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jueves, 26 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 26 de septiembre. “El Maestro del Juicio Final”. Música. “Abbey Road”.


“Sé muy bien la fecha en que el doctor Gorsky vino a recogerme a casa para que fuéramos a tocar algo de música en la villa de los Bishoff: era el 26 de septiembre de 1909, un domingo. Todavía recuerdo, como si tuviera ante mis ojos, los detalles y acontecimientos de aquel día (…) Así pues, aquel trágico espectro solamente duró del 26 al 30 de septiembre”.



El doctor tocaba el cello, el barón von Yocsch el violín y Dina, la encantadora esposa del anfitrión, el piano. La velada empieza con dos sonatas para violín y piano de Beethoven, continua con un trío de Schubert (yo apuesto por el “Sí bemol mayor”. Tengo el 50 % de oportunidades de acertar). El plato fuerte fue el “Trio en Sí Mayor” op. 8 de Brahms. Von Yocsch no le quitaba ojo a la pianista, lo que hacía que cometiera ligeros, pero inusuales, errores de matiz. Compuesto por el autor a la tierna edad de 21 años fue corregido 30 años después, inoculándole un toque de amargura del que estaba exento. Oigan vds. el “Adaggio (ma non troppo)”, justo el momento en que interrumpieron la velada. 

Mientras lo escuchan yo repongo fuerzas, o me las menguo…¡con tanto carajillo!

El Maestro del Juicio Final” es una combinación de novela gótica, policíaca y “El Nombre de la Rosa”…algo huele a “Golem”. Musil le atribuye la creación de un género que llama: “Ficción periodística”. Otro habla de una “unión ilícita entre Kafka y Agata Christie”.

Esta mañana no estoy para muchos trotes, pero Vds., si quieren, pueden hacer un estupendo recorrido por las viejas calles de Viena…basta con que lean el libro.

Perutz tuvo que exilarse, primero en Italia y después en Palestina. No le convenció el patriotismo reinante y le llenó de inquietud por la repentina “desaparición” de todo lo árabe, así que en cuando pudo volvió a Austria para morir de un edema pulmonar y un poco, también, de asco.

Ya puestos y dado que el día está un poco inseguro les propongo una jornada musical, que, por cierto, ya hemos dado por comenzada. No se preocupen por la comida. Bastará con una fuente de uvas, unas rodajas de melón, unos caquis… ¡otoño! No olviden, sin embargo agenciarse una botellita de Korn.



Bartok también había tenido que exilarse. Cuando la liberación de Hungría se le nombró ministro o algo parecido. Aceptó, aunque sabía que no podría tomar posesión del cargo.
Que suene a continuación el “Concierto para Viola” de Béla Bartok. La viola siempre ha sido la sirvienta del violín. Este concierto, encargo de Primrose, quiere hacer justicia. Lástima que, como siempre, la justicia sea lenta. Murió antes de acabarlo. La versión que se escucha actualmente fue concluida por su aventajado alumno Tibor Serly.

Mis conocimientos musicales son insuficientes para comentarios técnicos. Quede constancia, sin embargo, de mi afición y de mi voluntad.

Escuchen atentamente y díganme si son capaces de distinguir el efecto resultante de lo que él llamaba “sistema axial”, o de la aplicación al pentagrama de la “proporción áurea”. Definitivamente la cosa es muy difícil. Quédense, como yo, en la irisada superficie y que la música les sea leve…

Una tarde de comienzos de otoño quedó con el comitente con el fin de comentar algunas cosillas sobre la obra. Esa tarde cayó una tormenta y la reunión no tuvo lugar. Acordaron otro encuentro, pero no contaron con que la muerte es imprevisible. Bartok murió tal día como hoy, del año 1945, sin poder acabar el concierto. Fue inhumado provisionalmente en el cementerio de West Side, Nueva York. Desde junio del 88 reposa en el cementerio de Frakasrét de Budapest al lado de su madre y de su esposa Ditta. Murió de leucemia y un poco, también, de asco.

Escuchen atentamente la premonición de la muerte próxima. Que no le engañen esos trinos del “adagio”…son los pajaritos del más allá.



