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miércoles, 8 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 8 de mayo.Kierkegaard, Lavoisier, Marat.




Asteriscos (*) remiten a razones efimerísiticas.


Tal día como hoy, del año 1837, Kierkegaard, de 24 años, conoce a Regina Olsen, una jovencita de catorce años y se inflamó. Vean Vds. mismos:

“Vos soberana de mi corazón guardada cual tesoro en lo más profundo de mi pecho, en la completitud de mi pensamiento, allí... ¡desconocida divinidad! Oh, puedo realmente creer los relatos del poeta, que cuando uno ve por primera vez el objeto de su amor, imagina que lo ha visto hace mucho tiempo, que todo amor, como todo conocimiento, es reminiscencia, que el amor también tiene sus profecías en el individuo. ... creo que habría de poseer la belleza de todas las chicas para poder dibujar una belleza igual a la tuya; que habría de navegar alrededor del mundo entero para poder encontrar el lugar que me falta y hacia el que apunta el más profundo misterio de mi completo ser, y al momento siguiente estás tan cerca de mí, llenando mi espíritu tan poderosamente que me glorifico y siento que es bueno estar aquí.



Con un nombre tan “gargarítico” y con un físico entre Toulouse-Lautrec y Lovecraft fue capaz de enamorar a un “yogurcito" desnatado-natural. (¡valga el múltiple rodolí!).

D. Quijote y Dulcinea; Beatriz y Dante; Petrarca y Laura; Matilde y Comte; Eloísa y Abelardo;  Kierkegaard y Regina; Sergio y Estibaliz… Pero también Sócrates y Jantipa.
Modigliani y Hebouterne; Rodin y Camile; Robert Schumann y Clara; Los Gall; Eluard y Gala; Dalí y Gala; Asja Lacis y Benjamín; Lou y Nietzche; Lou y Rilke; Lou y Ree (¡¡); Lou y…; Gonxarova y Larianov; Villanueva y la Geltrú;  Ernst y Carrington. Los Delaunay; Frihda y Diego; Orfeo y Eurídice; Dafnis y Cloe; Alfeo y Aretusa… Zeus y la tierna vaquita blanca… ¡Parejas que en el mundo han sido!... ¡Faemino y Cansado! a quienes, por cierto, debo mi interpretación del pensamiento del filósofo. Mis conocimientos no superan los límites marcados por la pareja. Pero si Vds. quisieran profundizar en el tema, acudan a Adorno, Sartre, Deleuze o a su, pese al ateísmo militante, “semejante” Max Stirner. Y si quieren caña: Lukács.

El deforme Kierkegaard quedó satisfecho con saber que pudo conquistar a una beldad. Conseguida, rompió el compromiso de una manera “trampera” y algebraica.  La “espina en su costado” bien pudo ser una rémora de la sífilis o una simple homosexualidad.  Lo cierto es que esperó a tenerla a sus pies para revelar su incapacidad y  un “carácter sádico-masoquista” de primer orden.

Lean vds. “Diario de un seductor” (o lean la propuesta, inédita, para el 25 de septiembre).




Roto el compromiso se puso a estudiar filosofía con Schelling que, por deseo del monarca prusiano, pretendía “extirpar las semillas del dragón del panteísmo hegeliano”. La filosofía de Hegel se había convertido en la perfecta cobertura del absolutismo prusiano….Y pese a todo…

Desde las filas de la religiosidad más estricta y del cristianismo más heterodoxo, Kierkegaard lanza sus piedras contra el Todo. Cree anular la dialéctica hegeliana mediante unas gotas de lógica formal y un torrente de “subjetividad”: La dialéctica “cuantitativa” disuelve lo “humano” que sólo puede ser salvado mediante la transición individual de lo estético a lo religioso, pasando por lo ético… Tres etapas que no son, en rigor, sucesivas. La Historia Universal sepulta al individuo y le impide ver el dilema: “O lo uno o lo otro” que rasga su espíritu: o esteticismo o religiosidad….una decisión que continuamente ha de tomar el “sujeto”. Por lo demás reconoce la primacía de la existencia sobre la esencia, pero la existencia es tan abstracta como la esencia. Se trata de una existencia que olvida las condiciones materiales en las que se desarrolla.  Para K. de lo que se trata de combatir al “cristianismo” vulgar, con el fin de devolverle la verdadera “religiosidad” perdida. Una vez alcanzada la etapa “religiosa”… ¡todo estará resuelto! Su conciencia “antiburguesa” se muestra profundamente reaccionaria. Los hechos del 48 le darán la ocasión de proclamarlo.

