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lunes, 26 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, día 26 de Agosto. Moralito. Werfel. Puerto Hurraco. Limónov



Aún es noche cerrada. Ya se ha puesto la luna y aún no ha salido el sol. Pero yo no aguanto más este dislate: “¡Me cago en el misterio!” (que diría aquel). ¿Saben Vds. que Aristóteles se lanzó  (y se ahogó) al canal de Eurito, incapaz de comprender el vaivén de sus aguas? Para evitar una muerte semejante abandono la casa y la ría: Mata más el agua que el vino.
 
No revelaré el destino…aunque los más avispados lo irán descubriendo según vaya eligiendo y desechando rutas. 

Paso Viveiro, Vilalba, Lugo y, sobre las 9 de la mañana entro en Ponferrada por la Avenida de Galicia. Con diferentes nombres (p.e. “General Vives”) esa misma avenida te devuelve a la carretera de Benavente y Zamora. Bueno, pues pasado el río paro máquinas. Dudo entre el bar “La Piedra” o el bar “El Abanico”. Son como “los dibujos de los ocho errores”: idénticos. Cuatro mesas de aluminio con sus sillas en la acera, obstruyendo el paso. Una cochambrosa sombrilla publicitaria.  Cuando mueves la silla para sentarte se enteran hasta en Astorga.  Me decido por “el abanico” por razones meteorológicas. Me caga una paloma o una tórtola o un pichón (para el caso es lo mismo): Me caga un pájaro. Lástima que Noé no echara a volar un Pterosaurio… ¡nos habríamos ahorrado esta plaga! Y Picasso no hubiera hecho cursiladas. Me pido un bocadillo de atún con olivas y pimiento rojo y una cerveza. Carajillo con remolque “El Afilador”. Sigo hacia Zamora por Benavente. 

En La radio suena “La gota fría” (eso es lo que haría falta) en la versión de Carlos Vives. Un 30 de abril les contaré algo más sobre esta puya vallenata y sobre el vallenato en general. La canción viene al pelo: tal día como hoy, del año 2011 murió Lorenzo Morales “Moralito”, el rival de Emiliano Zuleta (origen de la saga “Zuleta”) en ese duelo que la copla recrea. Lorenzo fue nombrado “Rey vitalicio” por el Festival de Leyenda del Vallenato de Valledupar (departamento del Cesar, Colombia, naturalmente). 













A las 11’30 estoy en Zamora. Y como llevo prisa, no paro. Salamanca. Todos estos parajes me resultan más exóticos que la romería del Rocío. Paso Salamanca y a las 2 de la tarde entro, sediento, en Guijuelo. Calor. El aire huele a ibérico a la brasa. En  la Puerta de la plaza de toros pregunto por el bar-taberna “La Amistad”. Supongo que existirá un local que se llame así. Sería el único pueblo de la península que no tuviera un bar que se llamara “La Amistad”. ¡¡Tiene huevos!! El país con más guerras civiles a su espaldas…
 
–Pues sí señor. Lo tiene vd. ahí mismito.
Miro y veo el ambulatorio.
–Mire para el otro lado, buen hombre.

Veo un edificio color sangre coagulada (o Burdeos, según el día). La insignia del local es una gamba con cabeza de cerdo. Y la especialidad: “Mariscos de pocilga”. El sitio es famoso, me dice, viene gente de todas partes a comer cochino. Aparco. Calor. Entro. Parece que he retrocedido 40 años: oscuridad, cortinas espesas, muebles de madera de alta montaña. Los dos clientes que se apoyan en la barra giran la cabeza, el sol los deslumbra y me enseñan las encías como lobos hambrientos. 

–Buenas tardes, señores.
–Buenas.
–Pues nada, a comer que vengo.
–Pues muy bien. 