¿He dicho West Side? Bueno pues acaben con lo que estaban y que suene “West Side Story” para conmemorar los 56 años de su estreno. Se estrenó en el Winter Garden de Broadway. Después pasaría a la gran pantalla y vendrían los éxitos de inmediato. Leonard Bernstein, música; Jerome Robbins (el de “el violinista en el tejado”), dirección y coreografía y con letra del popular Stephen Sondheim (el de ¡¡“Golfus de Roma”!!). Años más tarde, un tal Dan Fante llevaría de un sitio a otro al compositor en una limusina de la “Dav-Ko Limousine”. Dan había alquilado, soborno mediante, un piso estupendo en la calle 64, se había comprado dos camisas blancas inarrugables y un pantalón negro y había pasado a formar parte de la plantilla que dirigía el generoso David Kasten. Por entonces (1975), su padre, John Fante, tuvo un golpe de suerte, la Bantam Books le extendió un cheque por “La hermandad de la uva”; Robert Towne, oscarizado por el guión de “Chinatow”, le compró temporalmente los derechos de la novela y se la ofreció a Coppola. Coppola decidió publicarla por entregas (en tapa dura aparecería en el 77), pero como estaba metido de lleno en “Apocalipsis Now”, no cumplió el deseo compartido. Al poco le cortaron la pierna a Fante padre. No, no tuvo nada que ver el cineasta…fue la diabetes. En la familia Fante se bebía de todo menos Fanta de naranja.

Yo he de decir que “West Side Story” y “El Doctor Zhivago” marcaron mi entrada en la primera juventud, ahora llamada segunda infancia. Así fueron las cosas y así se las cuento. No tengo nada de qué avergonzarme. En ambas entrabas al cine y te estabas media hora medio a oscuras oyendo la música introductoria. Cuando esperabas el fin, empezaba la película.

Hay más. Sigan con las uvas y con el melón.




CYRANO.
¡Sí!... Mi vida no fue más que un servir de apuntador a los demás y luego ser olvidado. (A Rosana.) ¿Os acordáis de la noche en que Cristián os habló bajo vuestro balcón? Pues bien: toda mi vida puede resumirse en eso: Mientras que yo permanecía abajo, en la sombra, otro subía a recoger el beso de la gloria. ¡Es justo y lo apruebo ahora, a un paso de la tumba! (…)

CYRANO.
¡Me parece que está mirando... que ha osado mirar mi nariz!... (Levanta la espada.) ¿Qué decís?... ¿Que es inútil? ... ¡Ya sé que en este combate no debo esperar el triunfo! ¡No!... ¿Para qué?... ¡Es más bello cuando se lucha inútilmente! ¿Cuántos sois?... ¿Mil?... ¡Os reconozco, mis viejos enemigos!... ¡La Mentira!... (Golpeando con su espada en el vacío.) ¡Toma! ¡Toma!...¡Ah, los Compromisos... los Prejuicios... las Cobardías!... (Sigue golpeando.) ¿Que pacte?... ¡Eso nunca!... ¿me oís bien? ¡Nunca! ¡Ah, por fin te veo, Estupidez!... De sobra sé que al final me tumbaréis, mas no me importa: ¡lucho, lucho, lucho! (Hace molinetes inmensos y se detiene jadeando.) ¡Sí, vosotros me arrancáis todo, el laurel y la rosa¡ ¡Arrancadlos! ¡Hay una cosa que no me quitaréis!... ¡Esta noche, cuando entre en el cielo, mi saludo barrerá el suelo azul, y, mal que os pese, conmigo irá una cosa sin manchas ni arrugas... (Arroja la espada a lo alto.) y esa cosa es... (La espada escapa de sus manos; vacila y cae en brazos de Le Bret y Ragueneau. )
ROSANA. (Inclinándose sobre él y besándole en la frente.) ¿Y es...?

CYRANO. (Vuelve a abrir los ojos, la reconoce y añade sonriendo:)
¡Mi penacho!”…………………….FIN

Cyrano acaba de morir de una herida en la cabeza y un poco también, de asco. Era el 26 de septiembre del año 1655. Hay alguna ópera construida sobre la idea de Rostand. Yo prefiero la estupenda película (1950) en la que José Ferrer hace de Cyrano. De la obra original ya he dicho algo en alguna propuesta anterior. Léanla. Su melancólica-alegre belleza les acompañará durante días.

Y ahora una pausa para la publicidad e ir al váter. Cambiamos de registro.



Tras el malogrado “Let it be”, último que oímos de los Beatles, estuvo claro que la cosa no podía cerrarse así de esa manera tan indolente y también que la cosa no podía seguir. Así que decidieron poner un broche de oro a su carrera (como se dice). Todos dieron lo mejor de sí mismos. Echaron el resto, que se dice. ¡Hasta Ringo! Los abogados ya estaban liquidando la empresa. ¿He dicho decidieron? En realidad fue un presentimiento compartido, todos sabían que era la última vez y que no habría ocasión de rectificar. Pasaron horas y horas en la EMI (después Abbey Road) para fabricar un conjunto excepcional de canciones, quizás el mejor disco del grupo. Es irónico que el disco empiece por “Come together”…ahora que la separación era inminente.