Con “temor y temblor”, por la calidad del aguardiente y por el pulso, me preparo el fifti-fifti cotidiano y doy gracias a la divinidad por este lujo.

Marcado desde el inicio por la desgracia: Una caída le deformó la columna y afectó a la médula. Tras su colapso (¿qué le dirían en el banco a cuyas puertas se desplomó?) en el hospital, los diagnósticos se sucedieron: desde que fue un justo castigo divino, hasta una tuberculosis generalizada, pasando por epilepsia, psicosis o fin de su misión en la tierra.  En la pesada post-mortem había perdido “21 gramos”.
 
De admirar su tremendo “salto de fe” que, para sus condiciones físicas fue toda una proeza. Un salto al vacío. No hay certeza en el objeto de fe…si la hubiera, ya no sería fe… ¿dónde estaría el mérito?... Hubiera sido como la tontería esa de Ives Klein.

No se puede negar que fue un fenómeno de exuberancia literaria…un caso de locura: miles de páginas en un tiempo tan breve… sólo comparable a mi caso ¡que llevo 3.000 páginas en un año!...  y a Nietzsche…

El 8 de mayo de 1793, 28 “fermiers” fueron guillotinados en la Concorde. Lavoisier fue el cuarto, le precedió su suegro. También se casó con una niña… ¡y fueron felices! (hasta que a muerte los separó).
Como miembro de la Real Academia Francesa de las Ciencias llevó a cabo múltiples trabajos e informes supuestamente útiles para la Nación: desde la adulteración de la sidra, hasta el cultivo de coles, pasando por la naturaleza del gas que emana de los pozos ciegos (¡si se vieran…!).
Sin embargo su nombre está inscrito a fuego en la historia de la ciencia por su descubrimiento en torno a la combustión-oxidación de los cuerpos y por dar nombres “lógicos” a los componentes químicos. 




 Sus trabajos sobre el tema (y el azufre), sin duda, influyeron en Strindberg que, en su particular “Infierno”, demostró la presencia de “carbón” en el azufre. La cosa casi le cuesta las manos… ¡y la cabeza!  Se debatía entre un “lo uno o lo otro” tan angustioso como el de Kierkegaard: “Amor o Ciencia”… ¡Las dos cosas las hizo desordenadamente!

Desterró (Lavoisier) definitivamente la simpática “teoría del Flogisto”. Un cuerpo oxidado no pesa menos que antes, ni igual, sino… ¡más!  El sobrepeso corresponde al oxígeno incorporado y que ha dejado de estar en el aire: La “materia” no desaparece; la “masa” se conserva.  Un poco antes, Faraday había demostrado “la conservación de la energía”. Fueron pasos necesarios para que Einstein estableciera la ecuación fundamental de la relatividad. Sin ella no hubiera sido posible la explosión de las decenas de bombas que explosionaron tal día como hoy (de diferentes años).

Esto es un ejemplo de cómo la unión hace la fuerza.

Lavoisier tuvo mala suerte. Hubiera podido, con su fortuna personal, la que sacaba del monopolio de (“les fermes generaux”) exacción de impuestos  y un poquito de oportunismo, hubiera podido, decía, conservarse íntegro. Sin embargo la natural buena conciencia de “los ricos” y de todas “las fuerzas vivas” le empujó hacia intervenciones cada vez más arriesgadas. Y así, ideó un sistema más eficiente de fiscalidad (que naturalmente dejaba fuera a las clases dominantes). Fue con ocasión de la guerra de Independencia americana. El rey quería apoyar la campaña de B. Franklin… ¡pero no había dinero! Tampoco existía la IDEA de “Bonos”, así que, en su defecto, ideó una especie de “Telón de Acero”, un “Muro de Berlín”, una “Valla Ceutina”, que rodeara todo París: Una “barrière” interrumpida aquí y allá por odiadas puertas en las que se declaraban todas las mercancías que entraban y salían de París…y se recogían los correspondientes impuestos. 





