupenda “novela futurista”.  A estas alturas, ya rehabilitado, sigue en Múnich…haciendo tiempo. Recuérdenme Vds. que pasado mañana  le envíe un e-mail con motivo de su 83 aniversario.

Viajar al futuro tiene estas cosas: tu fama posterior se basará en algo que aún no has realizado… te sorprenderás del destino de los idiotas que te rodean… crearás un odio inextinguible por el presente… Y comprenderás, con pánico lúcido, de qué manera el futuro se deriva del presente. Divertido. Aunque más divertido es imaginar a los cosmonautas soviéticos (y rusos) dirigiéndose a la nave Soyuz, cantando camaradilmente. Hubo un tiempo en que cada astronauta tenía derecho a elegir una canción de despedida. Aquello se convertía durante largos minutos en un castigo. Cuando sonaba “Siento que ya llega la hora” de los Módulos, los otros cuatro, a excepción de Yuri, el elector, se cagaban en “tos sus muertos”, le echaban en cara, de forma inclemente, su gusto estropeado por la ingravidez de la cápsula. Acabado el éxito de los Módulos, venía la elección de Vladímir: “Madrecita, María del Carmen”, los otros cuatro taponaban sus conductos auditivos con estopa de limpiar cojinetes. El más odiado era Gravílovich, su elección sumía al resto en la más pura desesperación: “Verde campiña” en versión de José Guardiola:

“Verde campiña
dormida al sol
verde esperanza
¿qué fue de nuestro amor?
Del valle umbrío
ya el cielo no es azul;
la flor se muere
porque te fuiste tú;
todo lo llenan tu ausencia
y mi inquietud…”

El viaje en autobús, como he dicho, se convertía en un martirio. Yeltsin (o su representante en la tierra) que tenía, sin duda, sus cosillas…tomó la acertada decisión de acabar con aquel derroche de imaginación y poesía. Estableció que se cantara a capella el “Himno de los astronautas soviéticos (¿rusos?)”. Bueno, pues el tal Voinóvich había sido el principal inspirador del himno y su nombre empezó a hacerse popular, lo que no impidió que fuera expulsado y privado de la nacionalidad:

“La Tierra por la ventanilla.
La Tierra por la ventanilla.
Se ve la tierra por la ventanilla.
Se ve la Tierra por la ventanilla.
Igual que un niño añora a su madre
Añoramos nosotros a la Tierra…”

Menos hondura, menos psicología, menos melancolía, menos metáforas. Más maquinal, más marcial, más camaradil

Mientras me dirijo como un planeta errante (valga la redundancia) hacia el Condis, recuerdo que tal día como hoy, de diferentes años, se han descubierto multitud de asteroides, valgan como ejemplo: Asteroide Afrodita (nº 1388). Asteroide Anga (nº 3158). Asteroide Anubis (nº 1912)… Ármense de paciencia y podrán ponerle nombre a una piedra espacial. Pero para paciencia la que hay que desprender en la cola del Condis.


 Estrenado el otoño, les propongo una ensalada que se interna en territorio invernal: Busquen y rebusquen en el Condis a ver si encuentran algunos trozos aprovechables de repollo y de col lombarda. Si ven que es inútil, vayan al chino y sigan: una cebolla, unas zanahorias, unos ajos y patatas. Córtenlo todo en juliana, menos la patata que, una vez cocida, cortarán a taquitos. Rocíen el resultado con una salsa de mayonesa y ajo picado y cúbranlo todo, así para que no se vea, con tiras de pepinillo en vinagre. El resultado lo califican de espectacular. Una evidente exageración, como podrán comprobar Vds. mismos. Más se parece a una abigarrada acuarela de Nolde que a un plato comestible.

Sepan vds. que estamos a 30 de septiembre y sigo enganchado con esta fracasada  propuesta. Así que, sin contemplaciones, doy entrada al breve tema final y concluyo.