Ya conocen Vds. de sobra el disco. Óiganlo de nuevo (no está en el esputofaif) y recréense en el “Oh, Darling!” de Paul, diviértanse con a inversión beethoveniana que realiza Lennon en “Because” o con las dos hermosas canciones de Harrison. De “Something” dijo Sinatra (¿) que era la mejor canción de amor que había oído. Y ¿qué decir de “Octopus’s Garden” que Ringo compuso en Córcega? ¡si hasta dejó huella en la Disney! La cara A responde al juicio de Peter Handke, despertaba “escalofríos de gozo, calor y sentimiento de comunidad” que calificaba ineludiblemente de “maravillosos”.

Las canciones de los Beatles “muestran” lo que no puede ser dicho. Como el sentido del mundo en Wittgenstein.

La cara B es un precipitarse  en el pasado y, desde él, lanzarse de nuevo al futuro. Un futuro-presente que marcha en desbandada: ¡¡1969!! Un conjunto de canciones grabadas de un tirón y sin solución de continuidad. Al final, tal como ocurría en el “Sargent…” ¡¡sorpresa!!

El disco iba a titularse: “Everest”, la marca de cigarrillos que fumaba el ingeniero de sonido que, por cierto, tenía planeado un viaje al Himalaya. Finalmente se llamó como se llamó por el nombre de la calle en donde estaba la EMI. La foto de portada, como saben Vds. recoge el cruce con Grove End Road. Fíjense en ella: tuvieron que cortar la calle unos minutos para que no hubiera tráfico (obsérvese el furgón policial aparcado a la derecha). Los cuatro salieron del estudio de Abbey Road a las 10:00 am en punto, el viernes 8 de agosto de 1969.

 Sacaron sólo seis fotografías (en diez minutos no hubo tiempo para más) y tuvieron que escoger. Escogieron la quinta toma. El escarabajo (“beatle”) que está aparcado era un asiduo y su propietario, un vecino de la calle. La matrícula del coche LMW 281F se la rifaban. El dueño no ganaba para reponerla. Al final se decidió a subastarlo y sacó 2530 libras del 1986. El señor que está parado en la acera mirando hacia el grupo, era un turista americano y digo era porque murió hace 7 años, a los 97 años. Su mujer había preferido visitar museos. El 9 de agosto volvieron a USA y al año siguiente cuando adquirieron el disco, su mujer que era aficionada al piano y estaba en ese preciso instante destrozando una canción de George, vio con sorpresa a su marido que, como pasmarote, miraba el deambular de un grupo de jovencitos. Por suerte para la salud del matrimonio el marido había dicho que, en efecto, iba a “flanear”.


 No quieran saber Vds. las tonterías que se han publicado sobre los significados ocultos de ciertos detalles que aparecen en la foto.

En 1993, el mismo Paul ironizó sobre estas tonterías en “Paul is live””. En la portada del mismo aparecía Paul cruzando la misma calle y paseando a su pastor inglés, y el escarabajo blanco, estacionado en el mismo lugar, tenía por matrícula LMW 511F -su edad en ese año 93. 

Cruzaron la calle y se fueron a tomar una copa a la casa de Paul que vivía en Cavendish Avenue nº7, a un tiro de piedra del paso de cebra.
Hagan Vds. lo mismo. Acaben de una vez con la botella de aguardiente de trigo y apaguen el aparato de música.







miércoles, 25 de septiembre de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 25 de septiembre. Riada del 62. Puig Antich.



La tarde del 25 de septiembre está marcada con una cruz en el calendario de los pobres. En realidad todos los días están marcados con cruces rojas en el calendario de los pobres. Pero, oigan, es que aquellos pobres eran de mi pueblo. La cosa empezó con cuatro gotas. Antonia retiró la ropa que acababa de tender. Pepe Luís sacó las macetas para que calmaran la sed de semanas. Ginés y el señor Bonet entraron en un bar de la rambla de Egara, pidieron unas cervezas y unos boquerones en vinagre esperando que descampara.




 Aquello acabó como acabó… ¡Ya saben Vds.!

La “Riada de Franco” acabó con las esperanzas de cientos, de miles (diría) de personas y animales que pensaban (sí, también los animales lo pensaron) en un futuro mejor. La esperanza, como Vds. saben, es lo último que se pierde. Las autoridades hicieron caso omiso a la afluencia incontrolada de emigrantes. Los propietarios vendieron, con la anuencia de los ayuntamientos, tierras inapropiadas en las que los pobres desgraciados construyeron sus chabolas. Hablaron de “guetos”… ¡pero, ¡oigan!, es que ningún nativo quería vivir con ellos! ¡No tenían vocación de eremitas, no les gustaba especialmente las paredes de latón ni los techos de uralita de desecho!

Todo bajo la sombra protectora de Porcioles (¿Parcelas?), gracias al cual (régimen mediante), Barcelona fue tomando proyección internacional. Amante de la sardana y la sardina murió en su ciudad natal, Vilassar, de un ataque cardíaco…Fue entonces cuando nos enteramos de que tenía corazón. Si hay Infierno… ¡ahí os queméis tú y los de tu ralea!