Me acodo en la barra y como si se disparara un resorte me llega una cañita y un platito de “morros”. Me la pimplo de un trago y aparece otra como de la nada. La pared está cubierta con fotografías de auténticas matanzas de cerdos. Vamos que entre la Plaza de toros, el ambulatorio y esta colección de matarifes se le quita a uno las ganas de comer ibérico de Guijuelo. Cuando me retiro de la barra para sentarme a la mesa he de hacer un pequeño esfuerzo por despegar los pies del suelo:
–Soy Jesús Merino (“hermanos Merino”). Bueeeno. Vamos a ver… ¿Qué querrá comer? Naturalmente unos “mariscos de pocilga” y después le recomiendo unos huevos fritos con virutas de jamón de la localidad. Una botella de vino de Toro. Y ya cerramos con un carajillo (fifti-fifti) del “¿Afilador?” o lo prefiere de coñá. Tómelo de coñá. Y como colofón  un licor de hierbas, tipo Benedictine. ¿Qué le parece?

Los “mariscos” resultan ser, como era previsible, unos embutidos verdaderamente buenos. Los huevos, como siempre y el jamón, bueno (sin más). 

Mientras bebo esta especie de Benedictine, me viene a las mientes Alma “la viuda” Mahler. Por su afición a esa bebida monacal y porque tal día como hoy, del año 1945, murió su último marido: Franz Werfel. La historia enlaza con Gropius y Kokoshka. Precisamente un día como ayer, del año 1918 (pero los efectos duraban el día 26 de agosto) Gropius, celoso de Kokoshka, fue a visitar a Alma al hospital en el que ésta intentaba salvar la vida de su feto y la propia. Cuando entró, la mujer hablaba (por teléfono) en un tono muy familiar con Werfel. El marido cayó fulminado por la fuerza de los presentimientos. Se repusieron. El niño no tanto. Ya les contaré.













El “Auschluss” les pilló en Capri y decidieron no volver a Viena: París, Marsella y, por el mismo camino que seguiría W. Benjamin, entraron en España. Les acompañaban un envejecido H.Mann, su mujer y su sobrino Golo (hijo de Thomas Mann). También hicieron un recorrido similar Hanna Arendt, el nobel de medicina Otto Meyehoff, la cantante Lotte Leonard…
Desde Lisboa un barco griego, el “Nea Ellas” los condujo al Nuevo Mundo. Allí empezó la pasión de Alma por el Benedictine.

Plasencia. Navalmoral de la mata, Trujillo, Villanueva de la Serena, Don Benito, Castuera y entro en… ¡¡Puerto Hurraco!! justo al atardecer. No hay problemas de aparcamiento. Aquí parece que todas las calles se llaman “Carrera” (¡¡). Sigue el calor asfixiante. En el bar Sabino (el único) pido una cerveza. La acompañan con un platito de almortas. No puedo dejar de mirar al tabernero. Él hace como que friega, pero no hay nada que fregar. No quiere mirarme.













Hace ya 23 años de AQUELLO. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya saben vds. todo el rollo familiar / psiquiátrico que desembocó en la matanza. Los hermanos Izquierdo contra los Cabanillas. Los “hermanos Merino” eran los de Guijuelo ¿no? Invasión de tierras, novia despechada, cuchilladas, incendios…tiroteo indiscriminado.
 
–¿Qué? ¿Hace calor, eh?
Me mira y asiente (de la forma más triste que he visto asentir en mi vida).
–¿El váter?
–Al fondo a la zurda.

Decididamente han decidió olvidar.

En el pueblo (aldea) no queda ni un Izquierdo ni un Cabanillas. Se han desvanecido euridicianamente. Aquel 26 de agosto tuvo que venir la benemérita desde Monterrubio de la Serena, precisamente el día en que (el año 1549) se refundaba por órdenes de Pedro de Valdivia, Villafranca de la Serena y se convertía en San Bartolomé de la Serena, Chile, naturalmente. “Vamos a cazar tórtolas”, dijeron. Algo parecido decía el killer de Passanant i Belltall (antes La Pobla de Passanant) en la Conca de Barberà (Tarragona): “Venid niños y veréis como mato pichones” y los niños hacían de pichones. Esto ocurría 60 años antes. Algo siniestro deben de tener las palomas (y sus variantes) para atraer de forma tan obsesiva a los asesinos rurales. Cuando recuerdo la cagada de esta mañana me dan escalofríos. 