Que Pipino el breve (también apodado “Pipinillo”) acelerara su muerte tras un encontronazo con las tropas lombardas, se deduce de la ensalada que acabamos de pergeñar: Es imposible salir indemne. Y que muriera tal día como hoy, del año 768, precisamente el día en que nos hemos atrevido a zamparnos ese batiburrillo, tiene algo de fatal… ¡y flatulento!



Al tal Pipino se le ha anotado en su haber, el haber acabado con los “reyes holgazanes” merovingios y ser el escólex de la dinastía carolingia. Y lo de “breve” no piensen que fue por la brevedad de su reinado, que no lo fue, sino porque no logró superar los 135 centímetros de altura, y ello pese a todos los esfuerzos de la corte (y confección). Para colmo de desdichas lo casaron con Bertrada, “la del pie grande”. Gastaba un 49 sentada; de pie, se le ensanchaban los pies y podía doblar la talla. O sea que Pipino, a ras de suelo, estuvo condenado de por vida (conyugal) a respirar el aire que, antes, había acariciado los omnipresentes pies de la reina.

Acabada con su muerte la epidemia real de holgazanería, ésta se trasladó al reducto de Asturias: Aurelio, Silo, Mauregato y Bernardo I, pueden, por este motivo, ser recordados como los primeros afrancesados de la península… ¡Y es que no lanzaron en 23 años ningún ataque contra los moros!

El récord de brevedad lo tiene el innominado Luís Felipe de Portugal. Unos tiros, en plan Sarajevo, acabaron con la vida de su padre-Carlos I y con la suya-heredero que murió 20 minutos más tarde: el tiempo que tardaron los médicos en acabar de finiquitar al monarca. Alfredo Costa fue fulminado allí mismo. La reina, con la valentía que nace de la desesperación, había golpeado el brazo ejecutor con un ramo de gardenias. Las balas entraron perfumadas y sobre los adoquines quedó, como nevada sorpresiva (aunque era invierno), un rastro descontextualizado de pétalos. La muchedumbre “gritó” (*), confundiendo Lisboa con la boliviana Santa Cruz.



¡¡Por fin!!...¡Pensé que no acabaría nunca!

Acabaré de amargarles el día aconsejándoles el brevísimo musical: “Pipino il Breve” del siciliano Carlo Cucchiara. Es corto, pero suficiente para caer en brazos de Morfeo.











lunes, 23 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 23 de septiembre: Neptuno. Santa Tecla. Kafka. Pepe Marchena. Seferis.



Mi curiosidad es proverbial e infinita. Mi capacidad es  limitada. El tiempo y el espacio me la refanfinflan, pues transito por los días como un planeta intempestivo y recorro el universo a la velocidad de mis Ángeles Custodios. A veces deambulo fuera de toda lógica y previsión, atraído o repelido por coyunturales señuelos.

¿Qué les ha parecido?


Así deambulaba Urano, alterado por la proximidad del desconocido Neptuno. Su marcha no se ajustaba a los cálculos, sino a las “afinidades electivas”. Entre Londres, París y Berlín (no entraré en nombres) aclararon el asunto. Por suerte no se le llamó “Le Verrier”. Tal día como hoy, por la noche, fue descubierto sobre el cielo de Berlín. Era el año 1846, miércoles y no había luna, como lógicamente, estaba previsto.

De igual manera, Tecla de Konya se desviaba de su marcha normal, atraída por la gravedad de Pablo de Tarso. Stop. Urgente: visita al condis. Stop. Ya seguirás con tus tonterías. Stop.