 Ahí se vio la mano de un científico, cuya idea-generatriz era la conservación de la “masa”: nada se pierde… ¡Sólo cambia de manos! Sin embargo había introducido una pequeña corrección: La “masa” (dineraria) puede estirarse a voluntad. Lavoisier no se distinguió por su “avaricia”, al contrario, quiso modificar el sistema con el fin de hacerlo más sostenible  y humano. El sistema era, sin embargo, tan miserable y coercitivo que poco pudo hacer: ¡nada!

¿Es necesario decir que “la barrière” fue el objeto más odiado por los revolucionados? ¿Es preciso recordar que de ella no quedó piedra sobre piedra cuando empezó a “llover piedras”? ¿Merece la pena insistir que el nombre del “inventor” fue inscrito en la lista definitiva? En su defensa, que propició la existencia del vino, perrero pero barato, de “barrière”.

A esta culpa objetiva y metafísica se añadía otra que, no por personal y mezquina, iba a ser menos determinante. Un joven doctor franco-suizo con ansias de inmortalidad, creyó haber descubierto una máquina de utilidad cósmica: Un detector de infrarrojos, “avant la lettre”. Colocaba el aparato cerca de la calva de Benjamín Franklin y el calor que desprendía era recogido en forma de “trémulas  ondas de calor”. Lo colocaba junto a una cerilla y las ondas aparecían más firmes. Una bala de cañón…o cualquier otra cosa que desprendiera calor. El joven, tímido y escurridizo, se empleó a fondo en la explicación de las bondades y utilidades de la “máquina”. No miraba de frente, su cara tenía el brillo mate de las escamas de pescado de cinco días. No paraba de rascarse y de taconear como “el cojo Marchena”.

¿Quiere vd. decirme que Marat aún no había contraído la “enfermedad”?…¿que la “enganchó” en las Catacumbas?... ¿Qui lo sa? Aquel día se comportó como si la tuviera.


La Academia no tomó el asunto en consideración. Lavoisier  reprochó la vaguedad de las mediciones… ¡Con lo meticuloso que había sido él y su querida Marie-Anne en pesar los gases intervinientes en ese intercambio letal esencia de la oxidación!
El joven, escupió por la comisura izquierda y se retiró sombrío… decidido a dar el siguiente paso. Sus desacompasados pasos se perdieron en la sala en la que todos los pasos se pierden, volvieron, pues nada se pierde, a concentrarse en el pasillo y salieron volando en cuanto entraron en contacto con el “gas oxidante”.

En esto que llegó lo de la Bastilla y la “disolución” de la “Barrière”. Su nombre volvió a primer plano. Lavoisier por entonces dirigía la fábrica de pólvora que servía al Ejército Revolucionario y era una especie de socialista europeo del siglo XXI… Es igual, las cosas iban tendiendo hacia su equilibrio. Algo se había “perdido”… ¡Pues, tenía que “encontrase”!: Un joven había perdido su confianza y las oportunidades de éxito y un científico había ganado justamente lo perdido.

Cuando el proceso se radicalizó  y los “jacobinos” tomaron las riendas, el “Amigo del Pueblo” atacó duramente a “La real Academia de las Ciencias” y a Lavoisier en particular. Las acusaciones tomaron “masa”: que si humedecía el tabaco para que pesara más…que si impidió (con su cerca) airear París…que si servía pólvora mojada al ejército revolucionario…que si era de la “pequeña nobleza”…etc…etc

Marat, “el amigo del pueblo”, fue acuchillado en Julio del 93 mientras confeccionaba sus famosas listas e intentaba quitarse las pútridas escamas: En la última aparecía el nombre de algunos miembros de la Academia y de famosos “fermiers”: Lavoisier era de los primeros. La Academia fue cerrada en agosto  y el químico y su suegro detenidos en noviembre. La mano del Dr. franco-suizo era larga. Ahora vería ese engreído y feliz químico de lo que era capaz, incluso muerto, un científico despechado. Vería las oleadas de calor naciendo de su cuello. Todo se equilibraba: ¡me hundiste, pues ahora te corto la cabeza!

Suegro y yerno esperaron en el convento de Port-Royal, convertido en prisión (Port Libre), al sur del Luxemburg donde se creó la primera escuela de comadronas.