¿Qué decir del destino de las indemnizaciones?  ¡La de niños que fueron dados en adopción de forma incontrolada y fraudulenta! ¿Sabían Vds. que llegaron a venderse colchones destinados a los damnificados en los barracones dels Encants?

Toda una vida pagando el “Ocaso” para, ahora, ser sepultado bajo el lodo o, en el mejor de los casos, en una caja de pino resinero. Los muertos aparecían por doquier. Por fin habían conseguido engordar. Era una gordura, sin embargo, extraña, tersa, violácea…como si padecieran una enfermedad desconocida.

Una novia, ataviada al uso, apareció, como algodón en su rama, entre los ramajes de una morera. Alguien dijo, gracioso: “En martes, ni te cases ni te embarques”.

En Barcelona todavía sonaban los ecos de los fuegos de artificio dedicados a la Virgen de la Mercé. Desde Rubí, desde Sant Adrià… los tomaron por broncos y martirizantes truenos de tormenta. Allí no se enteraron hasta el día siguiente, aunque esa misma madrugada tuvieron un susto importante. Los bomberos rescataron decenas de niños de las chabolas de Montjuich, lugar destinado a futuros fastos. Porcioles, por cierto, consiguió que Franco le “regalara” el castillo.



La Vanguardia recogió el desastre en la edición del día 27. El día 26 aparecía en primera página una imagen de la península vista desde un satélite. Nada se decía del peligro que se cernía. El 27 volvía a anunciarse “intervalos de sol” y restos tormentosos en Cardedeu. “Tómbola” llevaba semanas de éxito en el cine Novedades: a los pobres les tocó una muñeca. Sonny Liston acababa de derrotar por KO en el primer asalto a Patterson. En el “Cerro de los Santos” descubren una cabeza de caballo y otros restos arqueológicos. En Yecla alguien, lloroso, reconocería en esa cabeza al descendiente de su yegua “Colorá”. Los cubitos de doble caldo “Potax” hacían furor y Villalonga acababa de ser elegido “seleccionador nacional” de fútbol. Ben Bella era elegido primer ministro de la recién República de Argelia. El cinturón metropolitano yacía bajo metros de barro. Dentro de siglos, arqueólogos desmemoriados, hallarán…

Después vinieron las riadas de noviembre y la gran nevada. Y sin hablar de la Talidomida.

Les había anunciado una excursión a Barcelona… ¡y así será!

Luce el sol “a intervalos”. Como homenaje cojo mi paraguas negro, grande como sombrilla de playa. Tarjeta dorada. Lado mar. ¡Déjenme paso por favor…soy un pobre jubilado que va a sus inútiles quehaceres! Bajo en Arc de Triomf y, flaneurando, subo paseo de San Juan hasta Consell de Cent. Giro a la izquierda, por la acera de la izquierda y sigo hasta el cruce con Girona. Un paseo gratificante. Resisto al Condis que me sale al paso. Esquivo decenas de “restaurantes” chinos. Voy con una idea fija. En el chaflán de Consell de Cent con Girona había un bar (¡y lo hay!) llamado “El Funicular”. Entro y ocupo mesa junto a la ventana. Descorro el visillo. Pido un carajillo de coñá con remolque y el periódico. El camarero me parece salido de los 70’s: pantalón estrecho de cintura y acabado en pata de elefante, camisa entallada… bigote caído, pelo lacio que le cubre las orejas, gafas de carey…Suena “walking on the…” de Lou Reed. Acaba y enlaza con la pérfida “Nunca llueve al sur de California”. Esto parece un flash back. Me trae el café y deja encima de la mesa una botella de Espléndido a la que aún se le puede exprimir un poquito más.

–Extravegante camarero, ¿podría traerme el periódico y un bolígrafo?

–Quizá lo sepa o quizá no, pero se ha metido Vd. en un sitio histórico. Algo pasó aquí hace muchos años y yo pago las consecuencias. ¿Cree Vd. que a mí me gusta ir vestido de esta guisa? ¿Cree Vd. que este bigote mejicano me favorece?

–¿??????

–¡Pues no! –Vuelve a la barra y me trae una Vanguardia color sepia.

–Pero…¡Oiga… este periódico está periclitado!... ¡Y no tiene sudoku!

–¡Pues ESO!

Bien sé yo de qué se trata y por eso de lo que se trata estoy aquí ahora, sentado a la espera de los fantasmas que, a la hora exacta, harán acto de presencia en mis circuitos neuronales. Ya les he dicho muchas veces que mi existencia es virtual. Y como es virtual y no temo por las transaminasas, me pimplo los brebajes en un pis-pas. El reloj del establecimiento marca las 4 y cinco. Tengo tiempo de hacer otra visita. Le digo al camarero que me guarde el sitio y que me reserve el periódico. Le dejo el paraguas como “penyora”.