No voy a entrar en las sutiles distinciones entre castigo, condena, penitencia, o simple sufrimiento. Lo cierto es que estoy condenado a vagar eternamente, puesto que la eternidad al alcance del humano dura lo que dura su vida, por esos pasillos insalubres; a hacer cola ante la pescadería y sufrir que las clientas exijan que les limpien los sonsos (por cierto, hoy la santa madre iglesia católica, apostólica y romana, celebra, entre otras, la festividad de San Sosso de Misena, elevado a los altares por no haber contado un chiste en su vida, pues ya saben Vds. que Aristótes condenaba la risa…) uno por uno o ante la carnicería cuyo último reclamo son retales incomibles de “lomo alto de Nebraska”; castigado a que se me cuelen con un descaro, a estas alturas,  incorregible. Sísifo, Prometeo… tuvieron un castigo heroico (y trágico), el mío es un sinsentido. El único consuelo es que es compartido por todos los “inconformistas” del “Cul d’Ocata”. Cualquier día pasará algo gordo y las fuerzas políticas no sabrán cómo explicarlo.



Después de hora y media salgo con medio kilo de judías verdes (perona) y dos botellas de Ribera. Desayuno acostumbrado y vuelta al asunto que me ocupaba.

Decía que Santa Tecla bebía los aires por Pablo, el predicador y lo seguía por doquier. La pobre, a instancias de su familia, fue sometida a múltiples martirios, mortales de necesidad, y sobrevivió. Finalmente sucumbió ante el derrumbamiento de la cueva en la que se había refugiado para esquivar la mala suerte. Un brazo sobresalía por entre los escombros. Se lo cortaron como muestra de afecto y lo guardaron como inversión. Su fama de santa había dado algunas vueltas al orbe. Bueno el caso es que desde Tarragona enviaron una comitiva, y un pastón (en especias) para conseguirlo. Le dieron el brazo y se quedaron con cuatro o cinco más, además del esqueleto. Y es que cuando se invierte bien, el capital se multiplica. Los incautos de Tarraco pensaron que habían hecho un negocio estupendo y así lo proclaman año tras año tal día como hoy. Milagrosamente la imagen conserva los dos brazos.



Desde entonces “teclear”, se ha convertido en una condena, en un castigo, en una penitencia o en huérfano sufrimiento.

“Escribí este relato, La Condena, de un solo tirón, durante la noche del 22 al 23 (de septiembre, del año 1911), desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. (…) Pasó un carro. Dos hombres cruzaron el puente. A eso de las dos miré por última vez el reloj. Cuando la criada atravesó por primera ve el vestíbulo, yo escribía la última frase. (…) Diversos sentimientos suscitados durante la noche por lo que escribía; por ejemplo la alegría de poder ofrecer algo hermoso a Max para su Arkadia; recuerdos de Freud, naturalmente…”


Y es que Kafka, visionario, había previsto, digo yo, que Freud moriría tal día como hoy, del año 1939. Y murió como los peces: ¡por la boca! (Ay…¡el tabáquico, el tabáquico!). Él, que propugnaba la curación por la palabra, acabó sin poder decir ni “mu” y, lo que es más grave, sin poder reírse de los chistes por su relación con el inconsciente…tendría una sonrisa mortal. Tampoco San Sosso era muy dado a la risa.

Sin embargo, o quizás por ello, hoy ha sido declarado el “día mundial de la sonrisa”.

Hay un día en que decides cambiar la bañera por un plato de ducha… ¡Ahí empieza la vejez! Cuando te olvidas de la olla que tienes en el fuego, empieza la “demencia senil”. Acabo de reducir a carbono puro el medio quilo de judías verdes. Por suerte me queda el Ribera. No es cosa de risa.

A Pepe Marchena, el bailaor (¡no lo confundan!), siempre lo hemos conocido, sin razón, como “el cojo Marchena”. Y nos daba una risa tremenda imaginarlo bailando por bulerías… con la gracia, el salero y el donaire que te presta una grácil cojera. Pero no. Él fue intervenido de la cadera cuando ya se había retirado de los escenarios. Tuvo, es cierto, como maestro a Enrique “el cojo”. Pobre como las ratas y huérfano de padre como era la norma, se ganó la vida desde chinorri. El espaldarazo le vino con el rodaje de “Un Caballero Andaluz”. Hacía falta un niño que cantara bien y tal. Se presentaron 40, entre ellos aquel que moriría tal día como hoy, del año 2007. A los churumbeles les entregaron un texto que deberían cantar como bien les pareciera. Él lo cantó por bulerías:

"Ay mare con Don Elías
que no es un cura de risa.
Ay mare con qué salero
celebra la Santa Misa."