Si están en casa pónganse en el esputofaif aquella de los Ketama “Ay quien pudiera subir a los barandales de la luna…” o aquella otra rumbita de Mecano: “Una rosa es una rosa es…”. No se le puede negar a Carlos Saura su acierto en las bandas sonoras. Si no, recuerden aquella de los Chunguitos: Una hermosura se mire por donde se mire. Aquel casete (doble: “Cara a Cara”) me acompañó durante años en mis correrías por Europa. ¿Saben que pasa? que me da pereza ponerme a buscar la música apropiada; así que cojo una cinta que me guste ¡y la fundo!  Esta temporada estoy con “María Jiménez canta a Sabina” (o algo parecido, por fuerza): “La vi en un paso cebraaa…”.

Hala… ¡a Ciudad Real! Lástima que no haya luz suficiente para disfrutar del paisaje. El coche se dirige, por asociación, a la calle de La Paloma (¡y luego dirán que las máquinas no tienen sentimientos!). En la calle que conduce de la Iglesia de San Pedro a la Plaza Mayor hay un hotel. Se encargan del aparcamiento. Y para cenar, en “El Ventero” en la Plaza: “Pisto” y una paloma torcaz en escabeche. Valdepeñas y ronda de aguardientes. 


“Anna Moiseievna ruge en sueños, y el granuja se queda observando atentamente a la amante dormida. De pronto se le ocurre una brillante gamberrada. Y si…Se acuclilla junto a la cama, hace unos cuantos movimientos masticatorios con los labios para segregar saliva y, a continuación, lame el muslo de Anna Moiséievna. La maja judía continua resoplando regularmente. Ed comienza a escribir sobre el muslo con el lápiz la primera cifra de la fecha: “2…” Apenas se percibe un ligero temblor en su pierna, pero ella sigue durmiendo. Ed, con mucho cuidado escribe el “6”, y, luego, convencido de su impunidad, continua escribiendo, ahora con mucha más soltura: “…de agosto de 1967”. Permanece un rato admirando su obra que parece un tatuaje. Finalmente, considerando que la prueba material puede ser eliminada del cuerpo de Anna mediante un enérgico lavado, el malvado se arrodilla junto a la cama para dedicarse concienzudamente a su trabajo y escribe con letras bien gordas: “Ed ha incendiado una edificio”.

















Bueno, la piel de Anna queda como la del salvaje de Moby Dic (ya saben vds.). Lean vds. a Edward Limónov, el “poeta de pelo corto (recuérdese aquí que Cravan ya se había proclamado en su día como “el poeta con el pelo más corto de todo el mundo”) y cara redonda (?)”. Resulta irresistible…aunque después puedan prescindir de él… Y ya me darán las gracias invitándome a una cervecita en el “Marina” o en “Los Piratas”.  El personaje es un tanto complejo (por decir algo)…¡Volveremos!
……………………………………….Bona nit!.............................................................






domingo, 25 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, 25 de agosto. Telescopio. Zinoviev. Kamenev. Nietzsche.



(Los asteriscos remiten a “razones efemerísticas”)

El “profundo sueño dogmático” de Kant no sería  tan “profundo” cuando pudo ser despertado por el suave roce de Hume (*). Es evidente que no estaría tirado entre los fardos del puerto de Cariño. Para ese despertar hubiera hecho falta los “martillazos” de “Dionisos, el crucificado”.

Lo que más echo en falta en estas lejanas tierras es el “condis”, con sus algaradas habituales. La buena voluntad de Xosé me está convirtiendo en un ser pasivo y desconectado de las desazones del pueblo llano. Ahora me entretengo haciendo listas de productos que compraré en cuanto llegue. La verdad es que si tuviera un telescopio mediano y que pudiera sortear las irregularidades del terreno, podría, en directo, ir siguiendo las entradas y salidas del antro. 