El verdugo tardó media hora en despachar a los 28. Cuando le llegó el turno al cuarto lo pesaron con una romana cochinera: 278 kilos y 42 gramos. Pesaron el lote entero: máquina, capazo y víctima. Subió, el verdugo, la cuchilla y la dejó caer. Un ruido de mosquito gigante y frenético, sometido al efecto Döpler, dio una vertiginosa vuelta a la inmensa plaza y volvió al punto de inicio con un chasquido. La cabeza cayó en el capazo color vino. Volvieron a pesar el lote: ¡faltaban 21 gramos!

Marat se removió en su tumba: ¡Lavoisier no tenía alma! Esos 21 gramos se irían con el último aliento. Pero ¿qué último aliento, si le habéis sajado el cuello?... ¡El aire de las venas… las burbujas de sangre al reventar…una última y terrible ventosidad!... ¡A saber!... ¿Dónde están esos 21 gramos?

La cabeza, desde el capazo color burdeos, reprochaba, en silencio, la desidia y la vaguedad de las mediciones: Si la escena hubiera sido hermética…estaría flotando en forma de gas carbónico. ¡Nada puede perderse!...

Cuando cayó la quinta, la cuarta cabeza le dijo al oído: ¡Les he creado un problema! Y sonriendo expulsó la última bocanada que, con dificultad, había estado conservando. 
 
 (Lean ustedes el capítuo 24 de "El abuelo", de Aleksandr Chudakov...)
  
Si hubiera sido el año 1886, hubieran probado la Coca-Cola (*) con el inoxidable verdugo. Pero como estamos en 1794, cuando acabó la faena le ofrecieron, además del estipendio, un vaso de agua con gas, fresquita, para que expulsara, con un erupto definitivo, los demonios que lo habitaban. La cabeza aún dijo más: “Sin mí, no beberías soda, idiota”. Y, ahora sí, cerró los ojos por sí mismo.

Finiquitada la sesión es el momento de tomarnos un copuzo en ”L’Academie de la Bière”. Enfrente de lo que fue Prisión: Boulevard Port-Royal. La Coca-Cola ni en plan conmemorativo…así que un güisqui con soda, en vaso largo y con hielo duro… ¡para hacer el cateto!

––Aquí sólo servimos cerveza! ¡Está Vd. en la “Academia de la Cerveza”!
––Pues póngame una cerveza con soda. ¡La quiero culta! ¡Especializada en termodinámica!
––Nuestras cervezas son de social-humanístico
––Let it be…(*) ––  y nos despedimos, de la peor manera…


                                               

Salimos de la Academia y peripatéticamente nos dirigimos a Chatelet a tomar el metro a Lilas. 
DVD: “Sócrates” y “Pascal  de Rossellini (*)…Por aquello de Port-Royal.
Para coger el sueño (¡difícil!): podemos hacer un grupo con los bateristas que se conmemoran hoy: Talking Head, Fleetwood Mac, Van Halen, Blur… Podrían organizar una batucada para acompañar a la antigua y sincopada voz de la Remiti (*).  Si como es previsible, Morfeo no acude, pónganse algo de Keith Jarrett (*) …y si ni así… ¡¡inténtenlo con Marta Sánchez!!

……………………………………….Bona nit………………………………………….

Muerte de Marat

https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/07/propuesta-para-hoy-dia-17-de-julio.html













martes, 7 de mayo de 2013

Propuesta para el 7 de mayo. Primera comunión y algo más



Asteriscos remiten a “efemerísticas razones”.

Fue un 7 de mayo de hace muchíiiiisimos años. Casi medievo.

Fue el día más feliz, dicen, de mi, entonces, corta vida. Yo vestía de torero, dorado y marfil, exactamente igual como el año anterior había vestido mi hermano (el de en medio) y cuatro años antes, el mayor. Exactamente igual como irían durante generaciones, dorado y marfil, los niños de mi calle. El trajecito, finalmente, sucumbió a tantas esperanzas depositadas en él. Abuelos, dicen, haber vislumbrado bajo higueras estériles jirones de ese vehículo que nos acercó a medio pueblo a los pies del santísimo: “Así transita la gloria de este mundo”. Tengo para mí que el tal trajecillo fue depositado en manos de mi abuela materna por la misma maría santísima, allá por las postrimerías del XIX. Cuando todos nosotros llegamos… ¡él ya estaba allí! Cuando nos vayamos, seguirán vislumbrándose jirones, dorado y marfil, bajo higueras estériles…

¡Si las cabras no lo han devorado por completo!