En fin, una letra de calado. Ganó Pepe. Le dieron ¡¡75 pesetas!!




La Condena” es un relato cortito, pero insidioso. Que Kafka se acordara de Freud es del todo justificado. Una cosa es lo que dices y otra cosa es lo que no puedes decir porque lo desconoces y es que el conocimiento no lo es todo. El “Cogito” es la punta del iceberg. Algo parecido ocurre en “El Fantasma de la Ópera” (tal día como hoy, del año 1909, empezó su publicación). Y pasamos de la risa al terror. La gran ópera de Garnier, construida sobre un lago subterráneo, encierra en sus bajos lo reprimido. Y lo reprimido aflora. La desconcertada Christine Daaé se verá, finalmente, ante un dilema decisivo.




Enchufen el esputofaif y oigan “Fausto” de Gounod. O si lo prefieren pongan el DVD y vean “El fantasma de la ópera” de 1925 (en el “National Film Registry”) dirigida por Robert Julian. Ya puestos, consíganla (domino público) con la música del soseras de Rick Wackermann.

Así que me voy al chiringuito a zamparme un bocadillo de atún con olivas. Y a seguir con el rollo. Es un lujo Ocata.

“En la playa escondida
Y blanca como paloma
Tuvimos sed un mediodía
Pero el agua era salada…………………Pero ¡alma de cántaro! pídete un cervecita.
En la arena dorada
Escribimos su nombre;
Suave sopló la brisa
Y la letra se borró.
Con qué coraje, con qué aliento
Con qué deseos y pasión
Tomamos nuestra vida: ¡qué error!
Y la vida tuvimos que cambiar”.

Esta estrofa de Seferis fue cantada a voz en grito por la multitud que tal día como hoy (1971) desafió a la junta militar y acompañó el féretro del poeta por las calles de Atenas. Óiganla en la voz de la incombustible María Faranduri. Es todo un himno en Grecia. No es que Seferis persona sea santo de mi devoción, me pasa como con Neruda (con quien, por cierto, comparte rasgos profesionales). Calló y cuando habló dijo una sosería. Mientras la guerra civil-revolucionaria tenía lugar en Grecia, él se trasladó a Egipto con el “Gobierno (títere) Provisional” (¡!). Un apolítico convencido que, como todos, optan por la solución más dañina. Su entierro fue lo mejor de la vida de Seferis, como el de Neruda. Pienso también en el de Palamás bajo la ocupación nazi.




 Para acabar, mientras el sol se va poniendo por las alturas del Tibidabo, lean Vds. el último poema de Seferis:

“Estaba hermoso Sunion auel día de la Anunciación
De nuevo en primavera.
Pocas yerbas aún entre las piedras herrumbrosas;
La tierra es roja y unos aspálatos……………………….miren el Dioscórides.
Enseñan dispuestas sus grandes agujas
Y unas flores amarillas.
A lo lejos las antiguas columnas, cuerdas de un arpa
Resuenan todavía…

Calma.
–¿Qué me puede recordar al Ardieo aquel?
Una palabra en Platón, creo, perdida en los surcos del
Cerebro;
El nombre del matorral amarillo…………………………¿una especie de “ginesta”?
No ha cambiado desde aquellos tiempos.
Por la noche hallé el pasaje:
“lo ataron de pies y manos” nos dice
“lo arrojaron por tierra y lo desollaron,
A rastras lo apartaron, lo desgarraron
Sobre las espinas de los aspálatos,
Al final lo echeron al Tártaro, como un guiñapo”

Así pagaba en los infiernos sus crímenes
Ardieo de Panfilia, el miserable tirano”.

Bueno, parece que al final algo quiso decir.

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RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...