Y es que tal día como hoy, del año 1509, Galileo presentó ante los prohombres venecianos su “telescopio”. Subieron al campanile de san Marcos y desde allí enfocaron a las islas de la bahía, vieron obreros soplando, pero no quedó claro si creaban las botellas o las vaciaban. El “telescopio” no proporcionaba más pistas. Enfocaron hacia alta mar y vieron barcos como si estuvieran aparcados en la parada del vaporetto. Pero no encontraron, tras discutirlo concienzudamente, la utilidad del instrumento. Galileo pensaba que sería una ventaja en manos de las compañías de seguros, que verían antes que nadie la llegada, ilesos, de los barcos mercantes. Propuso otras utilidades. Y lo recomendó a todos los estados europeos, por diferentes y contradictorios motivos. Sus necesidades pecuniarias eran muchas…
En realidad esetelescopio” era suyo, porque lo había construido él. Sin embargo él no fue el inventor. Se vendía como un entretenimiento en los puestos de comerciantes holandeses. Él, eso es lo importante, ideó una nueva aplicación para el artilugio: Lo convirtió en el primer instrumento científico que ampliaba el mero uso de los sentidos. Fue el primero en dirigirlo a los cielos. Al año siguiente publicaría (“Siderius nuntius”) sus descubrimientos, decisivos para la aceptación del sistema copernicano…Y empezaría su “calvario” personal. Aunque le pusieron las orejas de burro y el sambenito, no llegó la sangre al río

Infórmense vds. Infórmense…

Con la última hoja de la “Voz de…”, me filtro una melita. Y disuelvo el sabor ferruginoso de la sangre con el áspero y punzante del “Afilador”. Mucho “Afilador” hará falta para neutralizar la sangre que tal día como hoy, del año 1936, se vertía en las celdas de la “Lubianka”.

      

Todo empezó el 1 de diciembre de 1935 con el asesinato de Kirov. ¡Esa fue la señal! La oposición trotskista estaba siendo desmantelada (eufemismo). La mancha se extendería hasta anegar a todos los “antiguos bolcheviques”. El partido hacía tiempo que se había metamorfoseado: estaba plagado de “nuevos NEP” cuyo único interés era conservar sus privilegios (a costa de lo que fuera). La Constitución “más democrática del mundo” se estaba cocinando (quedaría cruda). El plan quinquenal resultó un éxito y ahora se esperaba que los esfuerzos se dirigieran a la producción de bienes de consumo masivo. La revolución española estaba ansiosa por ser traicionada y mientras la traición llegaba, se batió de forma heroica y ejemplar. La revolución china esperaba pacientemente. Gorky acababa de morir (¿) y Yagoda se escondía tras las cortinas.

Stalin lloró a Kirov con lágrimas de cocodrilo. Y como un reptil anfetamínico se lanzó a la destrucción de todos sus oponentes, agrupados en un fantasmal “Centro Unificado Trotskitsa-Zinovievista”. Trotsky, de momento, estaba a salvo.

Bueno, a lo que iba. Tal día como hoy, del año 1936, sacaron a Kamenev y a Zinoviev (que eran dos, no uno) de sus celdas de la “Lubianka”, donde habían sido re-conducidos el día anterior, tras la farsa del “primer proceso” y conducidos a la sala de ejecución. Para los detalles lean vds. “La corte del zar rojo” (por demás decepcionante, espectacularmente demagógico y vacío de análisis históricos: allí, en aquella “corte”, sólo se bebía, se comía, se fornicaba, se traicionaba, se torturaba, se mataba…). La inestabilidad política de K. y Z. fue una constante. Su indecisión en los momentos cruciales, una compulsión… ¡Pero de ahí a meterles una bala en la cabeza…! Las balas fueron limpiamente sacadas de sus cráneos, escrupulosamente frotadas y cuando adquirieron el brillo original, catalogadas entre los “recuerdos” lascivos de Yagoda. Cuando le llegó el turno a Yagoda, las heredó Yezhov. Y allí las encontraron finalmente, cuando también a este último le llegó la hora.

Junto a K. y Z. fueron acusados (y rematados) otros. La maldición llegó a toda la familia de Kamenev, cuñado de Trotsky

…Infórmense vds. Infórmense…

No hacía falta ser un Vychinsk (que jamás fue un bolchevique) para lograr los espectaculares resultados del “proceso”. Hubiera bastado insinuar, como de paso: “Aquí alguien ha matado a alguien”. Kamenev se comportó, pero el pobre Zinoviev hasta lamió los zapatos del verdugo. No opusieron resistencia. Lo reconocieron todo. Y hubieran reconocido, para mayor agravio, haber participado en la banda de gaiteros de Cariño. La crueldad, sin embargo, tuvo un límite (tendente al infinito).

Stalin: “La gratitud es una enfermedad del perro”.