Lo sienta en la silla y parezco talmente yo.



En la Plaza Gala Placidia justo en el rincón que ahora ocupa el Colegio de Economistas de Barcelona, allí donde la plaza se estrecha para convertirse, otra vez, en avenida, estaban las “atracciones Caspolino” (el nombre no tiene nada que ver con la vetustez y el desfase del recinto, sino con el lugar de procedencia de su propietaria-gestora: Caspe). Era un oasis, o mejor, un espejismo: coches de choque, tiovivo, futbolines…en un espacio mínimo, que se ampliaba por obra y gracia del inexistente Altísimo. Pegado estaba (¡y está!) la cafetería “Placidia”. Mesitas de aluminio. Trasiego de peatones que bajan y suben de los ferrocarriles Catalanes. Coches que se sumergen. Gente con capazos de pitanzas frescas compradas en el mercado de la Libertad.

Todos los bares de Barcelona tenían su clientela fija: los del FOC-FLP habían tomado el “Liceu de Sants” (el de la barra de 32 metros), el “Loreto”, el “Velódromo”, así que a estos pobres del MIL sólo les quedaba las atracciones Caspolino y algunos bares que, a salto de mata, iban concertando. He dicho pobres… en realidad sus asaltos a bancos eran de los más limpio y exitoso. Los del MIL no paraban quietos. No había domingo que no la armaran en la fuente de Canaletas y alrededores. Su enseña: consejismo y situacionismo.

Me amorro a la barra. Pido un orujo de hierbas. Giro de muñeca espectacular. Golpeo el mármol y, por arte de magia, la copa vuelve a estar llena.

A los chicos del MIL les gustaba el futbolín. Apoyada en una de las patas de uno de aquellos artefactos alguien encontró algo y ese alguien entregó ese algo a la policía. Salvador habría ganado y arrastrado por el ardor de la victoria, habría olvidado ese algo. Era un bolso de aquellos que nos colgábamos al hombro en aquellos años. Dentro, la documentación falsa de Puig Antich, un telegrama de Francia, un recibo de alquiler de un piso, un número de buzón postal, dinero y una pistola… ¡suficiente!

La perspicacia de la policía española dio sus frutos. Detuvieron a Santiago Soler y le sacaron a hostias el lugar y la hora del encuentro con Garriga que venía de Francia de firmar la disolución del grupo.  El día, el 25 de septiembre (1973); el lugar, el “Funicular” y la hora, las seis de la tarde… ¡ y son las 5 y cuarto!



Llego al “Funicular” con el bofe fuera. Mi sitio está libre. El camarero me trae el periódico y me devuelve la sombrilla playera. Suena “Améeeericaaaa”. En la mesa de mi derecha un individuo que huele a policía, ese olor rancio mezcla lograda de Varón Dandy y pura mierda, a metros a la redonda, lee el “Barrabás”. Un bulto extraño donde el corazón. No se le escapa ni una ligera sonrisa. Acodado en la barra un chaval con la cabeza entre las manos y escoltado por dos clientes que llevan escrito en la chaqueta: SECRETA. Hay dos mesas más ocupadas: jubilados que, como yo, quizás, rememoren. Es barato y te mantiene activo.

Garriga y Salvador (a quien no esperan) se acercan por la confluencia de Girona y Consell de Cent. Unos tiparracos le salen al encuentro. Uno se deja (¿) prender y el otro se revuelve como una iguana. Parece un arreglo de cuentas. En este momento suena “Eres tú”, de Mocedades. Salen a relucir pistolas. Quieren introducirlos a la fuerza en el colmado “Betlem” (hoy, bar) y tal como ocurrió entonces, tampoco hoy les dan posada. Así que los arrastran al número 70 de la calle Girona. El pobre Soler ha intentado avisar pero el “Barrabás” le ha arreado una hostia. Los jubilados pegan sus arrugadas caras a las cristaleras. Se oyen unos tiros. Dos tios tumbados en el suelo: el inspector Anguas y Salvador. Soler y Garriga, a la Vía Layetana. Salvador, al Clínico y el inspector Anguas …¡al cementerio!

El resto ya lo saben. Pasó lo de Carrero y etc…etc.
Cojo el paraguas, pago y, chino-chano me dirijo a “Arc de Triomf”. Tarjeta dorada. Lado mar. Abro el periódico color sepia, del miércoles 27 de septiembre del año 1973.
(ya lo devolveré el año que viene).
Llega la noticia de la muerte de Neruda:

“Yo no quiero la patria dividida
Ni por siete cuchillos desangrada…”


Triunfo aplastante del frente justicialista. Los socialistas franceses avanzan en las cantonales. Tres mil soldados rastrean el centro de Santiago. El Barça le ha ganado por 3 - 0 al Español.