Decía que, dicen, fue el día más feliz de mi vida: me dedicaron una canción por la radio (que no pude oír). A esa felicidad aportó algo mi natural artero: El año anterior había vendido las estampitas (que se acuñaban para la ocasión) correspondientes a la comunión de mi hermano, lo que me reportó mis buenos tres duros y a él una melancolía infectada de odio fraterno. Tres duros a los que sumé el contenido del “cepillo” de las limosnas…con lo que pude comprarme todos los tebeos atrasados de “El Jabato”. Cuando se hubo descubierto el engaño y el robo, y mi naturaleza fulera quedó manifiesta, “El Jabato” pasó a ser símbolo de lo agridulce. Aunque analizando la cosa con más detenimiento y con criterios menos laxos, tendría que haber sido, en realidad, de la maldad más aviesa. Sin embargo no devolví lo adquirido. Ni lo confesé. Es una losa que siempre he llevado y llevaré sobre mi conciencia. Por eso, incluso en las mayores manifestaciones de alegría y contento, se abate sobre mí la pesada sombra de Ursus y la liviana de “Fideo” que dibujan en mi jeta un vislumbre de descontento existencial.
 
Fue algo así como una versión, menos hiriente, del “timo de la estampita”, núcleo duro de “Los tramposos” (Toni Leblanc.*) que se rodaba exactamente por entonces.

 La felicidad no está exenta de unas gotitas de angostura.

La catequesis protocolaria había sembrado mi razón (recién adquirida) de extrañezas y maravillas: El valor de un plato de lentejas; una barca con todo tipo de animales que flotaba sobre el mundo sumergido; una serpiente que comía manzanas; una ballena voraz; las tribus de Israel; el sol de Josué; una quijada de burro; peces que se multiplicaban; el agua que se hacía vino; un matorral que ardía sin consumirse; un niño perdido y hallado; alguien que se ahorcaba en un alcornoque… ¡¡ oro, incienso y mirra!!... Unas calderas en donde se cocían eternamente los que habían robado el cepillo de las limosnas; un ángel con espada de fuego; un tren de vapor que circulaba por la línea del horizonte del Paraíso (el humo se acumulaba en un rincón del Edén); un romano, con reloj de pulsera, que atravesaba las costillas del crucificado…













Y de verdaderas madejas conceptuales…a las que no había manera de encontrar la hebra buena: vigilia, ayuno, abstinencia, propósito de enmienda, contrición, remisión de los pecados, asunción, ascensión, anunciación, encarnación, redención… ¡¡uno y trino!!...que yo rumiaba mientras merendaba una rebanada de pan empapada en vino de Jumilla… ¡de perdidos al río!

Eso en cuanto a la preparación teórica.

La mecánica la fuimos asimilando de manera natural: filas de a dos. Manos juntas (palma contra palma y con el rosario nacarado enredado entre los dedos) apoyando los pulgares en el esternón. Cabeza inclinada como si olieras los índices. Ojos cerrados (podías abrirlos un poquito para no pisar al de delante). Llegar a la sombra del cura, arrodillarte, sacar la lengua (aquí sí: ¡ojos cerrados!) y cuando notaras el contacto áspero de la hostia, introducir la lengua a cámara lenta, como un camaleón impedido y ¡sobre todo! no tocar la sagrada forma con los dientes. No morder al niño Jesús (ya nos imaginábamos la sangre desbocándose por las comisuras)…levantarse del reclinatorio, y dirigirte hacia el grumo familiar, que te esperaría con ojos fijos de  lechuza psicópata. 




El hijo del secretario del ayuntamiento apareció con un ¡traje de marinero!...Será normal en ciertos sitios…pero en Fortuna, donde el agua, como saben vds. era una idea, tal ocurrencia no pasó desapercibida. Más apropiado un traje de pastor o ¿por qué no? de torero (el “festejo taurino” había dejado huella). El secretario se creyó el Mesías de los nuevos tiempos. Pensó que bastaba con que su retoño vistiera un traje acuático para que el agua hiciera acto de presencia. Pasarían años hasta que llegara el agua corriente y decenios para la primera piscina. El traje de marinero era, en efecto, algo estrafalario (cuando no provocativo). Y así se le hizo saber: ¡la próxima vez vístalo como a todos!