Pues yo le estoy muy agradecido a Xosé por los kilos de grelos con los que me ha mantenido con vida. Y a mi anfitrión, por la caja de aguardiente. Cuando descubra el estropicio…yo ya estaré lejos.

K. y Z. ya estaban muertos. El día 25 de agosto los remataron.


Algo así le pasó a Nietzsche. Su primera muerte ocurrió aquel fatídico 3 de enero de 1889, bajo las arcadas neoclásicas de la plaza Carlos Alberto de Turín y la segunda (definitiva) tal día como hoy, del año 1900. También a O. Wilde lo mataron, “de profundis”, en la cárcel y murió, miserablemente, avanzado el otoño, durante los fastos de la Exposición Internacional de París. Strindberg describía su “camino de Damasco” y enviaba cartas, sin respuesta, al filósofo moribundo. Munch culminaba el “Friso de la vida”. Ibsen sufría su primer soponcio…

Horlderlin.

Overbeck acudió a Turín y condujo (con la redecilla para el pelo del señor Fino. Como el payaso que quería ser) el despojo a una clínica de Basilea: con el doctor Wille (¡doctor voluntad!) Pasados unos días, acudió su madre y lo internaron en la clínica del doctor Binswanger de Jena. Poco a poco su megalomanía se reveló innecesaria. Pasado un año, su madre se lo llevó a la casa familiar en Naumburg. 



“Llegué muy temprano, porque no podía demorarme mucho. Su madre le hizo pasar a la habitación; yo le felicité porque cumplía 50 años y le entregué un ramo de flores. No entendió ni una palabra de lo que le dije. Tan sólo las flores parecieron atraer, por un momento, su interés, pero inmediatamente después fueron ignoradas.” (Deussen)



Cuando en 1897 murió su madre, su hermana Elisabeth, la proto-nazi, se hizo cargo del “loco” y empezó la labor de adecuación a los tiempos “modernos”.

Ya sé que a N. no le gustaba pimplar. En eso nos diferenciamos. Y en el bigote. Sabedor de la diferencia, y aceptándola, mi pimplo un cuartillo de orujo con unas gotas de café-melita. Los grelos los dejo en la olla: que florezcan y den abundante cosecha para carnaval. ¡Estoy de grelos hasta…!

En verano de 1989, en el centenario del colapso turinés, y en vísperas del colapso del pacto de Varsovia, estaba yo, pasando necesidad y sorteándola a base de pepinillos, en Erfurt (RDA). Había conseguido una beca para la realización de un curso de lengua y cultura de la República Democrática Alemana (sic). Precisamente el día 25 de agosto me acerqué en mi flamante “Samba” a Rocken. Era una aldea de espaldas a su muerto ilustre. Había una fiesta popular: ensalada de patatas, salchichas y música de compás binario. No sé qué se celebraba. Quizás la extraordinaria cosecha de patatas  o quizás la llegada de un cargamento de cosméticos de contrabando. Las tumbas de Friedrich y de su madre estaban cubiertas de maleza al pie del muro de la casa natal. No recuerdo si también estaba la de su hermana, la proto-nazi. Hice todo un recorrido por los lugares de infancia del filósofo. 



 Años después me enteré de que la casa y las tumbas peligraban. Una empresa minera de extracción de lignito había conseguido permiso para hacer catas en unas hectáreas dentro de las cuales se encontraba la casa. Las catas fueron exitosas y todo parecía que se iba a convertir en una mina a cielo (¿) abierto: lo más parecido al infierno. La cosa se solucionó y se dotó a los difuntos de unas tumbas y demás, de un gusto pueril, a la altura de la “postmodernidad”. Hubiera sido un final adecuado para sus restos: mezclados con lignito hubieran inflamado el mundo. Dinamita.

Cargué el “Samba” con una vajilla de porcelana polaca y un juego de copas de Bohemia. Además de una  armónica Chrometta de Hohner de doce celdas y unas gafas de motorista de los años veinte (que hicieron furor en las pistas de Bikini). Cuando llegué a Barcelona los periódicos anunciaban la inminente “caída del muro de Berlín”.

Bueno, mi estancia en la ría ha tocado a su fin: sin desentrañar el secreto de las aguas y sin catar el marisco. Pero con un amigo, Xosé y con una fobia: los grelos.








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...