Propuesta para la mañana de hoy, día 25 de septiembre. “Diario de un seductor”. Alejandra Pizarnik-


A estas alturas mi vida ha perdido toda originalidad y se mantiene de prestado.  Puedo consolarme diciendo que mi vida “revive” el pasado. La realidad es que no puede crear nada nuevo. Así son las cosas y ya he decidido que así serán. Pero incluso la rememoración se hace cada vez más tragicómica. “La vida puede ser comprendida viendo hacia atrás, pero sólo ha de ser vivida hacia delante”, eso decía Kierkegaard. Lo segundo es imperativo…excepto en el caso de Benjamin Button.

Hoy toca excursión a Barcelona… ¡esto es un no parar! Antes, sin embargo, tengo que arreglar cuentas con nuestro viejo conocido (y, no obstante, amigo) y deforme Kierkegaard. Lean Vds., si quieren, las propuestas del 5 y el 8 de mayo y continúen con la que propongo para hoy.
25 de septiembre (“Diario de un seductor”. Incluido en “O esto o lo otro”, 1843.)





“¿Por qué no puede durar más una noche así? Si Electra se pudiera olvidar, ¿por qué en estos casos el sol no puede sentir compasión? Ya se ha acabado todo, y yo pido de no verla más. Una vez que una jovencita ha dado todo, está rota, lo ha perdido todo; pues, si en el hombre la inocencia es un momento negativo, en la mujer es la esencia de la vida. Ahora es imposible toda resistencia, pero mientras exista es bonito amar; cuando cese, amar se convierte en hábito y debilidad. No deseo recordar esta relación con ella; ella ha perdido el aroma, y ya pasaron los tiempos en que una jovencita, por el dolor de la infidelidad del amante, se transformaba en heliotropo. No me despediré de ella, ya que no hay nada que me moleste más que las lágrimas y las súplicas de las mujeres, que confunden todo y en el fondo no significan nada. Es verdad que la he amado, pero de ahora en adelante ella ya no puede ocupar mi alma. Si fuera un dios haría lo que Neptuno hizo con una ninfa, la transformaría en un hombre.

Valía la pena saber si estaba en grado o no de engatusar a una jovencita hasta el punto de que tuviese tanto orgullo de imaginarse que era ella la que se cansaba de la relación. Podría ser una farsa muy interesante, que por sí misma tuviera también un cierto interés psicológico y, desde ese punto de vista, nos enriquecería con muchas observaciones eróticas”. FIN.

Se trata de la última entrada del “Diario…” y acaba de tirarse a Regina. Es para romperle (acabar de) la espalda y las piernas. En su descargo decir que quien habla es Johann, la encarnación del estadio estético, de ese vivir poéticamente que te conduce, por falta de objetivos, a la repetición de lo mismo…al límite mismo de la melancolía. Los estadios (estético, ético y religioso) no son momentos hegelianos, son cursos posibles del río que constituye nuestra vida. Son resultado de una elección consciente y angustiosa resultado de un correcto aprendizaje. Eligiendo nos construimos y participamos, desde la subjetividad, en lo general…etc…etc. En fin que la vida es una continua ansiedad (desde Adán), un “mareo de libertad”, que sólo se calma con el absurdo de la fe, con la confianza plena en “Dios” (Abraham. “Temor y Temblor”). La ansiedad nos informa sobre nuestras opciones, nuestro propio conocimiento y nos conduce desde la autoconciencia inmediata a la conciencia de reflexión (conciencia pre-reflexiva / conciencia reflexiva de Sartre).

Es justo lo que acontece en el Condis. Siempre he dicho que el Condis es un microcosmos que refleja la totalidad del universo. Te ves arrojado a ese espacio siempre mal climatizado y enseguida te asalta la angustia de la elección: “esto o lo otro”. ¿Brócoli o coliflor? (ambas opciones son equivocadas). ¿Qué hacer? ¿ir al chino?... porque lo que es el huerto ya está en las últimas.

Por eso, para evitar la angustia, me he establecido un ritual raramente alterable: tostada de pan con aceite y orégano griegos y un fifti-fifti. Un poquito de angustia, ¡vale!, pero sólo cuando dudo entre coñá u otro espirituoso.

Con “temor y temblor”, tanto que derramo el carajillo, rememoro la figura de Alejandra (Flora) Pizarnik, aquella madrugada del 25 de septiembre del 72 en la puso fin a su angustiada vida con una muerte seconalmente sódica. En el número 980, apartamento 7º C, de la calle Montevideo, Buenos Aires, naturalmente. En su apartamento, un  pizarrón verde y escrito en él:

                                                        No quiero ir
                                                        nada más
                                                        que hasta el fondo
Oh vida
Oh lenguaje
Oh Isidoro                                                                       Septiembre de 1972.                               