Yo entré con mal pie en el uso de razón: ¡sacrilegiando!... ¡no había confesado mis tropelías! En su lugar me desahogué proclamando mis malos pensamientos. Ahora que… ¡peor entró Ginés! que no guardó las preceptivas cuatro horas de “ayuno”…lo vimos llevarse a la boca, cuando íbamos de a dos, enfilados hacia la gloria, un moco considerable que, digo yo, se mezclaría con el cuerpo divino del niño Jesús. Nadie pudo mantener los ojos cerrados. Avanzábamos…y el desgraciado se iba acercando a la perdición. Un rayo caería sobre él en el momento del contacto con la redonda blancura. Esperábamos algo así como el apocalipsis (¿)…¡y no pasó nada!... Ginés se levantó y con los ojos entreabiertos se dirigió hacia los suyos. Nosotros, mientras tanto, hacíamos lo imposible, para despegar con la lengua la masa harinosa del cielo (¡el único!) del paladar. Con el tiempo aprendería (yo) a despegar los restos harinosos con un copuzo de aguardiente.

Mientras esa procesión de los inocentes fluía por el pasillo central, las mujeres entonaban cánticos: “Con flores a María…” (o algo parecido). Yo no sabía (ni sé) la letra; no sé que dice después de “mil queru…no se qué… beeellos / Holanda puso ser” (¿). Naturalmente aún no estaba avezado en las jerarquías celestes.
También pudo haber sonado la “Novena” (*) de Beethoven (adaptación para zambomba, chirimía y triángulo). (ver 9 de mayo).

Después venía (el convite) la tortada de merengue blanco y esponjoso…y la venta de estampas. Los vecinos huían, se refugiaban en los rincones más disimulados de sus casas y ponían los ahorros a buen recaudo:

–¡Otra vè será, hijico!
–¡Cómo que otra vez!...¡La primera comunión es única!
–¡Vete con dio’h, he’moso!

Nosotros, más la tía matafulas, la Josefa de los pavicos, la tía Isabel… tuvimos leche merengada con corteza de limón y canela.

Eso de los sacramentos (¡imprimen carácter!) es todo un mundo: Los hay de iniciación, de curación y de servicio. Del primer grupo los he tomado todos: Bautismo, Eucaristía y Confirmación. Del segundo me he internado en los dominios de la Penitencia, pero me falta la Unción (siniestra liturgia de la Iglesia apostólica romana) de enfermos. Del tercero: el Matrimonio. Recapitulando: me falta el Orden sacerdotal y la Unción de los enfermos (Santos Óleos). Es todo un aliciente en la vida. Así como alpinistas de renombre persiguen los ocho ochomiles, así yo en pos de los siete sacramentos: Me haré cura y antes de estirar la pata pediré el aceite sagrado. Habré sido el terrícola con más carácter.

Aunque siempre hay alguien que va por delante:











Tal día como hoy, del año 1934, Adolf (¡¡) Eichmann, con la misma mano con la que alimentaría a sus pequeños, con la misma mano con la que estranguló a más de uno, con esa misma mano… escribió en el libro de visitas (allí donde yo garabateé “Socialismo o Barbarie”) del convento de Windberg: “Treue um Treue”, “fidelidad por fidelidad”: Imbuído de  la mística rastrera y nibelunga de la “tierra y la sangre”. El por entonces sargento segundo ya rastreaba judíos y preparaba lo que sería el protocolo de Wansee. Sin embargo amaba el retiro, la meditación y la plegaria…preparándose para el postrer (¿) sacramento: El Holocausto. Lo tomaría con fruición.

Dentro de unos días lo veremos volar de Buenos Aires a Israel.

Quizá sea el momento de oír el “Réquiem alemán” (Brahms, nacido el 7 de mayo de 1833)

“(…) Entonces toda la carne,
es como la hierba
y todo el esplendor del hombre
es como la flor de los prados.
La hierba está seca
y la flor está marchita.(…)



Tal día como hoy, del año 1906, un jovencito Hitler, condiscípulo de Wittgenstein, escribe a un amigo desde Viena y le asegura que asistirá al Tristán (de Mahler y Roller), al Holandés errante, y, posiblemente, al estreno de Salomé











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...