               

Clavadas en la pared, unas fotografías de Breton y de Rilke. Muñecas pintadas, disfraces, papeles desordenados…

Sobre la mesilla de noche alguien había depositado la piedra de la locura… y un trapo de lino empapado en celedonia, de la familia de las adormideras.

Se la llevaron, sin vida, al Hospital Pirovano. Allí se la veló según el rito judío (Infórmense Vds. de su procedencia y del destino de buena parte de su familia). Al día siguiente se hizo la vela “normal” en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores. Y el 27 fue enterrada en el cementerio judío de La Tablada.

En los bajos del edificio, feo donde los haya, han puesto un despacho de lotería.

PARA JANIS JOPLIN
“A cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

Así como duerme la gitana de Rousseau.
Así cantás, más las lecciones de terror.

Hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
Me pregunto si eso no aumentó el error.

Hiciste bien en morir.
Por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo







martes, 24 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 24 de septiembre. Pipino el breve. “Moscú 2042”.


 –Bonjour, tristesse! (*)

–¿Y eso? Yo, querido mesonero, le veo como siempre: rancio, indolente, desaborío, ajeno a las pasiones y pendiente sólo del sonido de la registradora.

–Gracias, amable cliente. Pero es que recuerdo que tal día como hoy, del año 1984, los de la secta Osho, contaminaron de salmonella las ensaladillas de 10 bares de la ciudad de The Dalles (Orego). Los bares estamos expuestos a esos actos de gente sin alma que pierde la calma…

–Entiendo. No veo, sin embargo, motivo para su melancolía. Sus ensaladillas están infectas, los boquerones en vinagre son gelatina, los “morros” son como suela de zapato y los pepinillos en vinagre  parecen gominolas… ¡no se preocupe, amigo, que no perderán el tiempo con Vd.!

–¿Vd. cree?

–No se trata de una creencia… ¡es una evidencia científica!

–Gracias nuevamente. Me quita Vd. un peso de encima.

–Pues eso. Póngame un carajillo matinal y páseme el periódico y un boli.

–¿Le hace el Sport?

–Si tiene sudoku…

Y así, de esta guisa, va pasando la mañana. Los clientes del Día se cruzan con los del Condis, y en el punto en el que se entrelazan se forma un remolino, algunos que se dirigían al Condis salen lanzados en dirección al Día y viceversa. “El mundo está loco”, acota el tabernero, encontrando en lo que ve, un argumento de peso: “Esos son capaces de todo”…

– ¡Hasta de comerse sus (de Vd.) pepinillos!



“Regresé a Múnich el 24 de septiembre de 1982, por la tarde. Mi mujer no sabía que iba a llegar, así que tuve que coger un taxi.
Mientras atravesaba Múnich, me sorprendió y hasta me abrumó la diversidad de luces anuncios y automóviles de todos los colores, así como la muchedumbre con vestidos de fiesta en la Marienplatz. Se me hacía difícil creer que había llegado al pasado desde el futuro, y no al revés”.

El personaje (Kártsev) de “Moscú 2042”, reducido a 457884300, se ve lanzado al Moscú soviético del año 2042. El resultado es una combinación de Huxley, Zamiatin Orwell…pasado por el desgarro grotesco propio del lugar. Voinóvich, autor de “Vida e insólitas…”, expulsado de la URSS, hacía tiempo en Múnich y mientras…escribía esta estupenda “novela futurista”.  A estas alturas, ya rehabilitado, sigue en Múnich…haciendo tiempo. Recuérdenme Vds. que pasado mañana  le envíe un e-mail con motivo de su 83 aniversario.

Viajar al futuro tiene estas cosas: tu fama posterior se basará en algo que aún no has realizado… te sorprenderás del destino de los idiotas que te rodean… crearás un odio inextinguible por el presente… Y comprenderás, con pánico lúcido, de qué manera el futuro se deriva del presente. Divertido. Aunque más divertido es imaginar a los cosmonautas soviéticos (y rusos) dirigiéndose a la nave Soyuz, cantando camaradilmente. Hubo un tiempo en que cada astronauta tenía derecho a elegir una canción de despedida. Aquello se convertía durante largos minutos en un castigo. Cuando sonaba “Siento que ya llega la hora” de los Módulos, los otros cuatro, a excepción de Yuri, el elector, se cagaban en “tos sus muertos”, le echaban en cara, de forma inclemente, su gusto estropeado por la ingravidez de la cápsula. Acabado el éxito de los Módulos, venía la elección de Vladímir: “Madrecita, María del Carmen”, los otros cuatro taponaban sus conductos auditivos con estopa de limpiar cojinetes. El más odiado era Gravílovich, su elección sumía al resto en la más pura desesperación: “Verde campiña” en versión de José Guardiola:

“Verde campiña
dormida al sol
verde esperanza
¿qué fue de nuestro amor?
Del valle umbrío
ya el cielo no es azul;
la flor se muere
porque te fuiste tú;
todo lo llenan tu ausencia
y mi inquietud…”

El viaje en autobús, como he dicho, se convertía en un martirio. Yeltsin (o su representante en la tierra) que tenía, sin duda, sus cosillas…tomó la acertada decisión de acabar con aquel derroche de imaginación y poesía. Estableció que se cantara a capella el “Himno de los astronautas soviéticos (¿rusos?)”. Bueno, pues el tal Voinóvich había sido el principal inspirador del himno y su nombre empezó a hacerse popular, lo que no impidió que fuera expulsado y privado de la nacionalidad:

“La Tierra por la ventanilla.
La Tierra por la ventanilla.
Se ve la tierra por la ventanilla.
Se ve la Tierra por la ventanilla.
Igual que un niño añora a su madre
Añoramos nosotros a la Tierra…”

Menos hondura, menos psicología, menos melancolía, menos metáforas. Más maquinal, más marcial, más camaradil

Mientras me dirijo como un planeta errante (valga la redundancia) hacia el Condis, recuerdo que tal día como hoy, de diferentes años, se han descubierto multitud de asteroides, valgan como ejemplo: Asteroide Afrodita (nº 1388). Asteroide Anga (nº 3158). Asteroide Anubis (nº 1912)… Ármense de paciencia y podrán ponerle nombre a una piedra espacial. Pero para paciencia la que hay que desprender en la cola del Condis.


 Estrenado el otoño, les propongo una ensalada que se interna en territorio invernal: Busquen y rebusquen en el Condis a ver si encuentran algunos trozos aprovechables de repollo y de col lombarda. Si ven que es inútil, vayan al chino y sigan: una cebolla, unas zanahorias, unos ajos y patatas. Córtenlo todo en juliana, menos la patata que, una vez cocida, cortarán a taquitos. Rocíen el resultado con una salsa de mayonesa y ajo picado y cúbranlo todo, así para que no se vea, con tiras de pepinillo en vinagre. El resultado lo califican de espectacular. Una evidente exageración, como podrán comprobar Vds. mismos. Más se parece a una abigarrada acuarela de Nolde que a un plato comestible.

Sepan vds. que estamos a 30 de septiembre y sigo enganchado con esta fracasada  propuesta. Así que, sin contemplaciones, doy entrada al breve tema final y concluyo.

Que Pipino el breve (también apodado “Pipinillo”) acelerara su muerte tras un encontronazo con las tropas lombardas, se deduce de la ensalada que acabamos de pergeñar: Es imposible salir indemne. Y que muriera tal día como hoy, del año 768, precisamente el día en que nos hemos atrevido a zamparnos ese batiburrillo, tiene algo de fatal… ¡y flatulento!



Al tal Pipino se le ha anotado en su haber, el haber acabado con los “reyes holgazanes” merovingios y ser el escólex de la dinastía carolingia. Y lo de “breve” no piensen que fue por la brevedad de su reinado, que no lo fue, sino porque no logró superar los 135 centímetros de altura, y ello pese a todos los esfuerzos de la corte (y confección). Para colmo de desdichas lo casaron con Bertrada, “la del pie grande”. Gastaba un 49 sentada; de pie, se le ensanchaban los pies y podía doblar la talla. O sea que Pipino, a ras de suelo, estuvo condenado de por vida (conyugal) a respirar el aire que, antes, había acariciado los omnipresentes pies de la reina.

Acabada con su muerte la epidemia real de holgazanería, ésta se trasladó al reducto de Asturias: Aurelio, Silo, Mauregato y Bernardo I, pueden, por este motivo, ser recordados como los primeros afrancesados de la península… ¡Y es que no lanzaron en 23 años ningún ataque contra los moros!

El récord de brevedad lo tiene el innominado Luís Felipe de Portugal. Unos tiros, en plan Sarajevo, acabaron con la vida de su padre-Carlos I y con la suya-heredero que murió 20 minutos más tarde: el tiempo que tardaron los médicos en acabar de finiquitar al monarca. Alfredo Costa fue fulminado allí mismo. La reina, con la valentía que nace de la desesperación, había golpeado el brazo ejecutor con un ramo de gardenias. Las balas entraron perfumadas y sobre los adoquines quedó, como nevada sorpresiva (aunque era invierno), un rastro descontextualizado de pétalos. La muchedumbre “gritó” (*), confundiendo Lisboa con la boliviana Santa Cruz.



¡¡Por fin!!...¡Pensé que no acabaría nunca!

Acabaré de amargarles el día aconsejándoles el brevísimo musical: “Pipino il Breve” del siciliano Carlo Cucchiara. Es corto, pero suficiente para caer en brazos de Morfeo.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...